Málaga en 300 palabras

Hace 50 años Málaga y Alicante se parecían mucho. Málaga era más grande y desaliñada. Llegada la democracia, durante cuatro legislaturas el alcalde socialista Pedro Aparicio se dedicó a lo urgente, dignificar cada uno de sus barrios. Tras el ínterin de la popular Celia Villalobos, ya en el siglo XXI, el actual Francisco de la Torre, que lleva camino de eternizarse, también del PP, se pudo lucir ocupándose de lo importante.

De Málaga habla todo el mundo. No poner todos los huevos del cesto del turismo ha funcionado. La capital de la Costa del Sol también es capital cultural, y de qué manera. Lo que no elimina los problemas de gentrificación de cualquier gran ciudad.

La oferta museística es más que conocida. Quizá no lo sea tanto lo que ofrece la Diputación. La Térmica es el centro de cultura contemporáneo más relevante de la mitad sur peninsular, comparable a La Alhóndiga (Bilbao) o Tabakalera (San Sebastián). Por el Centro Cultural La Malagueta acaban de pasar Javier Gallego, Alfonso Goizueta, Chantal Maillard, Pilar Adón, Félix de Azúa, Arturo Valls, Clara Serra o Anabel Alonso. El Centro Victoria Atencia es un hervidero de actividad. Un triplete de oro con agendas sobrecargadas.

Málaga cuenta con dos teatros municipales (Cervantes y Echegaray) y Cinemateca con 4 salas en V.O.S. a cargo de su Ayuntamiento. Por si fuera poco, Antonio Banderas logró hacer su sueño realidad y abrió el Teatro Soho, donde se producen musicales que miran de tú a tú a los de Broadway. Aunque a él también le hicieron sufrir los políticos impidiéndole abrir su coliseo en la Merced. La universidad malacitana acaba de cumplir 50 años. Es tan joven como la alicantina. En la estación de tren, que en 1999 era gemela a la alicantina, ahora dan ganas de quedarse a vivir.