Dar brillo a 100 metros de altura

Los sistemas de seguridad y controlar el viento se convierten en algo vital para los trabajadores que se descuelgan por las fachadas para realizar trabajos verticales

Una gran parte de los profesionales de este sector son escaladores

Trabajadores en Calp realizan a diario trabajos verticales a más de 100 metros de altura

Alex Domínguez

Un rascacielos. 110 metros de altura. Tres personas se descuelgan con cuerdas por la fachada para limpiar los cristales. Sacar brillo cuando no se tienen los pies en el suelo no es tarea fácil y la seguridad es la principal clave para evitar cualquier incidente. Eso y controlar el viento que puede ser fatal si no se tiene en cuenta. El resto no es tampoco pan comido.

Dejar reluciente toda una fachada de cristal o arreglar cualquier problema que pueda tener es una tarea que realizan en muchos edificios de la provincia las empresas de trabajos verticales. Pero, ¿cómo se preparan para descender metro por metro y hacer algo tan complicado como dejar perfecta una superficie? Luis Moratalla es el responsable de una empresa de València, Multitec Verticales, especializada en este tipo de trabajos. Es escalador y, tras la crisis de 2010, decidió montar una empresa dentro de su ámbito y se decidió por este tipo de trabajos que además podía unir con su pasión por ese deporte. Una gran parte de los empleados de este tipo de empresas practican la escalada aunque cada vez hay más especialistas que se forman para esta tarea sin haber hecho nunca este tipo de actividad.

La mercantil hace todo tipo de trabajos, entre ellos, limpiar cristales en altura. Él junto a dos compañeros son los encargados de dar brillo cada mes al hotel Suitopia de Calp. El primer paso para desempeñar esta tarea es comprobar el viento. Si sopla demasiado, el descenso no es posible. Días antes se comprueba el parte meteorológico: "A veces no podemos trabajar si el viento no es favorable". Porque cualquier precaución es poca cuando se está colgado de una cuerda a tanta altura. "Si viene viento del este, nos ponemos en la zona oeste del edificio. El viento es algo que va cambiando y tenemos que ir mirando todo el rato las previsiones. Vamos rodando como el viento pero al contrario", añade Moratalla.

La fachada de hotel calpino tiene 930 cristales de 80x120 centímetros. Se tarda dos días completos entre cuatro personas, tres de ellas son las que descienden con las cuerdas y una cuarta sirve de apoyo piso a piso para darles el material o lo que necesiten. "Nos repartimos el trabajo entre los que estamos limpiando pero el que baja y sube escaleras y más trabaja es el cuarto que hace de apoyo", argumenta el responsable de la empresa.

El trabajo empieza pronto por la mañana. Cuando se lleva años en el oficio, colocar todos los sistemas de seguridad lleva menos tiempo. En media hora todo está en su sitio y se puede comenzar el descenso que empieza por anclarse bien a la parte alta del edificio. En la azotea de Suitopia, ya tienen listas líneas para poder engancharse a ellas y poner a salvo su vida en caso de accidente. Para que se entienda Moratalla explica que bajar por una fachada es "como hacer rápel" en la montaña.

Los tres trabajadores llevan dos cuerdas, una para ir bajando y otra de seguridad, ambas semiestáticas. El equipo se completa con un sistema autofrenante para controlar el descenso (son él se mide la distancia que se quiere bajar y la velocidad), un ASAP anticaídas que se sitúa por encima del operario, un puño Yuma que es como un pedal para poder subir o bajar, como un ascensor; además de otros bloqueadores o sistemas para la seguridad.

Para limpiar, van sentados en una especie de silla donde cuelga la cubeta de agua y utensilios que usan, "todo cogido con un arnés". Poco a poco van bajando piso a piso y limpiando los cristales como se haría en el suelo: echar el agua y escurrir, todo cristal a cristal. Cada tres horas o tres horas y media descansan: "No podemos estar sentados más tiempo". Así que bajan hasta abajo, descansan, y vuelven a descender al punto donde estaban.

Adrenalina en el descenso

¿Qué sensaciones tienen mientras limpian a esa altura? "A 110 o 120 metros de altura ves el vacío y te impacta. Por veces que lo hagamos, nos sigue dando respeto todos los días", explica el experto. "Me siguen sudando las manos cuando me descuelgo, es la adrenalina que genera el cuerpo", añade. Pero tiene un lado bueno: "En Suitopia nos evadimos mucho más que en cualquier otro lado y de todo el trabajo que hemos tenido el mes entero". Es como su escapada a pesar de las dificultades y el peligro.

