El complicado equilibrio de vivir del turismo en Benidorm

Más tráfico, menos aparcamiento, colas para realizar tareas cotidianas como ir a comprar o no poder poner la toalla en la playa son algunos de los problemas a los que se enfrentan los residentes que suelen adecuar sus costumbres a una ciudad que multiplica por cinco su población en temporada alta

Retenciones de tráfico en Benidorm en pleno mes de julio.

Retenciones de tráfico en Benidorm en pleno mes de julio. / David Revenga

Verano. Mediados de julio, uno de los meses con más afluencia de turistas y visitantes de todo el año. Y en agosto aún son más lo que eligen la capital turística para pasar sus vacaciones. Las playas están llenas y los veraneantes disfrutan de un paseo por primera línea o de algo fresco en una terraza. Pero, ¿cómo viven el verano los vecinos de una ciudad turística como Benidorm? ¿Cómo adaptan su día a día a una localidad que multiplica por cinco su población? Cambiar algunos de los hábitos diarios está entre las claves para enfrentarse a problemas como más tráfico, menos aparcamiento o colas para comprar; además de armarse de paciencia o modificar los horarios en los que se va a la playa. Pero no todo es negativo: el turismo es la principal actividad económica de la localidad sin la que muchos no tendrían trabajo, por lo que es necesario encontrar un equilibrio.

Con la llegada de la temporada alta, la ciudad llena sus hoteles, apartamentos, segundas residencias, alojamientos... alcanzando una población de cerca de 400.000 personas a pesar de los 69.738 habitantes censados según las últimas cifras oficiales. Un incremento que tiene sus consecuencias en el día a día de los residentes que tienen que seguir con su vida diaria, acudiendo al trabajo, al médico, a comprar, cogiendo el coche para desplazarse o intentar aparcar lo más cerca de casa posible tras una larga jornada laboral. Sin embargo, enfrentarse a todo ello, aunque provoca quejas y enfada en muchos momentos, también es ya una costumbre que se repite cada año y que se tiene interiorizada en la gran mayoría de los casos.

Un trayecto que antes era de 10 minutos quizá se alargue hasta los 30; los atascos se suceden en hora punta en las grandes avenidas que multiplican sus coches en pleno verano; llenar la nevera lleva más tiempo del habitual ya que los supermercados, sobre todo los más céntricos y los de las zonas más turísticas, tienen largas colas en las cajas a la hora de pagar; e ir a hacer un recado o una gestión al centro es caminar en calles con cientos de personas y destinar más tiempo del deseado.

"En julio y agosto evito el centro, sobre todo las calles del casco antiguo por la cantidad de gente que hay", explica a este diario Natalia Olmos, vecina de Benidorm que vive en uno de los barrios donde la gran mayoría de los residentes lo son todo el año. La joven explica que, en plena temporada alta, "tú tienes que seguir con tu ritmo diario y los que van de vacaciones lo hacen a uno mucho más pausado". Así añadió que hay actividades que sí se modifican ligeramente en pleno verano: "Si estoy de vacaciones en cualquier otro lugar voy a la playa todo el día sin problema. Aquí, trabajando y con la ciudad llena, intento ir a última hora de la tarde y a la playa de Poniente".

Ir a bañarse al mar cuando hay menos gente, por la tarde, es algo que repiten muchos ciudadanos de la ciudad. Primero porque es a la hora que el trabajo se lo permite. Segundo, porque son conscientes de que la afluencia en la arena será menor y habrá sitio para poner la toalla. Y otra costumbre que se repite cada verano es la de no pisar la playa de Levante e ir a Poniente, "una zona más tranquila", indican algunos de los residentes. Y hay quien empieza su rutina muy temprano para intentar estar más tranquilo: "Si voy a la playa voy a muy primera hora", indicó Esther García. Porque la mayoría de veraneantes no madrugan durante sus vacaciones.

Las calles del centro de Benidorm llenas de gente.

Las calles del centro de Benidorm llenas de gente. / David Revenga

El cambio de horario para hacer algunas rutinas o disfrutar del tiempo libre es algo que también se suele modificar. "Cuando tengo que ir a comprar, intento ir a las horas en que la gente sé que está en la playa", indicó Mar Serrano, otra vecina de Benidorm. Y también en horas en las de las comidas para encontrar menos colas en las tiendas.

Tráfico casi imposible en hora punta

Y, ¿qué hay del tráfico? Pues circular por algunas zonas en hora punta se complica en temporada alta. Y aunque la ciudad solo registra problemas puntuales de atascos o retenciones, aquellos que trabajan encima de un vehículo también notan que el verano ha llegado y con él miles de viajeros. "Hay mucho más tráfico y no suelo encontrar aparcamiento fácil", indicó Manuel Fuster. El problema del tráfico lo sufre también Arantxa Sánchez, hostelera: "Vivo en la Cala y vengo con coche todos los días al centro. Tardo mucho más tiempo en llegar cuando es verano". Entre las opciones: "Ir por la circunvalación y no por las calles más transitadas". Una solución que suele funcionar para ir de punta a punta de Benidorm.

Y resaltó lo dicho por otros vecinos: "Para ir a comprar cuatro cosas tardo mucho más porque hay mucha más gente". Así, Fuster también hizo referencia al tiempo: "Tardo más en llegar a todos los sitios, pero es lo mismo de todos los años, no queda otra", añadió. En los mismos términos se pronunció Sánchez: "Somos conscientes de que es así, y no nos queda otra, porque muchos vivimos de que vengan los turistas".

"¡Bendito turismo!"

Y ahí está una de las claves para muchos residentes: la costumbre y resignación ante la afluencia de turistas que llenan el municipio y que, por tanto, generan actividad económica. "¡Bendito turismo que me hace reestructurar mis costumbres!", indicó Natalia Olmos. Y no lo asegura en negativo, sino todo lo contrario: "Genera riqueza y bienestar para los que vivimos aquí porque tenemos trabajo".

Benidorm seguirá llenándose en verano o los fines de semana de casi todo el año así como fechas señaladas como Semana Santa. Y lo lleva haciendo desde que se convirtió en uno de los destinos más elegidos para pasar las vacaciones. Desde hace décadas, los vecinos y residentes conviven con los visitantes aunque con algunos inconvenientes diarios que se van sorteando con paciencia. Todo es cuestión de equilibrio.