Hércules CF 2-1 CD Ibiza IP

El Hércules sale airoso de una situación crítica

El equipo alicantino logra remontar por cuarta vez en esta Liga a pesar de jugar más de una hora con uno menos y de encajar el 0-1 en el minuto 83

Pedro Rojas

Pedro Rojas

Pesa el sol. Hueles la hierba mojada. Dicen que es invierno. Te aplaude la grada. A ti. A lo que representas. A lo que todos esperan que seas muy pronto. Quieres el balón. Lo necesitas. Lo exiges. Tienes ganas de triunfar. Muchas. Demasiadas. Toscano gira sobre sí y con el exterior del pie habilita a Felipe, que corre, que no te ve. Le gritas. Nada. El peligro se apaga. Esperas a que te mire y le muestras tu malestar. El lateral agacha la cabeza, pero a ti no se te pasa el enojo. Al poco, otro ataque prometedor...

Recibes, controlas, y cuando vas a echar a volar, un tipo te barre sin delicadeza. Explotas de ira, cierras el puño, armas el brazo y, en una décima de segundo, caes en la cuenta de que estás en un partido de fútbol real. Ahogas el golpe. Tarde. El árbitro te ha visto. Roja directa. Protestas por rutina, sabiendo que tu reclamación se perderá en el agujero que le acabas de hacer a tu propio equipo. Camino de la ducha te arrepientes y piensas en la cara de Iker Murúa, la que pretendías magullar. Él se ríe por dentro mientras completa su teatrillo ajeno a la tozudez de los refranes que calculan el valor de las sonrisas.

Tercera vez que Lolo Escobar gana un partido que empieza perdiendo, segunda seguida como local, en las cuatro jornadas que suma al frente del equipo

Toda la faena semanal arruinada en un gesto, un desliz, en un ramalazo de juventud descarada, atrevida, radiante. Por delante, setenta minutos en inferioridad que aplastaron el sueño de otro chaval, Manu Navarro, que debutaba como titular y se quedó sin sitio en una estructura netamente conservadora. Se lo tragó la necesidad.

La expulsión de Jean Paul por su intento de agredir al central del CD Ibiza condenó al Hércules a otro ejercicio de grandeza coral que, por más que enganche, no se convertirá en norma. Todos los funámbulos se caen. Todos, sin excepción, antes o después. Por eso no conviene seguir tentando a la fortuna en un club con tendencia a fracasar en casi todo lo que se propone... Tercera remontada en cuatro semanas, ver para creer.

Jean Paul vio la tarjeta roja directa después de amenazar con dar un puñetazo a Iker Murúa tras recibir una falta

Escobar, con diez, optó por reajustar sin sustituciones. Ander Vitoria no le gusta y tampoco lo disimula. Defensa de cinco con Felipe convertido en central y dos carrileros, Cedrés y Raúl Ruiz, este a banda cambiada. Con ese planteamiento improbable, improvisado por fuerza, el Hércules fue incapaz de hacer nada reseñable en ataque con el balón en los pies. Un cabezazo desviado tras saque de esquina fue lo único apreciable.

Alvarito, rodeado de contrarios, trata de salir de la presión con el balón controlado.

Alvarito, rodeado de contrarios, trata de salir de la presión con el balón controlado. / Jose Navarro

La grada la tomó con el colegiado y con el central insular que simuló un daño que jamás sintió. Eso la mantuvo viva, alerta, y gracias al impulso indirecto, el Hércules ni se cayó físicamente ni se atrevió a claudicar. Siguió agazapado, sí, junto, guarnecido, esperando su momento, sin sufrir atrás, pero obligado a correr más de lo previsto sin concederse un respiro.

Roger Riera firmó el empate de cabeza y una jugada entre Alvarito y Nico Espinosa provocó el autogol del CD Ibiza

El preparador blanquiazul retiró a Cedrés y Manu Navarro, perdidos en un ecosistema sin el balón como prioridad y confió en Eimil y Maxi Ribero para no perder el dibujo y estrechar las marcas. La rotación valió para ese doble objetivo, pero no dio ánimo a los alicantinos para irse decididamente a por la victoria. Imperó la cautela. Enfrente estaba el peor visitante de la categoría, en descenso, ese que aún no había ganado a domicilio y había perdido en seis de sus ocho desplazamientos.

