Semana Santa de Crevillent: religión, arte y tradición en «La Madrugada del Levante»

La Semana Mayor del municipio alfombrero cuenta con más de treinta imágenes y grupos escultóricos que conforman un espectáculo artístico único en la provincia

Jesús Nazareno y la Virgen de los Dolores durante «El Abrazo» en el Calvario.

Jesús Nazareno y la Virgen de los Dolores durante «El Abrazo» en el Calvario. / INFORMACIÓN

R. E.

La Semana Santa crevillentina, declarada de Interés Turístico Internacional en 2011, ha sabido posicionarse como una de las festividades más relevantes de la provincia de Alicante, combinando religión, tradición y sentir popular que envuelve a crevillentinos y visitantes de una manera extraordinaria cada año. Con procesiones sencillas llenas de respeto y austeridad, más de treinta imágenes y grupos escultóricos, obra de grandes imagineros como Mariano Benlliure, Antonio Riudavets, García Talens, Carmelo Vicent o Antonio Perea, se adentran por las calles de la Villa conformando un auténtico espectáculo artístico. 

La antesala inicia tras el encendido de la Cruz de la Cuaresma, donde miles de cofrades aguardan con entusiasmo la llegada de su Semana Mayor. La celebración del pregón o el Certamen de Bandas de Cornetas y Tambores más antiguo de la provincia de Alicante, son algunos de los actos más representativos. Sin embargo, es el Septenario a la Virgen de los Dolores, coronada canónicamente en 2010, el verdadero pórtico de la Semana Santa crevillentina. En él, más de 200 voces del coro popular retumban a lo largo y ancho del templo de Nuestra Señora de Belén entonando al unísono los Siete Dolores de María Santísima, compuesto a principios del S.XX por el sacerdote Marcelino Sempere, junto a las marchas «Stabat Mater», «O Vos Omnes» y «Plorans Ploravit». 

«La Madrugada del Levante»

Las procesiones dan inicio el Sábado de Pasión con la salida de La Convocatoria. A través del sonido de sus dos imponentes ‘Bocinas’, esta imagen anuncia la llegada de la Semana Santa invitando a todo el pueblo a vivir y participar en la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Le sigue el Domingo de Ramos donde el municipio se inunda de las palmas blancas de fieles y devotos que acompañan alegremente a Jesús Triunfante, obra póstuma de Mariano Benlliure, cariñosamente conocida como «El pas de la Burreta». 

El silencio y la austeridad se adueñan del casco antiguo de la Villa en la Procesión de Penitencia del Martes Santo, también nombrada «La Procesión de los Sacos» por la indumentaria cisterciense de los penitentes. En ella, las luces de las antorchas, el olor a incienso y los motetes de las voces graves de los coros son los únicos elementos que acompañan, con paso lento y en absoluto recogimiento, al Cristo de Difuntos y Ánimas. 

La mañana del Miércoles Santo empieza con la ilusión del tradicional «arreglo de pasos», donde se engalanan y ponen a punto los diferentes tronos que posteriormente se reúnen en la Plaza de la Constitución y el templo de Ntra. Sra. de Belén. Un total de dieciséis imágenes y grupos escultóricos que recorren la Villa en la Procesión de la Pasión de Cristo a través de un nuevo y engalanado recorrido modificado por el recién estrenado Consejo Rector. Una vez concluida alrededor de las tres de la madrugada, multitud de fieles acompañan al Stmo. Cristo de la Victoria y María Magdalena y Las Tres Marías y San Juan en la Procesión del Traslado. En ella vuelve a reinar el silencio que se rompe con las melodías graves del coro y los sones de las cornetas y tambores. Durante el Jueves Santo, los cánticos religiosos acompañan al Cristo del Perdón y la Buena Muerte en su camino hacia el Calvario, mientras se van rezando las catorce estaciones del Vía Crucis. 

La Oración en el Huerto, del escultor Antonio Riudavets Lledó.

La Oración en el Huerto, del escultor Antonio Riudavets Lledó. / INFORMACIÓN

En la madrugada del Viernes Santo, las primeras Dianas anuncian la llegada del día más intenso del año; en ella, crevillentinos y cofrades avanzan con paso firme en su subida al Calvario. De repente, el bullicio del gentío calla en medio de una Morquera abarrotada que espera con expectación «El Abrazo» entre Jesús Nazareno y la Virgen Dolorosa ante la presencia de San Juan y la Santa Mujer Verónica. Durante la mañana el olor a pan tostado, masa de coca, salazones y ajos al horno se van convirtiendo en los protagonistas de una auténtica celebración gastronómica: el tradicional almuerzo de Viernes Santo. Una parada reglamentaria que da paso a la Procesión de la Bajada del Calvario donde la diversidad de color de las túnicas de los penitentes de cada una de las Cofradías y la gran participación infantil se convierten en un auténtico espectáculo digno de admirar.  

El colorido de la mañana cambia por el luto de la noche en la Procesión de la Muerte de Cristo. En ella, las diferentes imágenes de Mariano Belliure y otros escultores valencianos, van acompañadas por masas corales que entonan motetes sacros, logrando crear una atmósfera de austeridad que inunda toda la Villa. Con la muerte de Jesús y la entrada a la Plaza de la Constitución de la Regina Martyrum, «La Madrugada del Levante» pone fin a un día repleto de emoción, reflexión y recogimiento. 

Durante el Sábado Santo, los cantos corales y el son de los timbales que marcan el paso de los costaleros, continúan estando presentes en la Procesión del Santo Entierro de Cristo. Las imágenes son acompañadas por multitud de fieles y devotos que a través de la luz de las velas van formando un camino de respeto y austeridad palpable durante todo el recorrido. 

La Semana Santa de Crevillent pone el broche de oro en el Domingo de Resurrección. La alegría y el regocijo vuelven a estar presentes tras el encuentro entre San Juan de la Palma y Regina Pacis, portada por primera vez por costaleras, con Jesús Sacramentado. Un emotivo momento acompañado por el repique de campanas, el vuelo de palomas y la armonía del Aleluya de Haendel entonado por un conjunto de voces que expresan el gozo de Jesús Resucitado.