Made in Arquitectos de Alicante

Recientemente ha visto la luz el número 73 de la revista Canelobre, editada por el Instituto de Cultura alicantino Juan Gil-Albert. Esta extensa publicación plasma el amplio trabajo investigador y divulgador que sus coordinadores –David Beltrá y Verónica Quiles– han desarrollado durante los últimos años (y por el cual merece la pena visitar su Museo Comercial, ubicado en Novelda). La publicación, de carácter divulgativo, ahonda en todos aquellos sectores productivos e industrias de la provincia de Alicante que han tenido repercusión y proyección mundial.

Sin embargo, la revista dirigida por David y Verónica, pese a hacerse eco de algunos aspectos arquitectónicos y elementos que nos permitan entender cómo la provincia se ha convertido en el gran escenario turístico que ha llegado hasta nuestros días, olvida alguno de las figuras más relevantes que dieron lugar a tal transformación. Es por ello que me parece oportuno recordar aquellos personajes y arquitectos que supieron, fundamentalmente a mediados del siglo pasado, tener una visión de futuro y convertir nuestras ciudades en lo que hoy son.

De esta manera, me resulta imprescindible la figura del arquitecto Juan Guardiola Gayá, quien en 1959 proyectaría el primer planeamiento de lo que vendría a ser el proyecto residencial de orientación turística más importante de la provincia de Alicante, Playa de San Juan. Un gran proyecto urbanístico, sobre una gran superficie trapezoidal y paralelo a la línea de mar, que destacó por su sencillez geométrica en forma de retícula y la regularidad de sus manzanas (180 x 260 metros), inspirado en otras propuestas racionalistas que triunfaban en ese momento por toda Europa. Esto favoreció la rápida construcción de edificios, principalmente de segunda residencia, así como de hoteles y servicios de ocio asociados a este tipo de desarrollos (restaurantes, salas de fiesta, espacios recreativos, etc). Guardiola, además, nos dejó bellos edificios de corte moderno como son la Torre Vistamar (1963) o la urbanización La Rotonda (1965).

También Juan Antonio García Solera construía en estos momentos el complejo residencial Vistahermosa (1962), en el entorno de la huerta alicantina, en el que la calidad del diseño iba desde la propia escala de todo un barrio de viviendas hasta el diseño del más mínimo detalle.

Igualmente, encontramos figuras destacadas fuera de la arquitectura, como el benidormí más venerado, el exalcalde Pedro Zaragoza Orts, quien, para promocionar la ciudad de Benidorm, se dedicó a vender su conocido «sol embotellado» no solo por toda España, sino por los países nórdicos, hasta el punto de viajar hasta Helsinki para dejar almendros en flor en los principales escaparates de la ciudad. Zaragoza Orts consiguió traerse una familia nórdica para conocer la capital de la Costa Blanca, dando una completa difusión de la visita a través de las cámaras del No-Do. Esta amplia repercusión no solo le permitió obtener las simpatías del régimen (la mujer de Franco llegó a estar alojada en casa del alcalde), sino que la convirtió en la «cuarta provincia vasca», gracias al acuerdo al que llegó con la Caja de Vizcaya para que 150 parejas recién casadas pasaron sus vacaciones en la ciudad de los rascacielos.

Sin duda, Alicante ha sido la cuna de muchas y muy relevantes figuras que han dignificado, con su labor, ese espíritu emprendedor reconocido de forma casi universal (más incluso, a veces, de lo que nos reconocemos), y en estos éxitos no podemos olvidar aquellos que trajeron la modernidad y nuevos aires de cambio a la arquitectura y el paisaje de nuestra provincia.