El proyecto para recuperar La Británica en Alicante, 500 días sin noticias

El Ministerio de Hacienda espera desde julio de 2022 que el Ayuntamiento ejecute un trámite patrimonial sobre la parcela afectada para completar la cesión de unas instalaciones que la ciudad pretende recuperar desde hace una década

Así está el entorno de La Británica, llena de grafitis

Así está el entorno de La Británica, llena de grafitis / Alex Domínguez

C. Pascual

C. Pascual

Hace unos 500 días, en julio de 2022, el Gobierno central, a través de la Dirección General de Patrimonio del Ministerio de Hacienda, dio el visto bueno a la cesión del complejo industrial de La Británica. Eso sí, había una condición previa a la formalización del trámite, de la que nada se sabe. La petición quedó negro sobre blanco en un escrito de la Delegación de Economía y Hacienda al Ayuntamiento, el último del que se tiene constancia entre ambas administraciones, en el que se solicitaba al ejecutivo municipal que "asumiera la obligación de llevar a cabo la inscripción de la segregación de la parcela rústica cedida". Posteriormente, según se dejó constancia, se tendría que proceder a "la regularización registral y catastral de la parcela cedida, ejerciendo la correspondiente acción declarativa en vía civil ante los tribunales a fin de hacer constar registralmente la plena titularidad del Estado, en virtud de usucapión o por abandono de la reiterada cuota del 1,011%, y después la del Ayuntamiento de Alicante como consecuencia de la cesión".

En el Gobierno central siguen esperando, casi un año y medio después, a que el Ayuntamiento ejecute ese trámite para certificar la cesión de unos terrenos que completaría un proceso que empezó hace aproximadamente una década. No hay constancia de que el gobierno municipal haya hecho nada en este último año y medio, tampoco tras las elecciones del 28M con los cambios en el ejecutivo liderado por Barcala.

Según la documentación oficial, antecedentes registrales de la parcela sobre la que se asienta La Británica se remontan a 1864, cuando era propiedad de veinte titulares. Entonces, 19 de ellos vendieron sus respectivas partes (hasta que fueron adjudicadas a El León SA), salvo la veinteava, que no vendió. Aquella decisión ha dificultado todos los procesos posteriores, incluida la tramitación de la cesión al Ayuntamiento.

La finca, tras agruparse a otras cuatro del entorno, se vendió por expropiación a Campsa en 1929, salvo la parte de la propietaria que no se desprendió de su terreno en su momento. La parcela original se segregó en 1979, incorporándose a Patrimonio del Estado. Ya en 1992, se adscribió al Puerto de Alicante. Parte de ese suelo fue expropiado posteriormente por la Generalitat para la implantación del TRAM. En ninguno de esos trámites se supo de los propietarios de aquella parte de la parcela que no se vendió a mediados del siglo XIX, por lo que se dio por hecho el abandono de la cuota.

Con todo, el trámite ahora pendiente de ejecutarse arrancó a mediados de 2017, con el tripartito al frente del Ayuntamiento de Alicante. Entonces se oficializó la petición de cesión por parte del Ayuntamiento de Alicante. También la pidió la Diputación de Alicante, aunque sin presentar la documentación requerida. Posteriormente, se requirió al Ayuntamiento más documentación relativa a los artículos 145 a 151 de la Ley 33/2003 de Patrimonio de las Administraciones Públicas, relativo a la cesión gratuita de bienes o derechos.

Durante los siguientes meses, se solicitó nueva información, hasta que en noviembre de 2018 se "interrumpieron" las comunicaciones entre ambas administraciones, que se retomaron a principios de 2021. No fue hasta mediados de julio de 2022 cuando el Ayuntamiento finalizó, a través de la Concejalía de Urbanismo, el anteproyecto para la musealización de La Británica. Este documento técnico se consideraba clave para lograr que el Ministerio de Hacienda cediera el uso del complejo industrial situado junto a la avenida Villajoyosa, en la Cantera. Entonces, el bipartito de PP y Ciudadanos pretendía poner en valor el antiguo complejo industrial, para dar a conocer su historia tanto a los alicantinos como a los turistas.

La iniciativa prevista entonces dividió el proyecto, sobre 10.700 metros cuadrados, en tres fases (recintos exteriores e interiores y la integración paisajística y urbana), con un periodo de ejecución que rondaría los dos o tres años. El presupuesto estimado para el conjunto del proyecto superaría los 14 millones, que el Ayuntamiento pretendía cofinanciar con fondos europeos. Desde entonces, no ha habido novedades.

Al detalle

Ese anteproyecto, elaborado por dos arquitectos externos y que era el paso previo al proyecto de ejecución, presentaba las intervenciones necesarias para permitir la visita y el uso de estos espacios por los ciudadanos en condiciones de seguridad y salubridad, así como para recuperar el patrimonio arquitectónico e industrial, consolidando estructuras y facilitando su continuidad en el tiempo mediante su actualización. Se buscaba, "después de casi medio siglo de abandono y olvido, de expolio y destrucción de este lugar, de desconocimiento acerca de la antigua refinería", convertir en protagonista un complejo con siglo y medio de vida.

Diseño previsto en el anteproyecto para el acceso a La Británica

Diseño previsto en el anteproyecto para el acceso a La Británica / informacion.es

Entre los espacios que se pretendían habilitar, según ese anteproyecto, destacaba el auditorio exterior, que se querían adecuar como zona polivalente, permitiendo crear un marco singular y único donde generar contenido exclusivo que dote a la ciudad de un espacio único para actuaciones, presentaciones o eventos cuyas características respeten el lugar donde se implanta y sus restricciones de uso, accesos y aforos. Las bóvedas, por su parte, se buscaba que permitieran comprender la magnitud del espacio con un control lumínico y unos recorridos que facilitasen el tránsito por el espacio pudiendo disfrutar de la escala, la roca, el sonido y las atmósferas que se generan en el interior de La Británica. La sala polivalente, por su lado, se planteaba como espacio singular, para albergar pequeños eventos donde el protagonista fuera el espacio de la roca, su temperatura y su oscuridad.

El pabellón de acceso, según ese anteproyecto, estaría conformado por una edificación ligera que para regular la entrada al conjunto, facilitando salvar la diferencia de cota con la primera galería, creando un acceso visible e identificable y englobando el corte de la roca como un patio interior monumental. También se proyectaban miradores y una cafetería, entre otras dependencias. A la iluminación se le quería dar un peso fundamental para realzar un referente singular y único en el mundo por sus características, al disponer de un conjunto de galerías y bóvedas excavadas en la roca en un enclave privilegiado, al estar situado frente al mar.