Bibliotecas de ensueño

Antonio Sempere

Antonio Sempere

A lo largo de las catorce entregas emitidas de Un país para leerlo su anfitrión se ha paseado por otras tantas capitales españolas entrevistando a algunos de los escritores más representativos que habitan en ellas en las bibliotecas públicas de dichas ciudades. La última que pudimos ver, el 13 de enero, fue la Biblioteca Municipal de Tenerife. A mí, la verdad sea dicha, se me hacía difícil concentrarme en las palabras de la escritora invitada. Se me iban los ojos hacia el entorno. Cada plano general era una invitación a contemplar ese templo maravilloso no sólo para la lectura, sino para el deleite de los sentidos. Un lugar listo para entrar a vivir, como me gusta denominar a esos hitos de la ciudad que nos ha tocado habitar en donde nos gusta perdernos. Un espacio diáfano, amplio, bello e idóneo para escuchar música, navegar por la Red, estudiar, investigar, peinar la prensa, y por supuesto leer con sosiego en un ambiente ideal. Como quien se introduce en una burbuja fuera del tiempo y el espacio.

Del mismo modo hemos visto desfilando ante nuestros ojos en el mismo programa bibliotecas ante las que siempre se nos han puesto los dientes largos. Se nos seguirán poniendo. Porque la ruta de Un país para leerlo seguro que completa todas las capitales del Estado, e incluso puede continuar más tarde por otras ciudades relevantes del país.

Mientras tanto, durmiendo el sueño de los justos, en Alicante seguiremos contando con una biblioteca obsoleta, vieja y desagradable, en espera de una rehabilitación integral que ya se ha retrasado por espacio de quince años. El urbanista y profesor emérito José Ramón Navarro Vera me propuso que creásemos la Asociación de Amigos de la Biblioteca Azorín. Dudo que sirviera de algo la iniciativa.