Con un pan bajo el brazo

Imagen que simboliza el negocio de los vientres de alquiler.

Imagen que simboliza el negocio de los vientres de alquiler.

Antonio Cuevas

Antonio Cuevas

Con un pan bajo el brazo, pero ya se sabe que hay panes muy diferentes, desde el pan ácimo que consumían los judíos en su pascua, el pan y la sal de la bienvenida ortodoxa, el pan negro de la postguerra, el pan caliente recién salido del horno y el pan duro de la miseria. Hay muchos panes, desde el más elemental hasta esos que se exhiben en los escaparates de las "boutiques" de pan que sólo venden productos de alta gama y marcan la diferencia. La igualdad no existe ni en el pan. Hasta ahí podríamos llegar. Lo de nacer con un pan bajo el brazo es un lugar común que se repite sin pensar. Se supone que se refería exclusivamente al nacimiento de un niño varón y significaba en su origen que el pequeñín pronto trabajaría contribuyendo a traer pan a la mesa familiar, ya fuera en el campo, sembrando o pastoreando el ganado; o en la mina, en los túneles estrechos; o en las fábricas textiles de la Revolución Industrial; o en las calles mendigando o robando como en las novelas de Charles Dickens. 

Muchas personas en los países desarrollados, actualmente, no pueden tener descendencia, algo que no era tan común hasta hace poco. Parece que ni el semen es lo que era y la fertilidad anda de capa caída. La especie también envejece. Pero en una sociedad en la que rige la ley de la oferta y la demanda todo tiene solución, si se tiene el dinero correspondiente, claro. Ser padres y madres no es un derecho, se trata de una elección voluntaria o de un descuido incluso.

En estos tiempos, sin embargo, ser madre o padre, gracias a la ciencia, está al alcance de cualquiera siempre que pueda pagarlo. El invento de las incubadoras, en su momento revolucionó el mercado de las granjas: nacían polluelos sin necesidad de gallinas. Actualmente no faltan mujeres necesitadas que se convierten durante nueve meses en incubadoras, en madres gestantes. Ningún estudio indica qué les pasa a estas gestantes después de cumplir con su contrato: han convivido meses con el feto, sintieron sus movimientos, saben que al nacer el niño o niña será entregado a personas que apenas conocen. Para ellas es como si ese bebé, muriera. Una clausula del contrato debería financiar el duelo. Vientres de alquiler.

Loco mundo. Cambalache distópico. Vientres de alquiler en un mundo en el que millones de menores pasan hambre o enferman por falta de vacunas, en el que muchas mujeres mueren cuando paren en condiciones penosas, en la flor de la edad, en la etapa de la vida más adecuada para ser madre, tal como fuera diseñado por la naturaleza. Antes decían que los niños nacían con un pan bajo el brazo, ahora, visto lo visto hasta la extenuación en los medios de comunicación, parece que nacen con una exclusiva bajo el brazo.