Era cuestión de tiempo que un bloque así, nervioso, inseguro, temeroso, cometiera un error de valor gol, esos que el Hércules produce desde hace años. Llegó en el 80. Maxi, ágil, intuitivo, intercepta un mal pase en el centro del campo, ve correr a Alvarito y le sirve un mano a mano que el extremo malogra intentando colarse entre las piernas de Contreras, que las cerró muy rápido.

En la siguiente jugada, la pelota que saca en largo el guardameta, después de varios impactos, llueve cerca del poste que tapa Carlos Abad y, sin dejarla caer, Marc Mas, ligeramente escorado, conecta una volea que se cuela por la otra escuadra. Le pegó con el alma y luego se rompió. Ni lo pudo celebrar el exjugador de La Nucía.

Los jugadores del Hércules festejan el tanto de Roger Riera.

Los jugadores del Hércules festejan el tanto de Roger Riera. / Jose Navarro

El tanto insular arruinó la «maduración» ideada por Escobar, que miró a Nico Espinosa y a su único nueve para que entraran de inmediato a exprimir los siete minutos que restaban. El canterano lo hizo entusiasmado, el ariete vasco, con suma desgana. El Ibiza, feliz con su botín, cedió el peso del juego al Hércules. Se replegó creyendo que amontonarse alrededor de su portería jugando en superioridad sería una buena decisión. No lo fue.

Alvarito, infatigable, ubicuo, impenitente, entró en trance, vivió un momento de inspiración arrebatador, apabullante. Primero le puso, desde la izquierda, un centro a la cabeza a Roger Riera que el central envió a la red después de suspenderse en el aire y girar el cuello con la mezcla perfecta de coordinación y potencia.

Nico se abraza a sus compañeros después de culminar la acción que dio pie al 2-1 definitivo.

Nico se abraza a sus compañeros después de culminar la acción que dio pie al 2-1 definitivo. / Jose Navarro

La vida es eterna en cinco minutos... y la pena, también. El Ibiza pensó que no le cabían más desgracias y volvió a equivocarse. El extremo madrileño, rebosante de fe, inicia una diagonal con la que da tiempo al canterano a trazar un desmarque. Alvarito le ve y filtra un pase sutil a Nico, que corre por el carril central para ganar el partido el día que volvía a sentirse jugador. Su intento de batir a Contreras lo repelió el portero a duras penas. Iker, que corría desaforado para hacer con el extremo lo mismo que hizo con el galo en la primera mitad, aunque en vez de carne golpeó cuero y, sin querer, cristalizó la remontada con un autogol. Justicia poética.

FICHA TÉCNICA

HÉRCULES (2): Carlos Abad; Raúl Ruiz (Nico Espinosa, 85’), Dani Marín, Riera, Chacartegui; César Moreno (Ander Vitoria, 85’), Toscano (Artiles, 74’); Cedrés (Emil, 60’), Manu Navarro (Maxi Ribero 60’), Alvarito; y Jean Paul.

CD IBIZA (1): Marcos; Espínola, Iker Murúa, Julen, Edu (Omar, 55’); Bernal (Diego Marín, 76’), Jaume (Dennis Nieblas, 55’), Barrero, Marc Mas; Marquitos (Guzmán, 67’) y Juan A. Sánchez.

GOLES: 0-1, Min.83: Marc Mas. 1-1, Min 87: Roger Riera. 1-2, Min.89: Iker Murúa (pp).

ÁRBITRO: Pol Gòdia Solé (Lleida). T. Amarillas: al local César Moreno (13’) y los visitantes Iker (20’), Jaume (44’), Marquitos (62’) y Espínola (92’). T. Roja: directa al blanquiazul Jean Paul N’djoli (21’).

ESTADIO: José Rico Pérez, con más de 4.000 espectadores.