El belicismo nuestro de cada día

Archivo - El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su intervención en el Foro Económico Mundial en Davos (Suiza).

Archivo - El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su intervención en el Foro Económico Mundial en Davos (Suiza). / FERNANDO CALVO - Archivo

Marc Llorente

Marc Llorente

El título no se refiere a los bombardeos ilegales de Joe Biden a Yemen en coalición con el Reino Unido contra los rebelde hutíes, responsables de atacar buques comerciales en el mar Rojo en «solidaridad» con los palestinos ante el genocidio que Israel lleva a cabo en Gaza desde el pasado 7 de octubre. Prometen represalias y el belicismo prospera.

Sí queremos subrayar lo que sucede en nuestro país cada día. Si existe el odio, la polarización y todo lo que eso conlleva es por las actitudes antidemocráticas que administran los exaltados y manipuladores habituales. Las fuerzas del Congreso son las que son y, por tanto, se intenta gestionar la situación en función de esas legítimas circunstancias. No se puede convocar elecciones generales en cada ocasión que el resultado no guste a unos o a otros.

Qué heroico es votar en contra de los trabajadores. De bajar la factura de la luz, de la gratuidad del transporte o de subir las pensiones a la vez que el presidente de la Junta de Andalucía, por ejemplo, Moreno Bonilla, se sube la «paguita» un 19 %. No es una chirigota. Es la libertad que algunos defienden y el rechazo al supuesto autoritarismo del Gobierno que representa los valores de la socialdemocracia en cierta dosis solo.

La marea política promete no reducir su intensidad. Y la marea plástica en Galicia supone una crisis ambiental y de responsabilidad con el horizonte cercano del próximo 18 de febrero, día en que se celebrarán los comicios en aquella comunidad. Uno de los expertos en confrontación es el «moderado» Núñez Feijóo, líder del PP con la venia de Díaz Ayuso, el teleñeco del aznarista Miguel Ángel Rodríguez, quien la ha convertido en lideresa por la vía de la valoración irracional y el poder de los votos.

El hacha de lucha de este grupo ignora los principios democráticos y de la gobernabilidad. Las falsedades, la desinformación y la búsqueda constante de la inestabilidad son la moneda común de esta estrategia ultraconservadora que fomenta el miedo y el desprecio por el diálogo y la convivencia. ¿A quién perjudican los derechos sociales, la creación de empleo digno y el sosiego en Cataluña?

Esta es la ofensiva «sin cuartel» de Feijóo, que busca un beneficio partidista a través de generar engaños y borrascas continuas, incluso donde no hay. Los acuerdos del PSOE con Junts no representan ninguna extorsión ni suponen una concesión a demandas independentistas. Se trata simplemente de negociar como corresponde a un Gobierno en minoría. Pero también en el marco de una sociedad abierta y plural.

El pacto de Sánchez con Junts no va a alterar las competencias del Estado en el control de fronteras para el transito migratorio. Lo que sí estimula al independentismo y los enfrentamientos es el talante autoritario, como forma de respuesta a los problemas, y la guerra sucia con espionaje y campañas de desprestigio que M. Rajoy mantuvo, al margen de la ley entre 2012 y 2016 al menos, contra el independentismo catalán.

Evidentemente, el Ejecutivo de Pedro Sánchez debe revisar las formas negociadoras si quiere evitar adversidades. Que el partido de Puigdemont no se lo ponga fácil es parte del guion. Otra cosa es que Podemos, con instinto de venganza, no vote a favor de una propuesta que lleva el sello particular de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Es decir, la reforma del subsidio por desempleo. Los intereses particulares no deben situarse por encima de los de la población, aunque es verdad que conviene hacer las cosas bien desde el primer momento. Así que lo más oportuno es negociar una reforma que beneficie a todos y aprobarla próximamente.

Por supuesto, Feijóo y los suyos se apartan de estas cuestiones y de tantas otras y siguen haciendo la guerra a todo lo que huela a mejoras relevantes para millones de personas vulnerables. Ni diálogo social, ni plan de recuperación con fondos europeos, ni subida del salario mínimo un 5 % con la que no están de acuerdo los empresarios. Ni nada. Ellos actúan pensando en lo único que les interesa. La práctica del belicismo diario, como regla, y dar la espalda a la ciudadanía en la oposición y en caso de llegar al Gobierno central. Es palpable. En la España autonómica y de los ayuntamientos, bajo control del PP y de Vox, se retrocede en derechos y libertades o en asuntos de cultura. Mientras, Sánchez saca pecho en el Foro Económico Mundial de Davos.