Pedagogía antifascista

Alumnos con uniforme el primer día del curso escolar.

Alumnos con uniforme el primer día del curso escolar.

Miguel Ángel Santos Guerra

Miguel Ángel Santos Guerra

Desde hace la friolera de veinte años mantengo la costumbre de dar la bienvenida al nuevo curso escolar. Creo que se trata de un acontecimiento de extraordinaria relevancia. En una de esas ocasiones invité a celebrar la fiesta de Curso Nuevo, de la mima manera y por muchos más motivos que celebramos la fiesta de Año Nuevo. Sé que algunos centros de diversos países llevaron a la práctica la sugerencia. Siempre es buen momento para reiterar la idea.

Estamos tan acostumbrados a este fenómeno extraordinario, nos parece tan natural, que no valoramos su importancia. Que en todas las etapas del sistema educativo (desde infantil a la Universidad) se ponga en marcha esta maquinaria gigantesca es casi un maravilloso milagro. Millares de instituciones, que han permanecido cerradas durante el verano, cobran vida y se llenan de docentes, de alumnos, de personal de administración y servicios que tratan de desarrollar un proyecto educativo con esfuerzo, ilusión y compromiso.

Las palabras ilusión y compromiso merecen una especial atención. La ilusión de volver a verse, de trabajar juntos, de convivir mientras se aprende o de aprender mientras se convive pueden alimentar ese sentimiento de alegría y satisfacción que produce la realización o la esperanza de conseguir algo que se desea intensamente. El compromiso exige dedicación, entrega, cooperación, esfuerzo y sentido de equipo. No podemos olvidar que las instituciones desarrollan un proyecto y que, por consiguiente, resulta imprescindible el trabajo colegiado.

Poner fin a las vacaciones requiere un esfuerzo especial, ya que hay que pasar, de forma súbita, de un régimen se descanso y libertad a otro de disciplina y esfuerzo. La ilusión y el compromiso harán más llevadero ese cambio. No olvidemos la triste situación de quienes no tienen la fortuna de volver al trabajo o de aquellos que tienen un trabajo menos creativo y apasionante. He visto a los niños ucranianos acudir a las escuelas que tienen refugios antiaéreos. Qué terrible tener que dejar los libros para protegerse de las bombas. Nosotros podemos acudir sin esos riesgos a la escuela.

Este año voy a dar la bienvenida al nuevo curso con la presentación de un interesante libro escrito por un compañero y amigo, profesor de la Universidad de León, que se llama Enrique Javier Díez Gutiérrez, aunque los amigos le llamamos Quique.

El libro se titula Pedagogía antifascista. El subtítulo ofrece casi una síntesis del contenido: «Construir una pedagogía inclusiva, democrática y del bien común frente al auge del fascismo y la xenofobia». Está publicado por la Editorial Octaedro y ha visto la luz en enero de 2022.

¿Por qué esta elección? Porque considero que lo que ha de buscar el sistema educativo es que, a través del conocimiento, podamos comprender y mejorar el mundo en que vivimos. ¿Qué aprendieron en la escuela los votantes de Bolsonaro, de Donald Trump, de Le Pen, de Meloni, de Erdogan, de Javier Milei…? ¿Aprendieron a pensar? ¿Aprendieron a convivir con valores?

En los Proyectos de Centro suelen aparecer unos objetivos que me parecen magníficos pero sobre los que se reflexiona poco. Pretendemos formar personas críticas, creativas, solidarias… Me parece estupenda la formulación. El problema está en preguntarse si con la forma de actuar se pueden conseguir esos logros. Hay que preocuparse por la coherencia entre medios y fines. Y luego hay que saber si se han alcanzado los objetivos propuestos. Y en el caso de que no se hayan conseguido hay que preguntarse con rigor por qué.

Volvamos al libro. El profesor Enrique Díaz divide el libro en dos partes complementarias. En la primera, de carácter teórico, sienta las bases conceptuales del neofascismo. En la segunda, más práctica, hace propuestas de intervención.

Resulta muy importante hacer un buen diagnóstico de lo que sucede en la sociedad. No hace mucho, discutí con una persona que me decía que no existía el neoliberalismo. Y su principal argumento se basaba en que nadie se consideraba un neoliberal. Esa negación, bloquea cualquier intervención para combatirlo.

