El edil del escándalo de Semana Santa se atrinchera en el cargo y pone contra las cuerdas al Gobierno

Las acusaciones de que José Navarro entró en la parroquia de El Salvador en estado ebrio y mantuvo relaciones sexuales debajo de uno de los tronos, extremo que él niega, ponen en un brete al Ejecutivo de Pablo Ruz, que se arriesga a quedarse en minoría si le retira las competencias

José Navarro explica su versión de lo sucedido el pasado Viernes de Dolores en la Iglesia El Salvador de Elche

María Pomares / Áxel Álvarez

María Pomares

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Política, sexo y Semana Santa. Una ecuación cuyo resultado se ha convertido en el centro de las conversaciones de Elche -e incluso fuera- y que en las últimas horas ha ido ganando fuerza hasta cobrar unas dimensiones descomunales. En el centro de todo, el concejal de Recursos Humanos y Deportes del Ayuntamiento ilicitano, José Navarro, del PP, que, a la sazón, gobierna con Vox en la ciudad. A Navarro se le acusa de haber entrado en la parroquia de El Salvador en estado ebrio y de haber mantenido relaciones sexuales con una mujer debajo de uno de los tronos de Semana Santa el Viernes de Dolores, coincidiendo con el arreglo de los pasos de su hermandad, la de la Flagelación y Gloria. Sin embargo, él niega que mantuviera relaciones y ha pedido perdón, en una entrevista con INFORMACIÓN y, posteriormente, a través de un comunicado enviado mediante una cuenta personal. Ahora bien, de dimitir nada. Ha optado por atrincherarse en el cargo, pese a que la presión para que renuncie al acta se eleva por momentos, tanto en la calle como en círculos políticos. Deja así al Ejecutivo local y, en particular, a su alcalde, contra las cuerdas.

El principal riesgo en estos momentos es que todo lo que ha generado lo ocurrido el Viernes de Dolores y la polémica posterior pueda acabar salpicando al alcalde. Sobre todo, porque en estos diez meses de gobierno el regidor ha tratado por todos los medios de cuidar las formas, de no dejar nada al azar y, sobre todo, de no repetir los mismos errores que su otrora mentora, Mercedes Alonso, en el mandato de 2011. Todo, además, marcado por la estética y solemnidad que ha tratado de imprimir en cuestiones como el cambio del escudo municipal, el mismo mobiliario urbano -ahí están las farolas- o el protocolo elaborado por Alcaldía con la etiqueta «recomendada» para cada una de las celebraciones institucionales, y que incluía chaqué y mantilla para algunas de las procesiones de Semana Santa. Ahora este caso puede acabar tambaleando los cimientos de lo que había construido Ruz hasta ahora, por más que el concejal haya negado algunas de las cuestiones que se le achacan.

Ante ello, el margen de maniobra del alcalde es el que es. La condición de edil solo se pierde por fallecimiento, incapacidad o renuncia, y el propio José Navarro ha cerrado la puerta a dejar el acta, al menos de momento, pese a que son muchas las voces que han ido pidiendo su dimisión. Los que están a favor de que renuncie se amparan en que un concejal lo es 24 horas e incluso hay quien va más allá y opina que, en un Ejecutivo con Vox y con un alcalde que ha dado muestras sobradas de profundas convicciones religiosas, salidas de tono sin más consecuencias pueden proyectar una imagen de cierta hipocresía. José Navarro, por contra, se escuda en que una cosa es el ámbito personal y cofrade -y de la hermandad ya se ha dado de baja para no dañar su imagen- y otra es el ámbito político. Otra cuestión es cuánto podrá aguantar la presión... En el Ayuntamiento y en la calle.

La otra opción es que el alcalde le acabe retirando las competencias, escenario que, por ahora, tampoco parece factible. Podría complicarle la gobernabilidad. PP y Vox suman en estos momentos 14 ediles por los 13 de PSOE y Compromís. Una medida ejemplar dejaría cualquier decisión importante en el pleno al albur de lo que decida Navarro en cada momento, y podría tomar represalias. En el espejo, de nuevo, lo que ocurrió en el único Gobierno del PP que ha tenido Elche desde que se estrenó la democracia y hasta hace diez meses. En caso de que se tomen medidas contundentes, Navarro se podría convertir en la nueva Cristina Martínez, quien, tras las discrepancias con Alonso, pasó al grupo de no adscritos, y la recta final del mandato fue una fiesta constante que contribuyó de forma importante a que el PP acabara perdiendo la Alcaldía.

En este contexto, y por el momento, desde el Ejecutivo municipal se alinean con la posición de José Navarro y se mantienen firmes en que «es un asunto que pertenece a la esfera personal de esta persona, que ya ha desmentido y ha interpuesto las denuncias pertinentes», y añaden que «el propio concejal ha desvinculado al Gobierno municipal de su comportamiento». Otra cosa es lo que pueda pasar de aquí en adelante, conforme vayan avanzando las horas.