SEMANA DEL 21 AL 27 DE ENERO DE 1974

Hace 50 años en Alicante: el delirio de los precios de las viviendas

Los alicantinos chocan con la especulación y comprar una casa a coste razonable se convierte en una quimera

Ramón Pérez

Ramón Pérez

Acostumbrada a repetir errores por no aprender de ellos, Alicante comenzaba a sufrir hace cincuenta años la gran lacra con la que hoy riñen los (no tan) jóvenes alicantinos: la imposibilidad de encontrar una casa decente a un precio que no suponga empeñar un riñón. Tal semana como esta pero de 1974 varios expertos en la materia analizaban para INFORMACIÓN una situación ya instalada como asignatura troncal en el día a día de los quebraderos de cabeza de la ciudad. El problema era que no había oferta de viviendas y sí una pujante demanda; resultado, un incremento salvaje de precios. Todo ello agravado por varias leyes como la limitación de alturas que encareció los solares sobremanera. «Hace falta suelo urbanizado y a precio no especulativo», explicaba el arquitecto Joaquín Domenech Botella. A su vez, el agente de la propiedad urbana Felipe Choclán verbalizaba el sentimiento que había en la calle: «En Alicante es difícil comprar piso de tres o cuatro habitaciones a precio razonable». 

Las trabas para encontrar casa se acentúan en las sociedades que se multiplican y aquella Alicante de 1974 era una de ésas. Cada vez más gente y cada vez más difícil encontrar un hogar. Los datos de 1973 reflejaban que en el año anterior nacieron 9.820 bebés y fallecieron 1.995 personas. Superávit. «Epidemia de salud», titulaba este periódico. Además, en estos meses de frío era habitual que la ciudad creciese por un turismo diferente; Alicante se había convertido en el paraíso de los cardiacos: madrileños y norteños de Burgos y Valladolid venían a pasar el invierno a nuestra tierra. No era novedoso tampoco, siete siglos antes ya venía por aquí la reina Violante, la esposa de Alfonso X, a reposar al Pla, de ahí el «apellido» del barrio.

Aquellos días sacaba pecho el Instituto Social de la Marina, que había invertido 125 millones de pesetas en mejoras. Entonces había policlínica, tres aparatos rayos X y casi un centenar de sanitarios al mando del doctor López Anglada por toda la provincia. Sin alejarnos mucho del mar, la noticia del papel couché estaba en el Hotel Meliá, donde se rodaba la película italiana Pasqualino Camaratta, capitán de fragata, con la entonces pluriempleada actriz Ágata Lys copando portadas.

Alicante se convirtió en el paraíso donde pasar el invierno para los residentes en Madrid, Burgos y Valladolid

La protesta de la semana giraba el foco hacia la Escuela de Maestría Industrial, donde el malestar radicaba en la discriminación que denunciaba el profesorado. Bajos sueldos, sin sindicar y sin trienios pese a llevar treinta años trabajados. Aquel sector no fue el único en el que se levantaba la voz, esa semana de enero se recogían duros testimonios desde el entorno de la UA, entonces conocida como CEU (Centro de Estudios Universitarios), por unas novatadas que se habían salido de madre. Se cruzaron declaraciones entre familiares, expertos e incluso alumnos de primer año. 

Una de las notas más relevantes de la provincia en aquella época había sido el hallazgo en Cocentaina de unos restos de un enterramiento del siglo V. En enero de 1974 se cumplía casi un año de continuas búsquedas dirigidas por el doctor Enrique Llobregat, director del Museo Arqueológico Provincial, que aquellos días volvían a dar fruto. 

La expectación sobre si aquello podía ser la muestra de que hubiese existido una Cocentaina prerromana la desbarataba el doctor Llobregat: «No se puede hablar de que haya existido una Cocentaina en este tiempo, las características del suelo y emplazamiento no nos hacen pensar en una concentración grande de personas. El municipio que sí existía en 1974, pero al que le quedaban las horas contadas era Puebla de Rocamora. En enero existían solo 18 casas, cuatro en el centro del pueblo, y habían solicitado su anexión a Daya Nueva. No tardaría en ocurrir. «Los cuarenta y cuatro mil duros del presupuesto anual se hacen difíciles de soportar y lo mejor es integrarse en Daya Nueva», decían los lugareños.

Era época también de impuestos y Alicante no quedaba atrás: el Ayuntamiento aprobaba entonces una subida del 48% en el agua. Pero todo no quedaba ahí, ir en moto sería a partir de ahora más caro: 1.000 pesetas como puesto de rodaje. Y tener perro de raza, también: los dueños debían pagar 1.200 pesetas anuales. 

La construcción del Rico Pérez no era un impuesto para los alicantinos, pero sí un gran desembolso económico que estaba llegando a su fin. El estadio alicantino se estrenaría en verano pero en enero el club ya había recibido, por ejemplo, propuestas de tres empresas para estrenar el marcador electrónico.

El mundo permanecía atónito por un terrible incendio en un colegio belga, donde 23 niños perdieron la vida

Mientras, el mundo permanecía atónito por un terrible incendio en un colegio belga, donde 23 niños perdieron la vida por un cigarrillo mal apagado. También tenía a la sociedad en alerta la ola de violencia que sufría Argentina tras el ataque a la guarnición militar Azul, en Buenos Aires.

Los niños de los colegios Manjón-Cervantes, San Fernando, San Francisco de Asís y Florida habían sido seleccionados para plantar pinos en el Castillo de San Fernando. El objetivo, un millar de árboles más para una ciudad que todavía en la actualidad sigue luchando por más espacios verdes.

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