Existe un neofascismo que inunda la sociedad y, de alguna manera, también las aulas y los centros. Una corriente de pensamiento y de acción que destruye la democracia desde dentro de la democracia (Véase el ideario de Javier Milei, candidato a la presidencia de Argentina…).

Voy a plantear algunos rasgos de esta filosofía que avanza con rapidez en el mundo. Es necesario detectar las estrategias de penetración del neofascismo en la escuela.

El neofascismo practica el adoctrinamiento en la escuela. Lo consigue imponiendo el pin parental, rechazando la educación sexual a la que se atribuyen fines perversos, eliminando ciertas ideas de los libros de texto…

Se ensalza el patrioterismo militar, cultivando un concepto de patria cerrado e impulsando la fabricación de armas para defender la bandera, los símbolos, las tradiciones y las fronteras.

Practica la xenofobia, el racismo y la desigualdad social ya que no admite una sociedad democrática, plural y tolerante. Su estrategia es favorecer una mentalidad única que genera odio al que es diferente.

La ocultación del pasado, el olvido de la dictadura (e incluso el elogio de la misma) y la comodidad con la herencia del franquismo, el rechazo de la memoria histórica que nos aleja de la devastación que supuso la aparición del fascismo nazi.

Otro eje del neofascismo es el rechazo de la Ideología de género. A las feministas se las califica de feminazis. Se niega la violencia machista y se califica de majaderías ideológicas las estrategias didácticas que se utilizan para combatir el machismo.

La privatización de bienes y servicios, sobre todo en sanidad y educación, genera una innegable desigualdad. Quien tenga dinero tendrá seguridad, educación, sanidad, comunicación…

La caza y la tauromaquia se presentan como excelentes actividades que arraigan con las esencias patrias y con el núcleo de la mejor tradición.

La ideología neoliberal es asumida con entusiasmo por el neofascismo. Porque muchos de sus postulados coinciden con los suyos. Un individualismo exacerbado y una competitividad extrema guían los comportamientos, las actitudes y los discursos.

La segunda parte del libro plantea estrategias de transformación. Nos viene bien este tipo de propuestas al iniciar el nuevo curso. Porque este discurso no es una mera elucubración teórica. Es, más bien, una propuesta didáctica.

La comunidad educativa no puede permanecer ajena a la barbarie. (Escuela o barbarie, escrito por Carlos Fernández Liria y publicado por Akal, es el título de otro libro de interés para el comienzo de curso)..

«No se puede ser demócrata sin ser antifascista», dice el autor. ¿Cómo practicar la pedagogía antifascista? Podríamos desplegar el concepto en la siguiente panoplia de vertientes: pedagogía intercultural y antirracista, pedagogía feminista, pedagogía crítica, pedagogía de lo esencial, pedagogía lenta, pedagogía laica, pedagogía de los derechos humanos y del cuidado de todos los seres vivos, pedagogía de la inclusión, pedagogía democrática, pedagoga de la memoria, pedagogía de la desobediencia cívica y crítica, pedagogía emancipadora, pedagogía del apoyo mutuo, pedagogía de la inclusión, pedagogía de la igualdad, pedagogía de la evaluación democrática, pedagogía digital crítica, pedagogía ecológica…

Estas tesis son herederas del pensamiento y la obra de pedagogos que nos han enseñado el camino de la emancipación: Paulo Freire, Rosa Sensat, Celestin Freinet, John Dewey, María Montessori…

El reto es importante. Nos jugamos mucho. Hay que detener esta ola neofascista que nos convertiría en súbditos del poder y clientes del mercado, alejándonos de la esencia de la ciudadanía. El silencio y la indiferencia nos haría cómplices de esa degradación a la que nos lleva, a veces de forma imperceptible, el neofascismo.

En el siglo IV antes de nuestra era decía Lucio Anneo Séneca: No nos atrevemos a hacer muchas cosas porque pensamos que son difíciles pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas.

Deseo un curso feliz a todos y cada uno de los protagonistas de esta experiencia que pone las bases de la construcción de una sociedad mejor. Ofrezco a quienes comienzan esta maravillosa aventura un lema que me ha acompañado durante muchos años: «Que mi escuela sea mejor porque yo estoy trabajando en ella».