Entre meditaciones

Quentin Tarantino en una imagen de archivo

Quentin Tarantino en una imagen de archivo / EP

Francisco Esquivel

Francisco Esquivel

Quentin Tarantino ha pasado por Barcelona para presentar ante cientos de seguidores arrebatados sus «Meditaciones de Cine». Acaba de cumplir sesenta tacos y ha dejado caer que con el próximo rodaje pondrá fin puesto que quiere darse de continuo a la escritura. Nunca he sido un loco de su filmografía, pero resulta que he visto toda. Y eso que cuando a mi primo Jesús la puerta del bus aquel le espachurró los dedos quien se desmayó fui yo.

   El imaginero de «Pulp Fiction» se recreó durante la comparecencia en la niñez. Deslizó que su madre le permitió ver películas de adultos con estampas perturbadoras como escenas de violaciones y de torturas, aunque reconoció haberlas disfrutado. Sin embargo le traumatizó «Bambi». Admitió que no esperaba que fuera a pasar algo así. «No vi venir ni estaba preparado para que mataran a la madre del cervatillo ni para el incendio del bosque». Según él, ha destrozado a muchos niños durante décadas. Me rindo. Es un genio.

   Otro aspecto que me ha ganado del encuentro mantenido es que los organizadores pidieron a los asistentes guardar los móviles en una funda precintada hasta el final del acto y, si estarían entregados al ídolo, que ni rechistaron. Medidas de choque habían de tomarse porque lo del chisme este es ya enfermizo. Dylan viene en nada y los conciertos estarán presididos por idéntica medida lo cual adquiere un rango superior dado que el poeta y músico de Minnesota no mira al público en las actuaciones. Una riada de madrugadores sí que andaban ansiosos por deleitarse con la imagen del Cristo al que canta Serrat. Y después de estar allí clavados ni se sabe, en cuanto apareció, no lo entiendo, en lugar de extasiarse con los andares del Señor al que llevan de lujo, un gran porcentaje alzó la mano grabando hasta que se fue e impidiendo la visión a buena parte del resto. Y sí, sentí la influencia de Tarantino. Les hubiera cortado el brazo.