ANÁLISIS

Nace la era del gladiador Topuria

Topuria celebra la victoria ante Volkanovski

Topuria celebra la victoria ante Volkanovski / AP

Nicolás Cabot

Nicolás Cabot

Arrogancia, ego, modestia… son varios los calificativos que se le han atribuido a Ilia Topuria, el luchador creado y forjado en el Climent Club por los hermanos Jorge y Agustín Climent durante unos cuantos años previos al combate de la pasada madrugada en Anaheim, California. El hispano-georgiano, que ya lo venía adelantando en múltiples entrevistas y en redes sociales, donde se proclamaba campeón a sí mismo sin ni siquiera haber subido al octágono, ha conquistado, contra todo pronóstico, el cinturón de la UFC en la categoría de peso pluma frente al, probablemente, mejor luchador de la historia en su peso, Alexander Volkanovski.

Una guerra entre dos gigantes. El aspirante al título, con un récord invicto de 14-0 antes del combate y con un país pegado al televisor, ante el sueño de poder ver al primer español de la historia campeón de la promotora de Dana White. Enfrente, el campeón invicto en el peso pluma, Alexander Volkanovski, que se acometía su sexta defensa del cinturón que llevaba al hombro desde 2018, cuando se lo arrebató al hawaiano Max Holloway.

Durante estos tres meses de campamento, Ilia Topuria se ha encargado de calentar el combate tratando de meterse en la cabeza de su rival, y lo ha conseguido. Volkanovski entró en el juego del luchador residente en Alicante, prometiendo darle lecciones de humildad y una paliza. Esta actitud nunca había sido propia del australiano hasta ese momento y ese “pique sano” entre ellos ha generado una expectación tremenda, tanto en España como en el resto del mundo.

Ambos libraban a su vez una guerra mental. Ilia Topuria caminaba sobre la fina cuerda de demostrar que lo suyo no se trata de arrogancia, sino de confianza, y que estaba dispuesto a silenciar todas las críticas que ha tenido que soportar durante estos meses. Por su parte, Alexander Volkanovski volvía a subir al octágono con el deber de demostrar que seguía siendo el rey de su división después de aquella segunda dura derrota frente a Islam Makhachev en octubre, donde el daguestaní noqueó al australiano con una impresionante patada. Volkanovski, aquel día, buscaba por segunda vez el ansiado doble cinturón en el peso ligero, aceptando la pelea a solo 10 días del evento tras la lesión de Charles Oliveira, tras la que admitió atravesar una crisis emocional, pues sentía que perdía el rumbo si no estaba de campamento preparando una pelea. 

Pero las artes marciales mixtas funcionan así y solo puede haber un ganador. Volkanovski comenzaba la pelea tomando el centro del octágono y mostrándose como el campeón sólido que es, pateando las piernas y la cara de Topuria y buscándolo continuamente con ese jab de izquierda. Ilia, en cambio, comenzó el asalto más tranquilo, midiendo la distancia del campeón, y revisando esas patadas al cuerpo y a la cara que tanto le perjudicaron en su pelea con Jai Herbert en el 2022. El primer round fue un asalto cerrado, ambos conectaron y analizaron la estrategia del rival en un combate que parecía que iba a ser largo.

Hasta que llegó el segundo asalto. En esta ocasión, fue Ilia el que comenzó con más energía y buscando la combinación y el punto débil de un férreo Volkanovski que parecía una muralla impenetrable y que estaba conectando a Ilia con ese jab mencionado anteriormente. El asalto transcurrió con normalidad hasta que llegó el momento que ha marcado la historia de las MMA en España y en todo el mundo. Cuando solamente quedaba alrededor de un minuto y medio para el final del asalto, Topuria logró sobrepasar la distancia de Volkanovski, lo arrinconó contra la jaula y encadenó una combinación “matadora” de golpes, haciendo honor a su apodo. 

El primero, al riñon para bajar la guardia del australiano, seguido de un gancho de izquierda que aturdió al campeón. Cuando Volkanovski quiso reaccionar con un gancho, Ilia bajó el centro de la gravedad y asestó su golpe estrella, un potente gancho de derecha al mentón que fue suficiente para mandar a la lona al que, justo antes de esa pelea, era el campeón invicto del peso pluma de la UFC.

Ese golpe llevaba consigo una vida entera de sacrificios, sudor, sangre y lágrimas, junto con la energía de todo un país que saltaba, gritaba y vibraba al ver cómo el australiano caía fundido al suelo y el hispano-georgiano se proclamaba campeón del mundo de la UFC, testigo del inicio de una nueva era, la de Topuria. El luchador afincado en Alicante, con mentalidad de un gladiador, ha conquistado la cima de las artes marciales mixtas, y ha abierto un nuevo camino dentro del deporte español.

El titular es claro: España ha entrado definitivamente en el radar de las MMA de la mano de Ilia Topuria, que, con tan solo 27 años ya es campeón indiscutible e invicto de la UFC. Hay una frase célebre en este deporte que dice: “Un luchador no es campeón hasta que defiende el título”. No parece importarle esto al hispano-georgiano, que toma un legado que promete ser duradero. No sabemos qué le deparará a Ilia Topuria el futuro, pero sí que la próxima vez que se suba al octágono será en España, muy probablemente en el remozado Santiago Bernabéu, frente a todo un país que lo estará alentando hasta el último segundo. Hoy, una nueva estrella ha brillado en el cielo de California y se ha traído el cinturón a Alicante. Su nombre es Ilia Topuria.