Prietas las filas de Vox

No sabemos de qué material está hecho exactamente el partido preferido por el PP para pactar políticas, pero parece presentar fallos estructurales

Prietas las filas de Vox

Prietas las filas de Vox / Elisa Martínez

Pilar Garcés

Pilar Garcés

A ver si va a resultar más fácil mantener España unida pese a la amenaza independentista que prietas las filas de Vox. El ejército de Pancho Villa es una piña al lado de los representantes de la ultraderecha en Balears. Poco le ha durado a Abascal el pétreo liderazgo que exhibió el domingo en una asamblea extraordinaria de quince minutos, y en la que cargó contra los medios de comunicación «corruptos» que arman un «ruido ensordecedor» contra su formación, más sólida que nunca. Abascal Santiago, no confundir con Naty, dama incombustible de la alta sociedad que vuelve a estar de actualidad por mostrar su lencería a los 80 años sin cortarse un pelo. Podría dar Naty lecciones de transparencia y de resistencia de materiales a Santiago. No sabemos de qué está hecho exactamente el partido preferido por el PP para pactar políticas, pero parece presentar fallos estructurales. O aluminosis agravada por el aburrimiento que domina a los próceres ultramontanos cuando se ven obligados a trabajar un poco, que no todo va a ser cotorrear sobre el cartel de la Semana Santa sevillana y confeccionar piñatas. Hay dinero público a espuertas para repartir en la ‘putodefensa’ de la nación y ahí empiezan los roces. Se ha dado prisa Vox en seguir la senda de Ciudadanos y de Podemos hacia la autoinmolación. En el Parlament, antaño sede del Círculo Mallorquín donde se representaban comedias y vodeviles, sus diputados se encuentran por los pasillos y se insultan «disidente», como en ‘La vida de Brian’. Nada que objetar, salvo que se complica la ‘fachosfera’ de la que habla el presidente Pedro Sánchez, y los ujieres deberán llevar un croquis de dónde se sientan los unos y las otras para dejarles el vasito de agua. Tenemos un par de ‘Voxoficial’ disueltos en el grupo mixto junto a un purgado anterior que ejerce de telonero del PP, y cinco tránsfugas haciendo de banda Tributo a Vox.

Así que Marga Prohens se dispone a efectuar un aterrizaje de emergencia en la isla de ‘Perdidos’ mientras sonríe al pasaje porque «todo bien, todo controlado, esto no es un secuestro». Nada más lejos de la realidad si las matemáticas no fallan y necesita los votos todas las veces. La presidenta precaria del Govern balear tiene dos opciones. La primera es esperar a que Elon Musk perfeccione el chip cerebral y lo implante raudo en los cráneos de sus socios para frenar desde fuera su tendencia al boicot y la incontinencia, dado que la disciplina de partido está descartada. La segunda consiste en convocar elecciones, solución que puede no gustar a su partido, que gobierna Mallorca y el Ayuntamiento de Palma, amén de otras comunidades y ciudades, con el apoyo más o menos explícito pero indispensable de Vox. ¿Podrá la lideresa contentar a los siete ultras que se odian, y que mañana mismo se han podido subdividir en muchas más facciones, y que votarán para fastidiar al contrincante sin importar el enunciado? Esto sí que es un dilema y no la guerra de Gaza, donde a Prohens se le da de lujo distinguir a los buenos de los malos. A partir de ahora va a tener que seducir uno por uno a los diputados amotinados, y conseguir a la vez que los otros no se sientan ninguneados al más alto nivel (el de Abascal). No sé que les puede regalar para enamorarlos por San Valentín, que está a las puertas. Les dio veinte millones para relegar el catalán en las escuelas públicas y a la vista está que no les han bastado para entretenerse.

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