Acompañamiento en la muerte: la última mano amiga

Los voluntarios de la Asociación Vinyana de Alicante asisten a las personas que recorren el camino hacia el final de sus vidas, ofreciéndoles su mano solidaria incluso en los momentos más complicados del trayecto

El proceso de acompañamiento hacia la muerte

Pilar Cortés

Lydia Ferrándiz

Lydia Ferrándiz

Un viaje de sentido único, una montaña rusa de emociones. Así es el acompañamiento en la muerte, un trayecto que transita desde la fragilidad hasta la serenidad en el que la mano de la persona que te guia se convierte en aliado, amigo y apoyo. En mitad de esta travesía se encuentra la santapolera Nieves García, psicóloga de profesión diagnosticada desde hace quince años con Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), que en los últimos meses ha visto cómo su cuerpo se ha vuelto cada vez más vulnerable ante los embates de esta enfermedad. Junto a ella, la mano de Susi Cortés, doctora en el Hospital General de Elche, quien no solo desempeña su labor profesional con dedicación y empatía, sino que, además, se ha convertido su apoyo en el proceso de acompañamiento hacia la muerte. 

La vida de Nieves García ha ido cambiando lentamente desde que recibió el diagnóstico de ELA. «Mi madre ya sufrió esta enfermedad, y yo en torno a los 40 ya empecé a notar los primeros síntomas. Al principio no sabía como afrontar lo que venía, pero junto a mi marido hemos ido llevándolo bien hasta el pasado verano. Empecé a perder el control sobre la parte superior de mi cuerpo, ya no controlo la respiración y tampoco puedo tragar con normalidad», explica García.

Este empeoramiento en su calidad de vida ha sido lo que ha llevado a esta santapolera a enfrentarse a la realidad más cruda: el final de su vida. «Ver como mi cuerpo se debilitaba día a día ha sido devastador. Cuando fui consciente sentí mucha rabia y estuve semanas enfadada, me preguntaba que por qué a mí y no dejaba de pensar en todo lo que no había hecho en mi vida. Ese fue el momento en el que decidí empezar el proceso, necesitaba ser capaz de aceptar mi muerte como algo natural y estar preparada, por eso nos pusimos en contacto con Susi, que ya había sido mi doctora en el hospital», revela Nieves García.

El acompañamiento en la muerte es un proceso delicado y significativo que busca brindar dignidad y paz a quienes se encuentran en la etapa final de sus vidas. La doctora Cortés, que forma parte de la Asociación Vinyana, es la encargada de brindar apoyo y consuelo a quienes se encuentran en la encrucijada del final de sus días, ya sea en compañía de sus familias o en soledad.

Para Susi Cortés, acompañar a pacientes como Nieves en su viaje hacia la muerte es más que una profesión; es una vocación. «Cada día me levanto con la determinación de hacer una diferencia en la vida de quienes están enfrentando el final de su camino», confiesa la doctora Cortés. 

«Nieves es una persona resiliente, con muchos recursos y que cuenta con importantes apoyos de amistad y familiares. No quiere decir que el proceso vaya a ser fácil, tiene que empezar a soltar y a generar espacios de despedida», indica Cortés. «Despedirse nunca es tarea fácil, por muy preparado que se esté, todos tenemos miedo a morir, pero en este camino estaremos juntas hasta el final».

Para Nieves García y su esposo, Pedro Olmedo, este acompañamiento se ha convertido en un bálsamo ante la incertidumbre y el dolor. «Somos un equipo», afirma Nieves, refiriéndose al apoyo incondicional que ha recibido de su esposo y de Susi Cortés en este camino hacia la despedida. Olmedo, marido de Nieves García, asegura que esta es la primera vez que tocan el tema de la muerte de manera tan seria. «Siempre hemos hablado esporádicamente, sobre todo en momentos críticos o de empeoramientos de la enfermedad, pero siempre acabábamos remontando», apunta.

«Es triste, es duro, es difícil plantearte hasta cuándo, es poner una fecha y ser consciente de que la cosa está mal y que va a empeorar», explica Pedro Olmedo. Sin embargo, reconoce la importancia del apoyo de Susi Cortés, en este proceso: «conozco su trayectoria, cómo ha intervenido con otros enfermos y familiares. Pesaba que era la persona adecuada para acompañarnos en este trayecto».

Luz en la oscuridad

El acompañamiento en la muerte va más allá de la atención médica; también implica ofrecer apoyo emocional y práctico a quienes se encuentran en esta etapa de la vida. «Nuestro objetivo es brindar un cuidado integral que abarque no solo las necesidades físicas, sino también las emocionales y espirituales», enfatiza Susi.

Además de la asistencia personal a la persona que está realizando el acompañamiento, la Asociación Vinyana ofrece servicios de asesoramiento y apoyo psicológico tanto a los pacientes como a sus familias. «Es fundamental que las personas que están enfrentando la muerte se sientan acompañadas y comprendidas en todo momento y para ello los familiares que están con ellos deben saber en qué punto se encuentra su ser querido y aceptar la muerte como parte natural de la vida», añade Cortés.

En esta labor de acompañamiento, cada gesto cuenta. «No es un proceso lineal ni una fórmula matemática, lo primero es la escucha activa y la empatía con la persona», aclara Cortés. «Cada individuo es único, y morirá tal como ha vivido. Es un proceso de no juicio, donde el acompañante busca comprender los miedos y las necesidades del otro. A partir de ahí, se establece una conexión basada en la confianza mutua y la aceptación de la realidad que se impone».

Pero más allá de las palabras y los gestos, el acompañamiento en la muerte busca ofrecer una sensación de paz y aceptación. «Es un proceso de reconciliación interna y externa, donde se busca cerrar los ciclos pendientes y encontrar la paz en medio del adiós. Escucharles y acompañarles en ese viaje es nuestro deber».

Compañía en soledad

La organización también ofrece apoyo emocional y asistencia práctica a aquellos que se enfrentan a la muerte en soledad. «Nuestro objetivo es ofrecer una mano amiga en los momentos más difíciles. Nadie debería enfrentar la muerte sin el apoyo y la compasión de otros», enfatiza Susi Cortés.

«En última instancia, el acompañamiento a personas que mueren solas es un recordatorio conmovedor de nuestra propia humanidad. En un mundo que a menudo evita hablar de la muerte, es fundamental reconocer la importancia de estar presentes para aquellos que enfrentan su último suspiro en soledad. Es un acto de amor y compasión que trasciende las palabras y nos conecta con lo más profundo de nuestra humanidad», indica Cortés.

En el proceso de acompañamiento, el sentido y la significación cobran un papel fundamental. «Lo peor que le puede pasar a alguien es morirse en soledad, es una muerte muy dura. La soledad durante la muerte es una fuente significativa de sufrimiento y que la presencia del acompañante, ya sea familiar, amigo o profesional sanitario, puede ser un bálsamo crucial en ese proceso», aclara la doctora.

 Así, el acompañamiento en la muerte no solo ofrece consuelo práctico, sino que también busca infundir un sentido de paz y dignidad en el viaje final de cada individuo.