Febrero tiene 29 días

Un calendario.

Un calendario. / INFORMACIÓN

Juan Giner Pastor

Juan Giner Pastor

La palabra calendario proviene de Kalendas, que en Roma era el primer día del mes, porque calare significa en latín «llamar» y ese día se voceaba en las ciudades el inicio del mes. En los primeros tiempos los romanos utilizaban un calendario lunisolar que tenía 10 meses de 36 días cada uno, más 5 días de festejos que se añadían al finalizar el año. La relación de los meses es esta: Martius (marzo): primer mes del año, y lo nombraron así en honor de Marte, dios de la guerra. Aprilis: los romanos dieron al segundo mes el nombre de abril, derivado de aperire (abrir), probablemente porque es la estación en la que empiezan a abrirse las flores. Maius (mayo): era el tercer mes en el antiguo calendario romano y debe su nombre a Maia, la diosa romana de la primavera y los cultivos. Iunius (junio): el cuarto mes en el antiguo calendario romano. Diferentes estudios derivan el nombre de la diosa romana Juno, la diosa del matrimonio. Quintilis: era el quinto mes del año en el calendario romano primitivo y por eso se llamó así. Sextilis: sexto mes del calendario romano, que comenzaba en marzo. September: era el séptimo mes del calendario romano y toma su nombre de la palabra latina septem, siete. October: octavo mes del antiguo calendario romano, como su nombre pone de manifiesto. November: el noveno mes del año. December: el décimo y último mes del año en el primitivo calendario romano.

Pero en tiempos del rey Numa Pompilio (715-673 a. C.) se llevó a cabo una reforma en el calendario incorporando al final del año dos meses más: Ianuarius (enero), en honor del dios Jano, divinidad protectora de los finales y los comienzos que con sus dos cabezas podía ver el pasado y el futuro, y Februarius (febrero), mes dedicado a Plutón, dios del infierno y de los muertos. De esta manera el año pasó a tener 12 meses, los impares tendrían 31 días y los pares tendrían 30. Febrero, que era ahora el último mes, marcaba el fin del invierno y el comienzo del deshielo que permitía volver a sembrar en la tierra, y en medio de estas tareas, los esclavos se infectaban de hongos en sus pies padeciendo altas fiebres, por esta razón febrero debe el nombre a las fiebres siendo también el mes de las purificaciones que se realizaban para expiar las culpas y faltas cometidas a lo largo del año que acababa, para comenzar el nuevo con buenos augurios y para que los difuntos no hicieran daño ni molestaran. Al ser el último mes del año, a febrero solo se le otorgaron 29 días, porque así terminaba antes un mes que para los supersticiosos romanos no era muy atrayente.

En el año 154 a. C. el Senado, para poder preparar debidamente las campañas militares a partir de la primavera, estableció que el año no comenzara el día 15, con los idus de marzo, sino el día 1 de enero, en las kalendas, aunque manteniendo los nombres de los meses. De este modo, el primer mes del año ahora era Enero, el segundo Febrero, el tercer mes era Marzo, el cuarto Abril, el quinto Mayo, el sexto Junio, el séptimo era Quintilis, el octavo Sextilis, el noveno September, el décimo October, el undécimo November, el duodécimo December.

Transcurría el año 49 a. C., cuando Julio César llegó a Egipto, reino de Cleopatra, donde las evidencias históricas más antiguas indican que fue creado el primer calendario solar a principios del tercer milenio antes de Cristo, surgido por la necesidad de predecir con exactitud el momento del inicio de la crecida del Nilo, que tiene una periodicidad anual, acontecimiento fundamental en una sociedad que vivía de la agricultura. Admirado por los conocimientos egipcios y ante el desfase acumulado de cerca de tres meses al que había llegado el calendario lunar romano, Julio César encargó la elaboración de uno nuevo a Sosígenes, astrónomo de Alejandría. Sosígenes entregó su calendario entre el 48 y el 46 a. C., basado principalmente en el calendario egipcio de 365 días, pero conservando los nombres de los meses romanos. Para compensar el desfase natural producido por la rotación no sincrónica de la Tierra en torno al Sol se acordó que cada cuatro años se contarían 366 días. Estos años se llamarían «años bisiestos», porque en ellos añadían un 24 de febrero. Según su complicado cómputo del tiempo, el 24 de febrero se llamaba «día sexto» antes de las kalendas de marzo (ante diem sextum kalendas martias), de manera que el 24 de febrero repetido se llamaría bis sextum (de ahí la palabra «bisiesto»).

Además, tras el asesinato de Julio César el 44 a. C., el mes Quintilis, que era el de su nacimiento, recibió el nombre de «Julio» en su honor. Y el año 23 a. C. el Senado romano, para halagar la vanidad de Octavio Augusto, primer emperador, renombró el mes Sextilis como «Augustus» (Agosto en castellano). Sin embargo, este mes sólo tenía 30 días (a diferencia de los 31 que tenía julio) y esto suponía cierta inferioridad, por lo que le añadieron un día y se lo quitaron al mes de febrero, pasando así a tener éste solamente 28 días, mientras los otros 11 muestran una alternancia entre 30 y 31, haciendo que septiembre tuviese 30 días, octubre 31, noviembre 30 y diciembre 31.

Con la reforma del calendario establecida en 1580 por el papa Gregorio XIII, el día extra que febrero tiene cada 4 años se colocó al final de mes (29 de febrero), aunque el nombre de bisiesto se conservó.

Se dice: «Año bisiesto, año siniestro». Siniestro en el diccionario significa perverso, que está hecho con mala intención. Que es desgraciado o está causado por la mala suerte. Avieso y mal intencionado. Infeliz, funesto. Avería grave, destrucción o pérdida importante que sufren las personas o la propiedad. Que está en el lado izquierdo. Ojalá que en este bisiesto 2024 sea posible mantener la gobernabilidad de España sin sobresaltos, con cordura y por encima de todo presagio funesto y mal intencionado.