Decencia
Las elecciones generales celebradas el 23 de julio pasado han conformado un parlamento que, por decirlo de forma breve, resulta complicado.
Todos, o muchos, por no exagerar, de los votantes cuando efectuamos el acto de introducir en las urnas las papeletas soñamos con un resultado que queremos y con otro que creemos. Cuando al hilo de las diez de la noche el escrutinio comienza a dar resultados con cierta aproximación al que será finalmente, las alegrías y las penas se reparten por barrios. En las encuestas previas todas, menos el CIS, daban una rotunda victoria al PP y una casi segura mayoría absoluta si se consideraba una coalición con Vox.
El PSOE quedaba, en esos estudios dicen que científicos, como el gran perdedor de la jornada. Cuando el escrutinio ya era casi definitivo los votantes y simpatizantes del PP lloraban su victoria y los del PSOE celebraban la derrota.
Tras cada jornada electoral vienen los análisis, más o menos sesudos, con mayor o menor carga de ciencia en ellos. Y lo primero que está siendo vapuleado es el sector de las encuestas electorales. Mi opinión: salvo dos o tres que son serios, los demás estudios son encargos y en el precio está la exigencia de unos números. Se utilizan como instrumentos de movilización sin atender con fórmulas científicas a lo que los ciudadanos deberían exigir, la verdad. Y aquí comienzo con el título de este artículo, ya que sería deseable más decencia en la prensa que contrata estas encuestas y en las empresas que las realizan.
Los dirigentes del PP manifestaron su estupor al no ver en las urnas el resultado previsto en esas encuestas. Parece mentira que personas con estudios y experiencia política caigan en este error tan burdo. Encargan unas encuestas con un resultado predeterminado y luego se lo creen. Y se enfadan cuando la realidad no se corresponde con lo que ellos querían.
Pasado el primer estupor comienza la estrategia. Vamos a decir que hemos ganado y que tenemos que gobernar. Saben, tienen que saberlo, que eso es falso. Pero lo dicen, y lo repiten, y muchos de sus seguidores se lo creen, y se van calentando, esperando ir a las barricadas si no gobiernan. Decencia, por favor. Lo dice la constitución y la experiencia que llevamos acumulada tras muchos procesos electorales. El rey no propone a quien quiere. El rey no propone al que más votos ha sacado. El rey propone a quien cree, según lo que le han ido diciendo en las audiencias preceptivas, que va a obtener la investidura o que tiene más posibilidades de conseguirla. Y es indecente decir otra cosa y calentarles los cascos a muchos miles de ciudadanos de buena fe que creen que es verdad lo que dicen. En las elecciones de 2016 en los EEUU Hillary Clinton sacó más de tres millones de votos de ventaja a Donald Trump, pero no lanzó a los cuatro vientos la frase de «he vencido». Conoce las reglas electorales de su país y era consciente de que no iba a ser la próxima presidenta. Feijóo debería seguir su ejemplo, ser decente.
La constitución de 1978 es la ley de leyes de nuestro país, el marco jurídico y político por el que debemos regirnos. Y los gobernantes, así como los que aspiran a serlo, deben conocerla y ayudar a todos los demás a entenderla. En el primero de sus artículos se afirma que el Estado español propugna como valores superiores la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. Aunque no lo dice expresamente cualquiera entiende que sin decencia no podemos aspirar a conseguir llegar a esos valores.
Cuando en el artículo 9.1 dice: los ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a la constitución y al resto del ordenamiento jurídico, leído con decencia el artículo 122.3 sabemos que los miembros del Consejo General del Poder Judicial son nombrados por cinco años. No cumplir con este precepto es indecente, y no es preciso recordar una vez más quien tiene bloqueado este relevo desde hace casi cinco años.
Soy consciente de que artículos en prensa como este no son lectura habitual de personas conservadoras simpatizantes o votantes del PP, pero creo saber que en los gabinetes de los grandes partidos hay quienes rastrean por internet casi todo lo que se publica. Espero, por tanto, que alguien lea lo que estoy escribiendo y lo ponga en la bandeja de algún responsable próximo al presidente de ese partido. Y con esta confianza, me voy a permitir hacer una propuesta. Don Alberto Núñez Feijóo: sea valiente y tome una decisión que hará que miles de españoles le consideremos desde ese momento como alguien impecablemente decente. En cuanto esté constituido el parlamento comunique oficialmente, y por rueda de prensa, para que nos enteremos todos, que su partido se pone de inmediato a resolver la interinidad del CGPJ y que en breve se podrá proceder al nombramiento de los nuevos miembros por el periodo que establece la constitución, cinco años.
La decencia, tan importante en la vida y, por supuesto, en política.
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