Segunda RFEF

Dani Marín pierde su sitio en el Hércules

El canterano del Hércules, con 23 años recién cumplidos, no entra en los planes de la comisión deportiva para ocupar una ficha sénior en defensa

Dani Marín saca la pelota en el Rico Pérez.

Dani Marín saca la pelota en el Rico Pérez. / ALEX DOMÍNGUEZ

Pedro Rojas

Pedro Rojas

La vida es un viaje plagado de recodos que esconden futuros ingratos. Dani Marín, alicantino, blanquiazul, lucentino, sustancia noble de un sentimiento que sobrevive a pesar del desuso, no tiene sitio en el equipo de su vida. No lo tiene ahora, en este instante, después de un año angosto, trémulo, empachado de desastres. No lo tiene porque aún es joven, aunque no lo suficiente. En tiempos de crisis siempre se minimiza el riesgo, ese de ver crecer como jugador a un futbolista en ciernes que todavía no ha explotado como central... pero que está en vías de poder hacerlo. Solo necesita eso otro tan caro que es la confianza de un entrenador, de uno que no haya conjugado ya en su mismo equipo el verbo fracasar.

No será su caso... ahora. El hijo de Benito Marín sopló 23 velas el pasado 22 de mayo. El 30 de junio expira su contrato, el que tenía con el filial, de modo que habría que firmarle uno nuevo, uno profesional, uno sénior de categoría A. De esa modalidad, los clubes de Segunda RFEF únicamente tienen disponibles 16. Y ese es el gran obstáculo para dar cobijo al jugador en el centro de la defensa, una línea permeable durante demasiado tiempo.

6 PARTIDOS

Como titular esta temporada con el primer equipo del Hércules

► El canterano los jugó todos completos y después fue suplente en otros siete enfrentamientos. En total, 628 minutos sobre el césped.

La comisión deportiva aspira a perfiles con experiencia, contrastados, a hombres con oficio que ayuden a guarnecer el marco de Carlos Abad, a no obligar al guardameta canario a ser el mejor del equipo semana a semana. El plan es contratar un mínimo de tres jugadores con ese perfil y complementarlo con un sub-23 para que desempeñe la misma tarea que Daniel el pasado curso. 

Oportunidad

El Hércules inició el ejercicio 22-23 con dos centrales que no aguantaron juntos ni una semana. Cuando Marcelo Djaló se hizo trizas la rodilla en Palma, en la jornada inaugural, Marín ocupó su lugar al lado de Dylan. La llegada justo después de Roger Riera (y también la de Truyols), le relegó de nuevo a la sombra hasta la jornada 14.

Aquel mediodía, el del debut de Lolo Escobar en el banquillo, también fue el del estreno del canterano como titular. Encadenó seis semanas formando de inicio. No se perdió ningún partido, se ganaron cuatro y se empataron dos. Catorce puntos y seis goles encajados. Era su momento, la ola buena... pero la misma amenaza que le persigue ahora truncó su inercia de raíz. Dos refuerzos invernales, Diego Jiménez y Mario Gómez, le alejaron de las alineaciones, primero, y de las convocatorias después.

Ninguno demostró más que él, pero cuando al revulsivo que generó el cambio en el banquillo se le fue el gas, se optó por lo mismo que se va a optar ahora: cerrar filas en torno a perfiles aparentemente sólidos, con recorrido, con conocimiento de causa. Dani Marín sería una pieza sub-23 intocable. Si tuviera un año menos, formaría parte de la plantilla, pero no es el caso y le va a tocar buscar un nuevo destino para que la evolución experimentada como futbolista del Hércules no caiga en saco roto.

El desastre defensivo de la pasada campaña hace que el club busque perfiles con experiencia en el centro de la zaga

Su deseo, por sentimiento, arraigo y pertenencia, era el de continuar creciendo en el José Rico Pérez, pero eso no entra en la hoja de ruta de la secretaría técnica, decidida a no repetir los errores del curso anterior. 

Sergi Molina está en la misma situación. El central alicantino cumple los 23 en julio y para seguir en el equipo habría que dotarle de una de las 16 fichas profesionales a las que sí tendrán acceso Nico Espinosa y Jean Paul N’Djolí, que como los defensores de la terreta pierden este curso la condición de Sénior B.

Molina, que ha superado una grave lesión de rodilla, solo ha podido jugar un partido en la última campaña, ese estéril que el equipo de Escobar protagonizó con enorme abulia en Ibiza en la jornada final para asegurarse, al menos, entrar en el bombo de la Copa del Rey 2024.

El entrenador le dio dos minutos en la desembocadura, confirmando con ello la total recuperación de su dolencia articular. Paco Peña confió en una recuperación que se demoró más de lo que todas las partes deseaban y eso le dio a Marín la oportunidad de avanzar. Así de cruel es el balompié antes de que tu apellido salga a diario en las noticias, antes de que el público coree tu nombre mientras la grada explota en un ovación inequívoca.