Romeo y Julieta en Tinder

Citas por Tinder.

Citas por Tinder. / ShutterStock

Jorge Mira Micó

Si Romeo y Julieta estuviesen hoy vivos, jamás se enamorarían. ¿Por qué? Porque el algoritmo de Tinder simplemente no les hubiese juntado, debido a la imposibilidad de su amor.

Y es que ese es precisamente el problema de las tecnologías, que vuelven frías y calculables las relaciones humanas. Los algoritmos solo recomiendan “matches” que estén a plena disponibilidad de uno. Nunca recomendarían un amor imposible (y, por lo tanto, trágico) porque no es rentable…

Cuantas más concesiones hacemos al móvil y a las apps, más se nos olvida relacionarnos. Existen aplicaciones que revelan la ubicación a tiempo real de tus contactos, por lo que preguntar “¿qué te queda?” o “¿por dónde andas?” se queda anticuado. Las redes sociales nos permiten saber más del otro (sabemos qué está haciendo por la foto diaria que sube, dónde está, con quién está o, incluso, podemos videollamarle si queremos verlo), pero eso no se traduce en un acercamiento personal, al contrario, las relaciones se tornan vacías y sustituibles.

Es entendible que busquemos la comodidad que las distintas tecnologías nos otorgan, pero es que, justamente, ese es el problema: la comodidad, el confort, porque conduce al aislamiento. Es lo que David Riesman llamó en su libro Una muchedumbre solitaria. Tener disponibilidad sobre el otro (qué está haciendo, cuándo y dónde) socava nuestra forma de relacionarnos con el otro, al convertirlo en un objeto calculable.

En definitiva, el amor de Romeo y Julieta consistía en no saber qué estará haciendo, en la añoranza de echarse de menos…