Las familias expropiadas de San Antón urgen el pago de los 20.000 euros pactados por sus casas

Vecinos vulnerables con derecho a alquiler social en los nuevos edificios reclaman al equipo de gobierno cobrar lo acordado por el valor de sus antiguas viviendas

Pimesa está trabajando en agilizar el abono a residentes sin medios para realojarse

El barrio San Antón de Elche

El barrio San Antón de Elche / ANTONIO AMOROS

A. Fajardo

A. Fajardo

Vecinos vulnerables de San Antón a los que les han concedido un alquiler social en los nuevos edificios del barrio por su complicada situación económica están a la espera de recibir 20.000 euros tras haber entregado hace un mes su vivienda de toda la vida, declarada en estado de ruina, al Ayuntamiento.

Las arcas municipales tienen que costear esta cuantía a cada una de las 16 últimas familias que han cedido su vieja propiedad a la empresa municipal Pimesa. Ese importe pertenece al valor del suelo de la vieja casa, cuyo destino es el derribo, una condición indispensable dentro del plan de regeneración urbana del humilde barrio ilicitano impulsado por el Ayuntamiento. La mercantil pública tiene que transferir el dinero a los propietarios porque se ha convertido en la titular de esas viviendas que van a tirarse abajo en los próximos meses.

Esos vecinos que han accedido a un alquiler (desde 75 euros al mes durante ocho años en San Antón) entregaron en junio las llaves de su antiguas casas y se realojaron en las nuevas torres de viviendas a la espera de cobrar el dinero que les pertenece. Sin embargo, hay familias (Pimesa asegura que dos) que ni siquiera han podido mudarse porque necesitan esos 20.000 euros que les debe el Ayuntamiento para poder comprarse mobiliario, electrodomésticos o colchones nuevos.

«La gente lo está pasando muy mal. Nos deben mucho dinero y pensábamos que esto iba a resolverse en cuestión de un mes y estamos a las puertas de agosto con lo que con las vacaciones esto podría retrasarse más», señala una afectada. Ella se ha trasladado a los nuevos pisos y asegura que le han tenido que dejar dinero sus familiares para poder comenzar una nueva vida, pero en los viejos inmuebles del barrio quedan personas mayores que no pueden permitirse comprarse una cama si no reciben los fondos municipales.

ELCHE, BARRIO DE SAN ANTON

ELCHE, BARRIO DE SAN ANTON / MATIAS SEGARRA

¿La solución?

La solución para las familias que han podido trasladarse llegará, según fuentes municipales, una vez culmine el proceso administrativo de la expropiación de los inmuebles, lo que espera que sea «breve», mientras que para los dos casos puntuales que carecen de ningún medio para equipar sus futuros hogares, el Ayuntamiento defiende que está trabajando «intensamente» en buscar una solución para agilizar la transferencia de al menos una parte del dinero.

No obstante, para resolver estos casos más urgentes es necesario que los órganos municipales se constituyan formalmente y que el Consejo de Pimesa se active, lo que está previsto para principios del mes de agosto.

Este contratiempo lo están sufriendo las familias que han acreditado ante los Servicios Sociales una situación de vulnerabildad que les ha abierto la puerta a tener un alquiler social y sobre todo un techo digno en su barrio.

La tardanza en recibir el dinero de sus antiguas propiedades, algo que el Ayuntamiento asegura que ya avisó a los vecinos que podría ocurrir, se suma a la larga espera que han tenido que realizar para firmar los arrendamientos autorizados en enero por la Conselleria de Vivienda.

Ellos, a diferencia de más de 250 familias que viven en los nuevos inmuebles, no tuvieron un acceso a una hipoteca para comprar el piso social que le ofrecía el Ayuntamiento a un precio muy por debajo del mercado.

Un vecino que rechaza el acuerdo por dejar su piso lleva al Ayuntamiento al juzgado para evitar el desalojo

Hace un mes el Ayuntamiento de Elche le dio un «ultimátum» para que dejara su casa de San Antón con el objeto de trasladarse a un piso nuevo a unas cuantas manzanas a través de un alquiler social. El proceso de expropiación forzosa comenzó en las últimas semanas del anterior mandato político para las últimas viviendas que quedan ocupadas en este humilde barrio ilicitano donde la empresa municipal Pimesa está preparando los derribos de las 284 casas degradadas.

Sin embargo, a cambio de un alquiler social, Ceferino López se niega a marcharse de la vivienda que compró hace ocho años y que está pagando. Por eso, ha presentado un contencioso administrativo contra el Consistorio ilicitano por el pliego de condiciones del alquiler y un recurso contra la expropiación.

Ni el ni su mujer pudieron acceder a esta oportunidad que les brindó el Ayuntamiento porque el banco les negó, por sus circunstancias económicas, una hipoteca para comprar el piso social que le ofrecían a un precio muy por debajo del mercado. «No me quieren dar 35.000 euros para pagar lo que me queda y comprar la casa que me ofrece el Ayuntamiento», explica.

A raíz de aquello, la Generalitat Valenciana le autorizó un alquiler social. Sin embargo, la solución que le han dado tanto el Consell como el Ayuntamiento de abonar como máximo el 30% de su renta, es decir, pagar al mes desde 75 euros y tener derecho a residir en la vivienda por un máximo de diez años no ha convencido a este matrimonio de San Antón. «Nos sentimos engañados y vamos a perder nuestro derecho a la propiedad», denuncia Ceferino López. Lo cierto es que Pimesa ha dado a los vecinos, que han aceptado un alquiler social, la posibilidad de comprar una casa nueva en los futuros inmuebles que se construyan en el barrio en próximas fases del plan de regeneración urbana.

Asimismo, desde la mercantil municipal aseguran estar trabajando en buscarle una solución a la medida de esta familia que tiene un piso reservado en los nuevos bloques. Su situación es un caso excepcional dentro de este plan de regeneración urbana.