Más allá del tratamiento: la fisioterapia oncológica como viaje de resiliencia y empoderamiento

Maribel Rocha y Belén Antón, profesoras de la CEU UCH y expertas, reivindican el tratamiento integral de los pacientes con cáncer a través de una visión humana de la oncología

La fisioterapia oncológica acompaña al paciente desde el diagnóstico hasta la recuperación, abordando los retos físicos y emocionales inherentes al tratamiento del cáncer.

La fisioterapia oncológica acompaña al paciente desde el diagnóstico hasta la recuperación, abordando los retos físicos y emocionales inherentes al tratamiento del cáncer. / INFORMACIÓN

En el corazón de la lucha contra el cáncer, la fisioterapia oncológica emerge como una disciplina esencial, enfocada no solo en la recuperación física sino en la restauración integral del bienestar del paciente. Las profesoras Maribel Rocha y Belén Antón de la CEU UCH son baluartes de este enfoque holístico, que valora la calidad de vida del paciente como el eje central de la atención médica. La fisioterapia oncológica acompaña al paciente en cada etapa del proceso oncológico, desde el diagnóstico hasta la recuperación, abordando los retos físicos y emocionales inherentes al tratamiento del cáncer.

Este enfoque integral busca mantener y mejorar la funcionalidad y calidad de vida del paciente, trabajando en estrecha colaboración con un equipo multidisciplinario de especialistas. La profesora Belén Antón destaca la importancia de un seguimiento continuo, enfatizando que “el tratamiento no solo se centra en la recuperación física, sino también en apoyar al paciente en su vida cotidiana, antes, durante y después del tratamiento”.

Maribel Rocha y Belén Antón, profesoras de la CEU UCH y expertas en fisioterapia oncológica.

Maribel Rocha y Belén Antón, profesoras de la CEU UCH y expertas en fisioterapia oncológica. / INFORMACIÓN

En casos específicos como el cáncer de mama, la fisioterapia oncológica desempeña un papel vital en preparar a las pacientes para el tratamiento, manteniendo y mejorando la movilidad y flexibilidad, y en particular, en la prevención y manejo del linfedema. Además, se presta especial atención al tratamiento de las secuelas post-tratamiento, como las cicatrices, y se ofrece apoyo en la recuperación cardíaca y general, resaltando que lo importante no es solo añadir años a la vida, sino vida a los años.

Un enfoque diferenciado

La fisioterapia oncológica difiere de la convencional al situar al paciente en el centro de la atención. Mientras la fisioterapia tradicional puede centrarse en problemas musculoesqueléticos y de movilidad, el enfoque oncológico abarca la complejidad del cáncer, atendiendo no solo las secuelas físicas, sino también el impacto emocional y social que acarrea la enfermedad. “Es un enfoque que empodera al paciente, promoviendo una participación activa en su propio proceso de sanación y decisiones de tratamiento”, asegura Rocha. Una idea que también comparte su compañera Belén Antón: “Más que una disciplina, es un compromiso con la humanización de la atención médica, reconociendo que cada paciente es un mundo único, con necesidades, esperanzas y sueños que merecen ser atendidos con la máxima compasión y profesionalismo”.

La colaboración interdisciplinaria aporta un enfoque integral y una mejor coordinación del cuidado, permitiendo un abordaje más completo de los efectos secundarios, comorbilidades, y manejo del dolor. Este trabajo conjunto es fundamental para una atención médica más centrada en las necesidades y experiencias únicas de cada paciente, reflejando un compromiso con la excelencia y la humanización en la atención oncológica.

Educación y empoderamiento

La fisioterapia oncológica requiere de profesionales altamente cualificados y sensibles a las necesidades específicas de cada paciente. Las profesoras Rocha y Antón subrayan la necesidad de formar a fisioterapeutas no solo en técnicas y tratamientos, sino también en la comprensión global del paciente, considerando cada caso de cáncer y sus desafíos específicos. Esta formación holística y personalizada es clave para mejorar la funcionalidad y calidad de vida del paciente, abordando las secuelas de la enfermedad desde una perspectiva física, social y emocional.