Sin embargo en el fondo saben que su trabajo no es fácil y que el mínimo error puede ser fatal: "Siempre decimos una frase: hoy es un día bonito para morir" cuando se suben a sitios como el rascacielos de Calp. "Hablamos y nos reímos mientras descendemos. Sacamos temas de conversación que no solemos sacar nomalmente", afirma Moratalla. Todo ello si el tiempo no aprieta para terminar porque en ese caso "estamos más concentrados y ni hablamos".

El trabajador es el que más experiencia en montaña tiene. Aún así, afirma que ha vivido situaciones complicadas limpiando fachadas: "Una vez estaba en un piso 24 y comenzó un viento fuerte que subía desde abajo como una turbulencia. La cuerda que caía por debajo comenzó a subir a modo de remolino; el viento había cambiado, lo vi en unas banderas de abajo y tuve que buscar una salida". Para ello, "me moví a modo de péndulo y me metí en un balconcito y esperé a que alguien me sacara de allí". Veinte minutos estuvo en esa situación: "Son cosas que pasan", alega.

Moratalla asegura que la adrenalina en edificios como el de Calp es mucha pero "también siempre que tocamos un edificio nuevo". En zonas como un casco antiguo para realizar una rehabilitación "el corazón también te explota" sobre todo en los inmuebles con más años aunque tengan menos pisos de altura: "No te puedes anclar igual a esos tejados o al hormigón" lo que puede ser más peligroso.

No solo la seguridad está en las cuerdas, también en otros elementos como las gafas de sol. Porque los cristales reflejan la luz y eso puede ser fatal para los ojos: "Normalmente son cristales de seguridad que no ves lo que hay dentro pero se refleja la luz y el sol", indica Moratalla. Y no solo ese reflejo hay que tenerlo en cuenta, también el de las cubiertas. La del hotel de Calp es completamente blanca y "también genera ese reflejo".

Y, ¿qué hay del calor y del frío? "En invierno nos congelamos y en verano nos asamos", indica Moratalla. En el caso de Suitopia, en la cara norte no da apenas el sol, que es donde hay más cristales y "al final te vas mojando" ya sea por el agua o por el sudor. "Tenemos las manos constantemente mojadas y heladas", explica. En verano, todo lo contrario por lo que intentan hacer las partes donde da el sol "a primera hora". También porque "hay menos gente y así molestamos menos a los clientes del hotel". El calor es insoportable a veces: "En los cristales de la zona del Sky Bar cuando le echas agua se evapora del calor". Para sobrellevar todo esto, hidratarse constantemente y hacer muchos cambios de ropa, cada vez que descienden a descansar.

Escaladores o no

Ser escalador para este tipo de tarea ayuda pero Moratalla asegura que "es un requisito o no" porque "hay cursos y formación que te instruyen para los trabajos en altura". Aunque sí puede ser una ventaja ya que "sabes desenvolverse en grandes paredes y con el material que usamos".

Pedro Aparicio es socio de Altur, una cooperativa situada en Sant Vicent del Raspeig que se decida a los trabajos verticales y la formación. Tras 30 años en el sector, el experto explica que algunas cosas han cambiado: "Al principio, cuando comenzaban los trabajos verticales, había mucha gente que venía del mundo de la escalada. Ahora también lo hay pero cada vez crece más el número de profesionales que no tienen nada que ver y se forman para ello".

De hecho considera que aprender y enseñar es clave para este tipo de trabajos: "Hemos detectado que se necesita formación de nuevos operarios por eso estamos impulsando desde el centro en Alicante cursos para las acreditaciones internacionales y nacionales". Trabajar en vertical es una tarea que se extiende no solo al ámbito urbano, como la limpieza o reparación de fachadas de edificios, sino también al industrial para acondicionar molinos, fábricas, chimeneas...

Aparicio asegura que "cada vez hay más empresas dedicadas a este sector" y que se concentran en zonas como Alicante o Benidorm, donde hay una gran cantidad de edificios altos. Una de las razones es que este tipo de trabajos verticales son menos costosos que otros en los que se usan andamios, tanto en precio como en montaje. Con todo el experto apuesta por esa formación para evitar "la precariedad" y la proliferación de mercantiles que "se intentan abrir paso en el mercado pero que no cumplen con todos los requisitos u ofrecen precios que hacen competencia 'no leal'".

Suscríbete para seguir leyendo