PENSAMIENTOS ANIMALISTAS

Vivir en la calle no es un chollo

Vivir en la calle no es un chollo

Vivir en la calle no es un chollo / RAÚLMÉRIDA

Raúl Mérida

Raúl Mérida

Los gatos que viven en la calle son como esos vecinos que viven a nuestro lado, pero a los, a menudo, ni conocemos ni vemos.

Los gatos ferales viven en pequeños grupos de 15 o 20 gatos, en espacios con muy poquitas condiciones para vivir. Unas veces son solares sin construir, otras, jardines o parques, y, a veces, viviendas, locales o casas abandonadas en las que encuentran resguardo y protección.

Entre un sesenta y un setenta por ciento son hembras. El resto, machos.

El terreno se lo dividen ordenadamente y, aunque a simple vista no encontraremos señal alguna, todo el espacio está marcado por los gatos que viven en el mismo. Lo hacen a través de arañazos, orín, excrementos y secreciones olorosas que producen las glándulas que tienen en la frente, justo encima de sus ojos, y también en la cola, y que depositan restregándose contra las paredes, rocas, piedras o árboles. De esa forma, el terreno queda listo para una mejor convivencia.

No obstante, como no todo es controlable, intentarán mantener siempre una constante actitud de defensa que les hará, incluso en el caso de los gatos domésticos, caminar siempre por los laterales y nunca campo abierto. Mejor prevenir que curar.

Sin embargo, toda la organización anterior no evita que las expectativas de vida de estos gatos no sean muy altas. Los peligros les acechan. Los accidentes son continuos y los atropellos, especialmente durante los periodos de celos, están a la orden del día.

Por eso, y para controlar la natalidad de dichos gatos, se esterilizan, principalmente, a las hembras. Sin embargo, las dificultades para capturarlas y operarlas, está poniendo en solfa la efectividad de este sistema de control. Mientras tanto, los científicos alertan sobre el peligro que la proliferación de gatos en la calle supone para la supervivencia de otras especies. Las personas que cuidan de ellos, por el contrario, no quieren ni oír hablar del tema. Desgraciadamente, si no hay acuerdo entre ambos, el desacuerdo como siempre lo pagaran los animales.