Los Moros y Cristianos de Elche han despertado esta mañana de martes a media ciudad con el tradicional Alardo. Tres años después, el rugir de los arcabuces se ha dejado sentir casi por toda la ciudad.

Un disparo en el Alardo. Pilar Cortés

Los poderosos truenos, en un desfile lento pero firme, han sorprendido a más de uno que no sabía a qué se debía ese retumbar por las calles de la ciudad.

Otro instante del Alardo Información

Cerca de 90 kilos de pólvora se han empezado a disparar desde las 9 de la mañana. El recorrido empezó en la avenida Juan Carlos I y ha proseguido por Puente Ortices, Capitán Lagier, Eres de Santa Llùcia, Portell de Granyana, Plaça del Parque, Diagonal del Palau y Palacio de Altamira.

El Alardo ha culminado en el Palacio de Altamira. Pilar Cortés

Una hora después del arranque de este espectáculo, que sobre todo era admirado por los turistas más tempraneros, el disparo de pólvora continuaba en medio de destacadas medidas de seguridad y gente que cada vez más se ha ido sumando al recorrido para escuchar el potente estruendo que ha venido estando coordinado. A las 10.30 horas ha finalizado el recorrido por las calles con el estruendoso sonido y los festeros se han ido a disfrutar de un almuerzo.

La cantidad de pólvora ha sido similar a la disparada en 2019, último año en el que se celebraron los festejos antes de la pandemia que paralizó los actos hasta este 2022, cuando se cargaron 85 kilos. Eso sí, cifras muy alejadas de la de años anteriores, como en 2018, cuando se lanzaron 130 kilos. Se regresa a las cifras de 2016, con una nueva normativa más estricta con los cursos de formación que tienen que hacer los festeros. Eso sí, la emoción y el espectáculo han estado asegurados.

Otro momento del Alardo por el centro de Elche Información

A destacar, la gran presencia femenina en el acto de arcabucería. Un 40% han sido mujeres. Así, 40 féminas y 50 hombres han disparado sus arcabuces entre medidas se seguridad extremas. La entrega de pólvora se produjo el pasado viernes en el Camino de Casilla. El cambio de la normativa permitió adelantar esa entrega, que se hizo bajo estrictas medidas de seguridad y en un espacio al aire libre, alejado de viviendas y de la circulación del tráfico. El Alardo vuelve a brillar con luz propia, una vez que se han quedado atrás los años más duros de la crisis económica y del accidente tras la explosión de un arcabuz en 2008 que se saldó con tres personas heridas.