Al azar

Sumar es el nuevo Ciudadanos

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, interviene en el acto 'Empieza todo' de la plataforma Sumar.

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, interviene en el acto 'Empieza todo' de la plataforma Sumar. / Carlos Luján - Europa Press

Matías Vallés

Matías Vallés

Yolanda Díaz es la vicepresidenta comunista del Gobierno, una política de indiscutible valía y reconocimiento público, aunque digitada por dos hombres. Pese a su genealogía inconfundible, en el discurso de cincuenta minutos de duración que era la puesta de largo de Sumar, la nueva candidata no pronunció la palabra «izquierda» en una sola ocasión. «Progresista» se le escapó una vez, por un error en el frenesí final de su intervención. Para remarcar el arrinconamiento del izquierdismo, su alegre descalificación de cuarenta años de Gobiernos democráticos cancela a un Zapatero que es el auténtico artífice de la igualdad sexual en el Gobierno que facilita la llegada de la propia Díaz, por no hablar de las tres vicepresidentas de Sánchez.

La izquierda fue sustituida por «ternura», «hermosa España», «cosas útiles» y el supremacismo maternofilial de «yo estoy aquí por mi hija», un apartado en que se le adelantó Belén Esteban. Yolanda Díaz es comunista, no excomunista, y la primera regla de una ruptura radical con el pasado consiste en confesar el divorcio. De acuerdo con el tono del discurso idílico y vegetariano, Sumar no suplanta a Podemos, sino que se erige en el nuevo Ciudadanos, el partido catch all al que cualquiera puede votar. Dado el clamoroso olvido de los coautores de los logros de la candidata en el Gobierno, cabe precisar que España no le debe nada a Podemos, pero la deuda de la vicepresidenta con el partido citado es difícil de cancelar.

El acto de Sumar parecía una cumbre de los huérfanos de Podemos. Ni una mención explícita a la inflación o a Ucrania, a cambio de una disertación sobre salud bucodental. Una interpretación de la realidad en clave feminista, pero sin una sola referencia a la ley de solo sí es sí. El tono primaveral no suprimía el aire vengativo de un nuevo capítulo en la ceremonia de autodestrucción izquierdista. La exaltación yoísta de Yolanda pretende sustituir a las formaciones clásicas por candidatos sobrevenidos, pero solo demostró que es más fácil dejar de votar a los novísimos que a los partidos clásicos.  

Suscríbete para seguir leyendo