Cuentos de terror

Dos madres mueren en Gaza cada hora por la guerra, denuncia ONU Mujeres.

Dos madres mueren en Gaza cada hora por la guerra, denuncia ONU Mujeres. / EFE

Carles Francino

Carles Francino

«La mujer había acudido el día antes al hospital porque estaba a punto de dar a luz, pero hubo que mandarla de vuelta al campo de refugiados. Esa noche le sobrevino el parto y solo su hermana pudo acompañarla. Parió en una letrina, sin material ni ayuda sanitaria, y allí mismo murió su bebé». Los silencios en la radio pueden transmitir muchos mensajes y el que siguió a este relato destilaba impotencia y rabia. Todos los que estábamos ante un micrófono nos quedamos mudos por un instante tras escuchar a Ruth Conde, una enfermera gallega de Médicos sin Fronteras que acaba de regresar de Gaza, del único hospital pediátrico que todavía funciona en Rafah, en la frontera con Egipto. Y ha regresado con material para escribir varios cuentos de terror. Lo malo es que no son cuentos. Se está dando de alta a mujeres una hora después del parto, se practican cesáreas sin anestesia, faltan suturas quirúrgicas, los recién nacidos se van a casa (¿a casa?) desnudos porque no hay ropa para bebés...y lo que falta por venir. Porque ahora mismo en Gaza hay unas 50.000 mujeres embarazadas –datos de la ONU– y más de 5.000 tienen que dar a luz este mes de febrero.

Yo soy de letras, pero cuando Ruth decía que «en los cuatro meses desde que comenzó esta guerra han nacido unos 20.000 niños en Gaza», me salió el cálculo de manera automática: «20.000 nacidos y 10.000 muertos». A razón de 100 cada día. Son cifras insoportables. Menos mal que tras el estremecedor testimonio de Ruth, la psicóloga Patricia Gutiérrez, que ha escrito un libro maravilloso, Descubre (tus) valores (Ed. Octaedro), nos habló de la resiliencia, ese milagro de adaptación ante las grandes adversidades que podemos activar los seres humanos. En Gaza no les queda otra. Pero a nosotros nos toca ejercer algún otro de los que Patricia ha incluido en su estudio. La empatía, por ejemplo. Y la compasión. Y la solidaridad. Por cierto, me gustaría ver qué valor desplegará Ruth este lunes cuando se reincorpore a su hospital en Santiago de Compostela y alguien se queje porque lleva 20 minutos esperando. Apuesto por la paciencia.