No me gusta que humillen a los toros

Corrida de toros del viernes 23 de junio; "El Juli", Roca Rey y Tomás Rufo

Corrida de toros del viernes 23 de junio; "El Juli", Roca Rey y Tomás Rufo / Héctor Fuentes

Luis Beltrán Gámir

Luis Beltrán Gámir

Hablamos de un espectáculo de dominación y humillación a un animal herbívoro, y, por tanto, pacífico. Se hace del dolor una fiesta, convirtiéndole en la víctima donde descargar la vileza y agresividad humana. Llamadme cateto, pero decir que hay un ritual, una belleza, en torturar y matar, me parece una aberración. Y, amigo taurino, en la balanza, ¿que pesa más? ¿El supuesto arte o la crueldad? He leído que "respetan y protegen al toro". Le atraviesan la piel y los músculos con instrumentos de tortura tan ingeniosos, que serían envidiados por el Marqués de Sade. La puya es una lanza de madera que provoca intensas hemorragias y un dolor inmenso. Luego vienen las banderillas, provistas de arpones de acero afilados y cortantes. Por fin, el estoque, una espada que atraviesa su corazón, causándoles una hemorragia interna masiva. Y, por si no lo habían humillado bastante, a veces, les cortan las orejas y el rabo, según cómo valore el público el trabajo del torero. ¡Pues vaya un respeto y protección! Hago mía la canción del alicantino Carlos Goñi, que da título al artículo.

Como a Picasso le gustaban los toros, ¿eso significa que son cultura? Ya os conté en otro artículo que el malagueño era un sádico, pegaba a sus amantes, y les quemaba cigarrillos en el cuerpo. Era tan gran pintor como mala persona. Así que me parece normal que disfrutara viendo sufrir a un animal. El eslogan "la tortura no es cultura" me representa. Y que el conseller de cultura sea un torero, me parece una broma de muy mal gusto.

Abascal presume de su amistad con Morante de la Puebla y fichó para sus listas a Serafín Marín o Pablo Ciprés, supongo que buscando votos en las zonas rurales. Resulta curioso que Pedro Sánchez subvencione el mundo taurino con 75.000 € de los presupuestos generales del Estado, y el presidente extremeño Fernández Vara, del mismo partido, lo haga con 86.000. ¿Son los toros entonces una cuestión de ideología política?

Ahora los políticos de izquierdas son muy antitaurinos, pero si nos retrotraemos al pasado, no. Es famosa la foto de Santiago Carrillo sacado de una plaza a hombros de los militantes, o del Che Guevara en Las Ventas, inaugurada curiosamente por la Segunda República. De hecho, hubo corridas en la guerra civil para recaudar fondos para la República. Ortega y Gasset, Tierno Galván, Lorca, Sabina, todos ellos poco dudosos de ponerse cara al sol, defendían la fiesta. El histórico dirigente de Herri Batasuna, Jon Idígoras, fue varios años novillero. Eneko Andueza, secretario general de los socialistas de Guipúzcoa, así como Carmen Calvo, son grandes defensores del sector taurino. Me quedo con la frase del torero Pablo Aguado: "la tauromaquia debería considerarse de izquierdas, ya que viene del mundo rural, de los que tienen menos poder adquisitivo".

Cuando un programa desaparece, es una mala noticia. Sin embargo, que el "Canal toros", de Movistar, se cancelase, me pareció estupendo. Era un espacio dedicado a un espectáculo cruel y sangriento. Lo que me entristece es que, treinta años después, no esté en la parrilla, no por criterios éticos, sino simplemente por falta de rentabilidad. ¿La buena nueva? El final de la tortura animal disfrazada de tradición está próxima, si las nuevas generaciones pasan completamente de este tema. Hasta la ONU recomendó a España no dejar entrar a los niños, para prevenir los efectos nocivos de la violencia. Recordemos que es un sector que, sin las subvenciones, que también cobran los ganaderos por criar al toro de lidia, no sería económicamente viable. Como escribió Jorge Fauró en este diario: "la tradición no convierte las costumbres en buenas".

Acabaré con una nota histórica que leí en INFORMACIÓN hace años. José Bonaparte era un pacifista intelectual, y, como persona culta, era antitaurino. Sin embargo, reimplantó la fiesta, abolida por Carlos IV, para confraternizar con la plebe, haciéndola gratuita. Moraleja: hace doscientos años usaban los toros para buscar la simpatía del pueblo, y hoy hay políticos que dicen detestarlos precisamente por lo mismo. Por cierto, por si alguno no se ha enterado todavía, José I, apodado Pepe Botella, era abstemio.