Cruz Roja en Elche impulsa un centro para formación, empleo e inclusión social en el corazón de Carrús

La institución benéfica quiere certificar la profesionalidad de sus cursos en un edificio de 500 metros cuadrados que se inaugura este jueves

Últimos retoques para la apertura de la nueva sede de formación de Cruz Roja de Elche

Jose Navarro

M. Alarcón

M. Alarcón

Paredes blancas, techos altos y, en una pared, un enorme corazón formado por los dedos de dos manos que se entrelazan. Es el último proyecto de Cruz Roja en Elche y lo hace en un barrio del que dijo el Instituto Nacional de Estadística que es uno de los más pobres de España, que es, al mismo tiempo, casi una ciudad, «son 80.000 vecinos», dice el presidente local, Antonio Ramón Guilabert, quien cumple tres años desde su llegada a la institución benéfica. De la mano del presidente provincial, comenzó a trabajar en un proyecto para equiparar a Alicante en servicios de formación e inclusión social. Lo que se abre este jueves en la calle Carlos Antón Pastor no es ni más ni menos que un centro que tiene vocación más allá de Elche porque pretende dar servicio al resto del Baix Vinalopó, pero también a municipios de otras comarcas colindantes.

El centro de formación abrirá preferentemente de mañanas; y las tardes, en función de las necesidades. Se ubica en una amplia planta baja que da a dos calles, una de ellas peatonal y soleada, con vistas al Parque Pilar Miró, la otra, al CEIP Menéndez Pelayo. A la primera se accede a través de una puerta que invita tanto a salir al barrio, para darse a conocer como institución, como a recibir a los vecinos que puedan necesitar de alguna de las tres palabras en las que se engloba el proyecto: Formación, empleo e inclusión, porque todo lo que habrá entre estas cuatro paredes tiene que ver con ello.

El nuevo centro de formación de Cruz Roja está ubicado en el corazón del barrio de Carrús, en Elche

El nuevo centro de formación de Cruz Roja está ubicado en el corazón del barrio de Carrús, en Elche / Jose Navarro

Multidisciplinar

Talleres, aulas, punto de información, zona de recepción, almacén, aseos, dirección e incluso duchas porque dentro del espíritu de Cruz Roja nunca saben qué van a encontrar detrás de cada mirada. El centro pretende ser multidisciplinar y facilitar también herramientas a los vecinos mayores del barrio, aquellos que más problemas tienen con las nuevas tecnologías, porque se quiere impartir habilidades digitales. Pero también quieren que estas instalaciones sean un lugar de encuentro con empresas colaboradoras o con otras asociaciones de Elche, o bien que se practique yoga si hay interés entre los colectivos vecinales. «Un mini centro de Congresos», bromea el presidente.

Clases de....

Cursos de aprendizaje de idioma, talleres de competencia para personas alejadas del mercado laboral, integración en el medio rural, fitosanitarios, manipulador de alimentos, logística, digitalización, carretilla elevadora, hostelería...

Pero la entidad también quiere, principalmente, ver entrar por sus puertas a personas que no encuentran una salida profesional porque eso que sabían hacer ya no tiene mercado y, especialmente, a ninis, a esos jóvenes que abandonaron la educación y en la actualidad no tienen ni trabajo ni estudios.

Tomando forma

Este martes varios voluntarios de Cruz Roja se afanaban en los preparativos para la puesta en marcha de las instalaciones, lo que tendrá lugar este jueves 7 de marzo, en un acto al que acudirán responsables municipales, de la institución y también mecenas, empresas que colaboran con la entidad benéfica y que han ayudado y mucho a que este aulario vaya tomando forma, caso de l’Aljub a través de Eroski. En el acto también se quiere reconocer a cinco de las instituciones que colaboran en la formación. En este caso se trata del Ayuntamiento de Elche, el sindicato agrario Asaja, el centro de adultos Mercé Rodoreda, la Asociación de Empresas de Servicios de Elche y Comarca (AESEC) y la Universidad Miguel Hernández de Elche. 

Guilabert asegura que el principal objetivo a corto o medio plazo es conseguir homologar la formación que se imparte y que ya están en ello. Para personas que no tienen experiencia laboral reconocida, la posibilidad de acceder a un simple certificado de profesionalidad no solo demuestra aptitud sino actitud. El primero de ellos quieren que esté relacionado con la Ley de Dependencia.  

Sin prisas

Cruz Roja quiere ir paso a paso en este proyecto. No tiene prisas. La formación que en la actualidad se dispensa en su sede del barrio de La Zapatillera se trasladará en un futuro a estas nuevas instalaciones, más acordes con el fin que se pretende. Igual pasará con el servicio de teleasistencia, que en estos momentos da un servicio fundamental a 300 personas mayores.

Antonio Ramón Guilabert, este martes en las nuevas instalaciones de Cruz Roja en Elche

Antonio Ramón Guilabert, este martes en las nuevas instalaciones de Cruz Roja en Elche / Jose Navarro

El presidente local también tiene en mente a las víctimas de la llamada «soledad no deseada». Cerca de algo más de medio centenar de mayores que tienen problemas de movilidad, viven solas o sin recursos y a las cuales una simple llamada de los voluntarios les recuerdan cosas tan básicas como tomarse una pastilla, saber si necesitan que les lleven algún cartón de leche o si les tienen que acompañar al médico porque ni siquiera puede salir a la calle porque viven en pisos sin ascensor. 

Oportunidades

Ser voluntario de Cruz Roja ha dado la oportunidad a Guilabert de ver en las aulas de formación a un director general de Comercio de un país controlado ahora por los talibanes, a una jueza sudamericana que no tiene de qué vivir y ahora es camarera de piso o conocer a otros voluntarios, en su mayoría jubilados con experiencia, que dominan idiomas y que hacen más fácil no solo ayudar sino informar, si es necesario de la muerte de un esposo en el frente de Ucrania. Hay hasta 48 proyectos diferentes en los que trabaja la institución que quiere empujar aún más en el mercado de la esperanza, el de aquellos sin arraigo en España, sin amigos, pero en el que un simple curso de poda de árboles puede convertirse en una tabla de salvación a la que aferrarse.