Fallece Manolo, el sacristán de la basílica de Santa María en Elche

Manuel Fernández tenía 76 años y el sepelio tendrá lugar este viernes a las 11 horas en el templo donde trabajó más de 25 años

Manolo Fernández, junto a una imagen de la patrona de Elche

Manolo Fernández, junto a una imagen de la patrona de Elche / INFORMACION

M. Alarcón

M. Alarcón

Manolo el sacristán ha muerto. No era su apodo pero en Elche cualquiera que haya pasado por la basílica de Santa María los últimos 25 años conoce el nombre y la labor de este hombre amable, servicial y bondadoso. Un cristiano desde muy niño que a los 51 años y después de una crisis textil que le llevó a cerrar sus tiendas volvió a la que había sido su vocación desde niño. El servicio a la Iglesia.

Pocos conocen mejor que él los secretos de la basílica. De niño fue monaguillo en el Sagrado Corazón, también ayudó en la ermita de San Crispín y de joven formo parte del club parroquial de la iglesia del Carmen, pero fue con 51 años, rezando en Santa María, cuando le propusieron ser el sacristán.

Una representación del Misteri en la basílica de Santa María, en Elche

Una representación del Misteri en la basílica de Santa María, en Elche / Matías Segarra

Bocadillos de salchichón

Así lo recuerda la cátedra Pere Ibarra, de la Universidad Miguel Hernández de Elche, en una de las pocas entrevistas que dio en su vida (en este caso a Joaquín Quiles en 2020) este hombre de fe, casado y con cuatro hijos, miembro de una familia de migrantes que llegó a Elche (eran siete hermanos) y pasó con penurias su infancia, como tantas otras, y que recordaba con especial cariño algunos bocadillos de salchichón que le daba un párroco, don Francisco, siendo niño, con seis años, al término de los servicios religiosos como merienda. Un sabor que nunca olvidó.

Una imagen de la cátedra Pere Ibarra de la UMH de Elche en la que aparece en la sacristía de Santa María

Una imagen de la cátedra Pere Ibarra de la UMH de Elche en la que aparece en la sacristía de Santa María / INFORMACIÓN

Aquel día en el Misteri

Le gustaba cantar y lo hacía en los servicios religiosos en el Corazón de Jesús. De ahí fue un paso fácil entrar en el coro del Misteri. No tendría mala voz cuando fue nombrado tiple y se le propuso bajar en los aparatos aéreos. De esos instantes de su vida cuenta una anécdota muy curiosa. Aunque no tenía vértigo, aquel día, en el cielo y esperando que las puertas se abrieran, escuchó a uno encargando decirle al otro que no estaba seguro de haberlo sujetado bien. "Se me removió el estómago, me cogía al hierro con mis dos manos y no me solté ni al bajar ni al subir (...) lo peor fue que se me puso una bola en la garganta y no pude cantar ni al bajar ni al subir, no solté ni una nota. Dentro de todo, nadie se dio cuenta y, si alguien se dio cuenta, no me dijeron nada", contaba.

Estuvo en el seminario de Orihuela y recordaba una anécdota de la infancia cuando sus padres le dijeron que no tendría regalo por Reyes Magos. Puso paja y aun así esperó, pero no tuvo nada. "No niego que recuerdo que recé mucho buscando la razón por la cual no me trajesen nada, pero de pronto comprendí el gran valor de lo que me habían traído". Al final, pese a su vocación sacerdotal, dejó los estudios en cuarto curso, cuando dominaba Latín y Humanidades. "No pude seguir estudiando", fue su escueta respuesta. Se metió en un comercio a trabajar como dependiente, en la tienda de Cutillas. Abrió la boutique Gonzalo García. Montó más tarde la tienda Chicuelos en la plaza de Balmes y más tarde otra en las Cuatro Esquinas, "Andrea". Con treinta años acudía a ferias y desfiles para surtirse de ropa de calidad. Todo se truncó con la crisis. Tuvo que cerrar. "Siempre como administrador he tenido como libro de conducta la honradez, la dedicación completa al trabajo y la conciencia del cumplimiento, pero llegó el momento en el que la situación no se sostenía (...) Fui el primer en lamentar que el esfuerzo de mi trabajo se hubiese difuminado.

La Virgen de la Asunción, en la basílica de Santa María, en Elche

La Virgen de la Asunción, en la basílica de Santa María, en Elche / Áxel Álvarez

Sepelio

El sepelio tendrá lugar este viernes a las 11 de la mañana en el templo que pocas personas han escuchado tantas misas como él. Se va sin haber podido ver la restauración que tanto ansiaba del templo. Contaba que "a veces los fieles no se percatan, pero desde un ladrillo que se cae, una pared que se desconcha, una pieza de madera que por el tiempo queda inservible y hay que reponerla. Si hay algún deterioro intento arreglarlo lo antes posible. Está también la subida al campanario que tiene sus visitantes. Las campanas deben estar en un buen estado. Que la basílica presente en todo momento un estado de limpieza excelente, detalles que desde fuera parecen insignificantes pero que hay que cumplir escrupulosamente".

Fue un fiel colaborador de los medios de comunicación en todo aquello que pudiera echar una mano, como contar algunas de las ricas anécdotas dé la basílica donde cada año se representa el Misteri d'Elx. Descanse en paz.