Análisis

"Control de daños a medias", análisis del escándalo de Semana Santa en Elche

La decisión del edil José Navarro de apartarse de la Flagelación para evitar «manchar» el nombre de la hermandad contrasta con la continuidad en el Ayuntamiento, por más que en el PP circunscriban los hechos al ámbito privado: aparece en titulares y tertulias porque es concejal y como concejal

José Navarro en una imagen de archivo.

José Navarro en una imagen de archivo. / ANTONIO AMORÓS

María Pomares

María Pomares

El concejal de Recursos Humanos y Deportes del Ayuntamiento de Elche, José Navarro, se ha convertido en las últimas 48 horas en el protagonista de tertulias de todo tipo, de memes de lo más diverso, e incluso de audios en los que hablan supuestos testigos de lo que sucedió el Viernes de Dolores en la parroquia de El Salvador. Todo después de que las acusaciones de haber entrado en la iglesia ilicitana bajo los efectos del alcohol y de haber mantenido relaciones sexuales con una mujer debajo de uno de los tronos de Semana Santa, extremo este que el propio Navarro niega, haya dado el salto a la escena nacional. Sin embargo, al margen de lo que pudo ocurrir aquella madrugada, y sin entrar a juzgar su conducta o si es más o menos reprobable en función de lo que pudo pasar, estas últimas 48 horas dejan en evidencia las contradicciones del concejal, que se ha dado de baja en la Hermandad de la Flagelación y Gloria, donde era costalero del Santísimo Cristo de la Columna, pero continúa en el Gobierno local.

El propio concejal explicaba en una entrevista en este periódico, y, posteriormente, en el comunicado que envió a través de una cuenta personal, que hace unos días se dio de baja como cofrade «para evitar cualquier perjuicio a la imagen de la hermandad», a lo que añadía que «entiendo que se pueda haber visto perjudicada». Una baja que, evidentemente, no ha evitado que el nombre de la hermandad se vea salpicado por la polémica, pero que, al menos, sí que ha servido para que, por el momento, pueda haber un cierto control de daños en ese foro. El hermano mayor de la Flagelación y Gloria, el exconcejal socialista José Pérez, desde el principio subrayó que la baja como cofrade cierra la puerta a expediente alguno, porque las versiones son contradictorias y nunca nadie presentó un escrito que permitiera iniciar una investigación. Su marcha, pues, al menos por ahora, le ahorra el trago de tener que pasar por esa situación.

Sin embargo, el argumento de no «manchar» el nombre de la hermandad, más allá de lo que ocurriera, también sería aplicable al Ayuntamiento e incluso a su formación política. Cuando aparece la polémica de la Semana Santa de Elche en tertulias y en titulares no se habla de José Navarro, así, sin más, sin cargo alguno, sino del concejal de Elche o del edil del PP, en particular en los medios nacionales, que es donde ha tomado carta de naturaleza el escándalo. Un cargo con el que se le identifica que, directamente, no hace más que poner el foco en el equipo de gobierno, a la sazón integrado por PP y Vox, algo que sobre todo el PSOE no ha desaprovechado, por más que haya quien les acuse de mantener una doble moral con el papel que han adoptado en este tema. De hecho, de no haber sido Navarro concejal, la cosa se habría quedado en poco más que un chascarrillo. Por eso mismo, a estas alturas, da igual que tanto José Navarro como el equipo de gobierno y hasta el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, se aferren a que, sucediera lo que sucediera, es algo totalmente desligado del Ejecutivo local, y que pertenece al ámbito privado.

En este punto, incluso hay quien considera que tanto su dimisión como una posible medida ejemplar por parte del alcalde, Pablo Ruz, no tocan, ya que sería tanto como reconocer los hechos y, en particular, el affaire sexual que José Navarro niega. Una nueva incoherencia porque, a efectos prácticos, eso implica que la baja de la hermandad también supone un reconocimiento de los hechos.

Mientras tanto, la continuidad de José Navarro está provocando que cada vez más el foco se ponga en el bipartito y, en especial, en Pablo Ruz y en la teniente de alcalde y portavoz de Vox, Aurora Rodil, que nunca han ocultado sus profundas convicciones religiosas. La estrategia en estos momentos es cerrar filas con José Navarro bajo el razonamiento de que es un asunto que pertenece a su esfera personal y que ya ha puesto las denuncias pertinentes, y mantener un perfil bajo hasta que amaine la tormenta. Hasta el punto de que para la inauguración del Jardín Juan Fernández Gil, a la que asistía ayer el alcalde, no se convocó a los medios. Se dio cuenta vía comunicado.

Sin embargo, la táctica no ha servido de dique de contención. Hay quien apunta ya a lo incongruente que es que se desarrolle el protocolo del chaqué y las mantillas para los concejales y así mantener la solemnidad en algunas procesiones de Semana Santa o se organice el rezo del rosario en la Plaça de Baix, coincidiendo con el día de los Santos Inocentes en diciembre, por los niños gestados y no natos, mientras se opta por la estrategia del laissez faire, laissez passer que se está llevando en este tema.

Laissez faire, laissez passer y un control de daños, el que ha intentado José Navarro al presentar su baja en la Hermandad de la Flagelación y Gloria, que se ha quedado a medias. Su nombre sigue en entredicho, con las consecuencias que eso puede tener en su gestión del día a día en el Ayuntamiento. En paralelo, el riesgo de erosión del bipartito del PP y Vox, con Pablo Ruz y Aurora Rodil a la cabeza, se eleva por momentos mientras no se dé carpetazo al escándalo. También aquí planea el fantasma de la doble moral. Habrá que ver hasta dónde llega el desgaste, pero, por ahora, la estrategia de cuidar las formas y que el foco esté en la gestión y no en otras cuestiones para evitar situaciones polémicas como las que se dieron con Mercedes Alonso ha saltado por los aires. Encima, en Semana Santa.

Una junta marcada por el alivio por la baja de Navarro

Expectación moderada, con la presencia de alguna cámara al inicio de la junta de gobierno de la Hermandad de la Flagelación y Gloria, y sentimientos encontrados. De un lado, el deseo de que pronto deje de estar el foco en el colectivo; de otro, el alivio por el hecho de que José Navarro tramitara su baja la semana pasada, antes de que el escándalo alcanzara las dimensiones que ha acabado alcanzando. Ese es el ambiente que este jueves marcaba la junta de la hermandad, y en la que el concejal ni siquiera contó con un punto específico en el orden del día, aunque, lógicamente, su nombre acabara saliendo a lo largo de la tarde por motivos obvios.