Tribuna

Llegó la primavera

LLEGÓ LA PRIMAVERA

LLEGÓ LA PRIMAVERA / AntonioLuisGalianoPérez

Antonio Luis Galiano Pérez

Antonio Luis Galiano Pérez

Aunque no lo creamos, hace once días llegó la Primavera, a pesar del trastoque que el dichoso cambio climático generador de catarros y alergias nos desorganiza el organismo, incluso acompañado del invento del cambio de hora que, con rigurosidad no sé para qué sirve además que para mover las agujas del reloj mecánico, para cambiarnos nuestro reloj biológico. Hace poco, pensábamos que estábamos en el estío, después con la bajada de temperatura con el invierno. De nuevo, vuelta al cambio de estación. Así, una y otra vez. Pero, como decía, el 21 de marzo llegó la Primavera, a pesar de que ya hace poco tiempo los árboles habían florecido en pleno invierno. Esto, no hay quien lo entienda. Sin embargo, siempre es bueno recordar actividades que quedaron perdidas en las páginas de nuestra historia.

Corría en el calendario 1964, hace sesenta años. Había finalizado la Semana Santa y en la madrugada del Domingo de Resurrección los jóvenes cuando las campanas de las iglesias repicaban a Gloria, se lanzaban los más valientes a tirar petardos capitaneados por Dominique Giménez, que después sería prohibido por la Autoridad Municipal. Sí, había llegado la Primavera, era 29 de marzo ese domingo de aleluyas. Y, entonces, el Lunes de Pascua en Orihuela era todo poesía. Hace años decía sobre esas fechas, que nuestra tierra nos hace sentirnos poetas, inspirándonos el azahar de la huerta en el paisaje fundido con la santa piedra. Y remarcaba que «es toda Orihuela poesía, ello no tiene nada de extraño, porque Orihuela es huerta y la huerta no es engaño». Y añadía que en el azahar, todo es pureza, es vida, es inocencia en las manos de nuestras madres, esposas, hijas y hermanas.

En aquel año de 1964, por iniciativa del gran oriolano promotor de múltiples iniciativa en favor de nuestra ciudad, Manuel Martínez Ros, presidente entonces del Casino Orcelitano se creaba la Fiesta de Exaltación del Azahar, que pervivió ininterrumpidamente desde el citado año hasta 1977. Fueron catorce ediciones en que el nombre de Orihuela fue proclamado en toda España de la mano de la poesía y del azahar, durante los mandatos como presidente, además del citado, con Venancio Ortiz Mora, Federico Linares Javaloy y Manuel Gallud Salas. Con esta actividad se recordaba, no sólo las vetustas justas poéticas del siglo XVII, sino aquellos Juegos Florales de la Cruz Roja de 1900; el del Tercer Centenario de la muerte de Miguel de Cervantes, de 1916; el Certamen Literario-Musical con motivo 750 del fallecimiento de Fernando de Loazes, de 1918; los Juegos Florales de la Coronación de la Virgen de Monserrate, de 1959. Es cierto que el objetivo de la Fiesta de Exaltación de la Azahar era rendir culto a la poesía premiándose con la flor natural al poeta triunfador que la recibía de manos de la Reina del Azahar. Pero estimo que es la ocasión de rememorar a aquellas mujeres que ostentaron dicho nombramiento, acompañadas de sus damas de Honor, pajes y heraldos, teniendo por marco, el primero de esos años el Claustro de la Universidad del Colegio Santo Domingo y en los restantes el Teatro Circo que se transformaba mágicamente en un Salón del Trono, gracias a la intervención de los servicios técnicos de Ministerio de Información y Turismo. Así, desde 1964, en que reinó Mª Rosario Meseguer Vaillo, hasta 1977, en que lo fue Ana Cristina Abadía Vicente, ostentaron dicha distinción las siguientes: Conchita Brotons Turón (1965), Antoñita Abadía Pacheco (1966), María Herrera Santa María (1967), María Isabel Benedicto Artigot (1968), María del Carmen Gálvez Roca de Togores (1969), Pepa Zaragoza Ivars (1970), María Botella García (1971), Pepa Penalva Riquelme (1972), María Fuensanta García-Pardo Gilí (1973), Lourdes Babé y Núñez de las Cuevas (1974), Conchita Sánchez Botella (1975) y Pilar García Roselló (1976).

El tránsito desde el Casino Orcelitano, pasando por la calle Rufino Gea (calle Salitre) hasta el Teatro Circo quedaba alfombrado y flanqueado con banderas nacionales.

Aquella noche del lunes 30 de marzo de 1964, segundo día de Pascua pronunciaba su discurso Luciano de la Calzada, delegado del Gobierno en la Confederación Hidrográfica del Segura y decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Murcia. De su brazo entró la Reina del Azahar en el claustro de la Universidad, acompañada de su Corte de Honor integrada por las señoritas Esperanza Almagro Giménez, Asunción Andreu Ibáñez, Mari-Nieves Griñó Prieto, Enriqueta María Sáez Sánchez, Pilar Fons Piniés, Santi Andreu Ibáñez, María Dolores Cano Fabo, María Dolores Esquer Germán, Merche Navarro Carrió, Pilar Ros Díe, y Marita Gil Salazar. La Reina del Azahar era servida por los pajes, Fini Riquelme y uno de los hijos de los barones de La Linde, y abriendo marcha como heraldo, Marielo Martínez García de Otazo.

La flor natural la logró el poeta alicantino Vicente Mojica Benito por su poema «Tríptico del Azahar» y el mantenedor, además de efectuar un cántico a la belleza y al azahar, alabó la arquitectura del marco donde se desarrolló el acto. Tras el cual, en el Salón Imperio del Casino Orcelitano se celebró un baile de sociedad de “rigurosa etiqueta».

Estuve presente en el primero de esos actos, y recuerdo que era una noche primaveral fría la que acogió la primera Fiesta del Azahar, de hace «la friolera» de sesenta años. Por ello, tal vez, no nos deberíamos quejar ahora sobre el cambio climático, ya que en aquellos inicios de esa estación de hace sesenta años también el frío estuvo presente.