Siento, luego existo

Antonio Sempere

Antonio Sempere

Nos quedó cierta decepción tras ver la entrega de El cazador de cerebros dedicada a Antonio Damasio, a sus 79 años, uno de los popes mundiales de la neurociencia. El título del capítulo, Siento, luego existo, aludía a una de las aportaciones esenciales de Damasio, en la que argumenta cómo Descartes estaba equivocado al separar la mente y el cuerpo que, de hecho, son interdependientes. El científico, junto a su mujer Hanna, han pasado toda su vida tratando de demostrar la relación entre la emoción y la razón: nuestras decisiones están influenciadas por ambos.

El cazador de cerebros, a punto de concluir su séptima temporada, presentado por Pere Estupinyà, es un claro heredero de Redes de Eduard Punset. Sin embargo, en los programas que dedica a los avances de la Neurociencia y la Psicología, y que para mí eran los mejores y los más accesibles, Punset (y no se trata de falsa pose nostálgica) poseía una intuición televisiva muy poderosa. Era un verdadero hipnotizador, un brillante entrevistador y un excelente divulgador.

Habilidades que, si establecemos la comparativa, hemos encontrado muy mermadas en Estupinyá, hasta el punto de llevarnos a abandonar muchas entregas a medias por falta de interés. Disponer nada menos que de Antonio Damasio y treinta minutos de televisión a placer, y no ser capaz de hacer magia con ellos, supone un desperdicio difícil de justificar.

Añado un detalle que me apenó. Tanto que hablamos de la pujanza de la lengua española y de la presencia del Instituto Cervantes en más de medio mundo, que los portugueses Antonio Damasio y su mujer se expresasen en inglés ante una televisión española me pareció un dato muy revelador acerca de qué lugar ocupa de verdad el español en la ciencia y el saber universal.