Madrugador José Mª Pou

Antonio Sempere

Antonio Sempere

Me pellizco para convencerme de que no estoy soñando. Que el desatino es real, y que llegará el día en que alguien se unirá a mi grito desesperado clamando sentido común. Veo a mediodía a José María Pou charlando con Tània Llaseras sobre El padre (una nueva versión de la obra de Florian Zeller que en nuestro país protagonizó hace una década Héctor Alterio) y me cuesta creer que cierto.

Antes y después de ese oasis de buen gusto que es Culturas 2 la cadena emite repeticiones de documentales de temática diversa. De esta manera, la programación de mediodía del canal cultural de TVE se convierte en una extraña hamburguesa en donde el buque insignia de los espacios culturales de la casa puede salir en antena entre un reportaje de pirámides de Egipto y otro sobre flora y fauna. El jueves pasado se les ocurrió situar Culturas 2 como telonero de la película matinal (ese contenedor donde caben western, péplum, o episodios de Cimarron), lo único que emboba a la audiencia. Será para probar si aumentan los parroquianos a la cita con Tània, que no pasa del 0,8% de cuota, 20.000 espectadores.

¿Pero no habíamos quedado en que una cadena pública está para programar lo que crea conveniente y a la hora más accesible, con independencia de las cifras? Con el exquisito Un país para leerlo ha ocurrido lo mismo. La cuarta temporada, presentada por Carolina Alba, se emite de tapadillo los viernes a mediodía, y eso que el promotor del proyecto es Ignacio Elguero, actual director de Educación, Diversidad, Cultura e Internacional de RTVE. Me pregunto dónde están los jefes de las secciones de Cultura de todos los diarios y suplementos culturales de este país, que no han dicho esta boca es mía.