Las consecuencias del conflicto entre Shakira y Piqué en sus hijos

Javier Urra, psicólogo y exdefensor del Menor, advierte de que el mensaje que están trasladando de rencor afectará a los dos niños del matrimonio

Javier Urra, psicólogo y exdefensor del Menor.

Javier Urra, psicólogo y exdefensor del Menor.

En la polémica entre Shakira y Piqué los focos se han puesto en ambos, pero ¿qué hay de sus hijos?

A mí me parece que es la parte importante. Al final, como pasa con otras figuras, se convierte todo en un negocio. Pero, si hablamos en profundidad, me parece que el ser humano se caracteriza por la dignidad, la intimidad y el honor. Y hay temas que se deben resolver en la propia familia.

Explayarse y hacer de esto una canción, y que todo el mundo se sienta más o menos aludido, la gente toma partido por ello, deberíamos plantearnos que tienen dos hijos. Y esos hijos, al final, tienen que reelaborar esto: que uno hace un anuncio de un reloj, que el otro ha sacado una canción.

Me parece que es lesivo, me parece que no está bien, aunque hayan nacido en ese entorno. Yo nunca lo haría porque en el fondo subyace un punto de rencor, un punto de celos, un punto de reírse del otro, un punto de machacar a la suegra, un punto de valorar temas de la nueva pareja. Me parece que eso no está bien. El ser humano, en general, se tiene que mover con dignidad, con ética, con elegancia. Pero, sobre todo, me cuesta saber cómo van a elaborar los niños ese tipo de hechos. En fin, oiga, mejor sería tender puentes, aunque sea para separarse, pero desde la dignidad, el respeto, la trasmisión de que os habéis querido mucho y los niños son el fruto de ese amor.

¿Les puede afectar de alguna manera toda esta polémica?

No lo sé. Esta es una sociedad cambiante en ese sentido y el riesgo que corremos con este tipo de hijos, a veces, es que les afecte o bien que aprendan. No sé qué es peor. Que les afecte, no diría hasta el punto de un gran trauma, pero sí que digan por qué tengo que estar señalado y por qué mis padres hacen un espectáculo de algo que en el fondo es doloroso. Pero también pueden aprender.

Pueden decir: si mañana me pasa esto, hago lo mismo; hago de esto un negocio, gano muchísimo dinero y, además, me hago famoso. Confundiendo lo que es ser famoso con ser reconocido, lo que es ganar dinero con lo que es la esencia de la vida. Al final, los niños, se educan mucho con el ejemplo, con el aprendizaje vicario. Y todos debíamos, también los ciudadanos, de entender que este tipo de mensaje, este tipo de hecho no es inocuo. No sale gratis. Si tanto valoramos a los niños, y si siempre pedimos el mejor interés del menor, hay que actuar con prudencia, con respeto, también a ellos, que son el futuro pero que también son el presente.

¿Cómo valora el tratamiento mediático que está recibiendo?

Es una sociedad del espectáculo. Hay personas que dicen «yo vivo del espectáculo», sea futbolista o cantante. A Shakira la conocí en su día, en un acto de UNICEF, organización con la que yo colaboraba. Era una chica joven y se volcó con UNICEF. A veces la gente mediática da una imagen cuando luego la realidad es que se implica.

Ella es de Barranquilla, en Colombia, y a veces son muy bravos, pero no me preocupa tanto la actitud de ella, de Piqué, de las empresas, me preocupa más la sociedad, que no tenga capacidad crítica para decir «oye, hasta dónde está bien». Hablo de ese caso, o de «Rociíto» o de otras de las que generamos un auténtico espectáculo que al final provoca daños, dolores… Pero al final todos, padres, hijos, familia, acaban viviendo de ese espectáculo. Un día se dará cuenta de que se han equivocado. Y será tarde. 

En su charla en el CEU, ante orientadores de Secundaria de colegios alicantinos, iba a hablar de la autoestima en los adolescentes, aunque no lo ha llamado así.

Es cierto, me he ido del concepto de autoestima para hablar de valía personal, de que no es tan necesario tener una altísima autoestima, pero sí la suficiente. Que depende mucho del cariño, el apego y el vínculo que nos hayan transmitido los padres, pero luego es muy importante que uno se demuestre a sí mismo.

Es un valor tener una buena autoestima, pero tampoco valorarse más. Uno tiene que saber cuáles son sus límites, sus talentos y ubicarse bien en relación con los demás. Me parece que es una sociedad muy del mí me conmigo y hay que ser flexible, hay que ser adaptable. 

¿Cuáles son las claves para estos adolescentes en la sociedad actual?

El ser humano es fisiológico, es biológico, es social, cultural, espiritual. Cuando uno cree que la muerte es el final de todo o tiene unos conceptos sociales muy arraigados o tiene problemas. Y estamos viendo muchos problemas: de angustia, de ansiedad, de vacío. De aquello que dijo Viktor Frankl: no tenemos una razón para vivir. Hace muchos años advertí de que se nos venía una ola de violencia filioparental. La gente creyó que exageraba. Saqué el libro «El pequeño dictador, cuando los padres son las víctimas», del que vendí 300.000 ejemplares.

Eso solo puede ser porque era una realidad. Y ahora estoy muy preocupado porque dirijo un equipo interdisciplinar en una clínica en la que atendemos a chicos y chicas, primordialmente chicas, que no tienen una razón para vivir, no tienen una ilusión para vivir, no están enganchadas a la vida. No es que entren en una depresión, una desesperanza y ese sufrimiento que no pueden superar los lleve al suicido, no.

Tengo chicas que han intentado suicidarse realmente y te dicen: si la vida no me da lo que yo espero, la vida ya no tiene sentido. No está faltando explicarles a los jóvenes qué es la vida. De apasionante, de ilusionante. Lo que hay que ser en la vida, además, es profundamente agradecido. Poniéndole pasión. Dar lo mejor de uno mismo me parece esencial. Y eso es lo que tenemos que enseñar y no generar dudas a los jóvenes y ser valientes.