La tasa turística enfila la recta final para su aprobación definitiva en noviembre

Los grupos que sostienen al Botànic tumban todas las enmiendas del PP, Cs y Vox, que exigen anular la propuesta

Diputados de los seis partidos integrados en el Parlamento debaten las enmiendas a la tasa turística.

Diputados de los seis partidos integrados en el Parlamento debaten las enmiendas a la tasa turística. / Información

M. A. Rives

M. A. Rives

La tasa turística ha superado su penúltimo tramite parlamentario y, según el calendario que maneja el Botànic, todo apunta a que será aprobada de forma definitiva durante el mes de noviembre en las Cortes Valencianas. Finalmente, sin posibilidad de un recargo extra para los pisos turísticos, como proponía la vicealcaldesa de València, la socialista Sandra Gómez. Por tanto, con la horquilla de costes fijada con base en la propuesta inicial: entre 0,5 euros y dos euros por pernoctación en función del tipo de alojamiento y con carácter municipal y voluntario, es decir, que serán los ayuntamientos los que decidan en última instancia si se activa este gravamen.

La izquierda valenciana tumbó este viernes todas y cada una de las enmiendas registradas por la derecha. Enmiendas que, al fin y al cabo, no proponían introducir modificaciones sobre el articulado de esta proposición de ley, sino, en última instancia, vaciarla de contenido. Tumbarla para impedir, de esta forma, que exista la opción de aplicar el impuesto a las estancias hoteleras. Pero eso es algo que no parece que vaya a suceder. El PSPV, Compromís y Unides Podem han cerrado los últimos flecos sobre la controvertida propuesta, que ha generado el rechazo frontal de la patronal Hosbec y, de igual forma, ha puesto de manifiesto que tampoco existe consenso absoluto entre los socialistas.

Los portavoces parlamentarios integrados en la Comisión de Economía, Presupuestos y Hacienda debatieron las enmiendas presentadas al texto con posicionamientos que, a fin de cuentas, no han cambiado. PP, Cs y Vox unieron fuerzas para tratar de frenar la iniciativa que institucionaliza la "turismofobia", pero lo hicieron en vano, a sabiendas de que la mayoría parlamentaria de las fuerzas que sostienen al Gobierno es suficiente para mantener la hoja de ruta pactada. Las únicas propuestas asumidas fueron las presentadas, precisamente, por los firmantes de una ley que definen como "razonable y sensata", mientras que fueron rechazadas las que planteaban la supresión de todos y cada uno de los artículos y disposiciones de la norma. Nada que no se supiera de antemano.

Los flecos que sí introdujeron los grupos del Botànic fueron encaminados a aclarar algunas dudas que tenían los ayuntamientos, reforzar la voluntariedad de la tasa, y adaptar la calificación y nomenclatura de los alojamientos a la Ley de Turismo, Ocio y Hospitalidad. Con todo, la tasa no se empezaría a aplicar hasta prácticamente 2024 tras la moratoria de un año que se ha introducido en la redacción de la norma por la compleja situación que se registra en la actualidad, cuando todavía colean las consecuencias del bloqueo generado por la pandemia y cuando la crisis energética y la inflación empañan cualquier perspectiva.

Comisión parlamentaria en la que se ha debatido la tasa turística.

Comisión parlamentaria en la que se ha debatido la tasa turística. / Información

El portavoz de Turismo del PP en las Cortes, Manuel Pérez Fenoll, valoró que esta tasa es "un nuevo impuesto que castiga a la Comunidad y a un sector que aporta casi 3.900 millones con sus impuestos cada año". Dijo además que la mayoría de la sociedad está en contra de la tasa y aseveró que, si gobiernan, la retirarán. Por su parte, el diputado de Cs Carlos Gracia cuestionó que se penalice a un sector "que contribuye a las arcas públicas con más del triple del gasto que se le destina", y se castigue un modelo de empresa que es el que más valor aporta y más empleo genera. Sin embargo, según enfatizó, no se ataca a la oferta clandestina, a la economía sumergida. Ana María Cerdán, de Vox, dijo que la proposición de ley debería "meterse en el cajón y olvidarse de ella". Todos ellos metieron el dedo en la llega recordando que el secretario autonómico de Turismo, Francesc Colomer, del PSPV, está en contra de este impuesto.

Con el mismo ahínco que la derecha se posicionó rotundamente en contra de la tasa, la izquierda lo hizo a favor. Trini Castelló (PSPV) replicó que lo que busca esta norma es, exactamente, hacer frente a la turismofobia, ya que se produce cuando "los ciudadanos ven que los perjuicios que les genera el turismo son mayores que los beneficios". Papi Robles, de Compromís, lamentó que la oposición siga "en la pataleta" por no poder impedir que salga adelante esta ley ni en sí mismo el debate, puesto que sus enmiendas estaban vacías de contenido. Insistió en que esta tasa ya está activa en numerosas ciudades europeas y en comunidades como Cataluña y Baleares. Remarcó que lo que se busca es que "las personas que vienen a disfrutar de nuestros servicios aporten, para que no los paguen los valencianos". E insistió en que es de aplicación voluntaria. Desde Unides Podem, Ferran Martínez auguró que la tasa turística se aplicará y no solo por parte de la izquierda, sino que también por administraciones gobernadas por la derecha. Consideró que, al fin y al cabo, es una "proposición de ley muy razonable" y que la tasa es "incluso laxa".

Finalizado el debate, que supone uno de los últimos rounds parlamentarios, la tasa avanza en su aprobación. Ahora se deberá debatir el dictamen en el pleno de las Cortes antes de aprobarse definitivamente. Y eso es algo que está previsto que ocurra en menos de un mes.

"Sois muy malas personas"

A pesar de la tensión que envuelve los debates entre los dos bloques del arco parlamentario, siempre hay espacio para algún guiño divertido. También ocurrió este viernes. Tras la votación de las enmiendas llegó el chascarrillo. La presidenta de la Comisión, la popular Eva Ortiz, propuso al vicepresidente, el socialista Jesús Sellés, como ponente del dictamen de la tasa turística ante el pleno, para que "fuera alguien del Botànic".

Robles, respondió: "No, no, no. Queremos que sea la presidenta", y Martínez añadió entre risas: "Sí, sí".

Sois muy malas personas", bromeó Ortiz, lo que generó una carcajada. "Yo no tengo ningún problema", siguió la presidenta, pero le preguntó a Sellés: "¿Te apetece?".

"Bien", contestó. Así que será el socialista quien la presente.