ANÁLISIS

Hércules CF: Todo en contra en todas partes

No hay un solo dato que ayude sustanciar la idea de que el conjunto alicantino está en disposición de alcanzar el «play-off»... más allá de la esperanza

Los jugadores del Hércules cargan con una portería para realizar un ejercicio en Fontcalent.

Los jugadores del Hércules cargan con una portería para realizar un ejercicio en Fontcalent. / Jose Navarro

Pedro Rojas

Pedro Rojas

Puede más la nostalgia que la realidad, resulta más cómoda, más habitable, menos rabiosa. Sin embargo, quienes se quedan ahí, anidando en el pasado, mueren mucho antes porque viven sin vivir. El Hércules hace tiempo que se agarra a esa sensación placentera, a lo que fue, y lejos de avanzar, se desvanece. El idealismo está bien, es un alivio, pero nadie puede aferrarse al condicional eterno, al «y si...» permanente, siempre llega el momento de tomar conciencia, de abrir los ojos para no romperte la crisma, de desconfiar de los santos y de las vírgenes milagreras.

Lolo Escobar ha hecho justo eso, dar una palmada fuerte, contar hacia atrás, chascar los dedos y gritar: «despierta». Su discurso fue descorazonador, hasta inasumible, pero en ningún caso exento de razón: «Los cuatro primeros ya no son de nuestra liga». Aceptarlo resulta terrible por infinitos motivos, pero también es el primer paso para acotar el problema y empezar a ponerle remedio. Hace mucho que el Hércules dejó de ser realeza del balompié.

No lo es ni en la cuarta categoría. Pero no por ahorrarse sueldos en plantilla o técnicos, eso fluctúa bastante poco, sino por falta de grandeza de quienes se ponen su camiseta y defienden el escudo. Las piezas llamadas a ser diferenciales en la confección del equipo llegan a esta «guerra» con sueldos de general y ofrecen rendimientos de objetor de conciencia. La lista es larga y se repite cada curso.

Cuatro salarios malgastados

La aportación de las cuatro fichas mas altas no está a la altura de su caché. Ni Míchel, ni Ander Vitoria, ni Jack Harper ni Sergio Marcos pueden sentirse orgullosos de sus aportaciones al grupo, cada uno por razones diferentes, es verdad, pero de esta anomalía se derivan algunos de los males colectivos. Al Hércules lo sostienen dos secundarios, dos «niños», Jean Paul y Alvarito, ningún otro carga con el peso del ataque de un proyecto que siempre nace con la máxima ambición y necesita que nadie esté por debajo del bien alto nunca. 

Después de 25 jornadas conviene no seguir esperando a quien no haya aparecido ya (aunque sea tímidamente), no creer en la ciencia infusa y los interruptores mágicos. Hay que apostar por los que no tiemblan ni llenan su argumentario profesional de excusas, por los que se rebelan contra el hecho de no figurar en las alineaciones esforzándose más. Si el Hércules no tienen de esos, sus opciones de salir airoso de este trance son muy remotas. 

Decantarse por una estructura

Entre los dos entrenadores que han dirigido el Hércules este año ya lo han probado todo, así que ha llegado la hora de elegir una estrategia en la que quepan los mejores aunque sea en otra posición. Y eso atañe a la banda derecha y al capitán del equipo. Si Artiles es mejor que Míchel por el centro, delante de Toscano y del pivote, Maxi o César, que no haga más de extremo. No suma. Si ninguno de los supuestos especialistas ha rendido ahí, toca poner al que ya lo hizo antes y tampoco defiende tan bien como para pensar que ponerlo a atacar es un sacrilegio. Si Raúl Ruiz es el más idóneo, adelante.

Y detrás, donde más endeble es este bloque, habrá que plantear la formación pensando en el minuto uno y no en los imprevistos que puedan surgir porque ya no hay margen para especular, se ha perdido, ya no está, no existe, ha desaparecido. Los cuatro mejores defensas , a jugar de inicio.

Si eso implica desplazar a Diego Jiménez al lateral, que no se dude; y si Dani Marín, siendo sub-23, ofrece más garantía que Mario Gómez, que sea titularísimo. El Hércules cabalga a lomos de un imposible, ahora más que antes de Navidad porque le queda menos tiempo. Enfermería o puerta grande. El domingo se juega una final, que la disputen los más valerosos, los más creíbles. 

Abrir los ojos

Ningún dato juega a favor de este proyecto, ni uno solo. Es peor que sus rivales en todas las estadísticas y, a decir verdad, solo ha estado tres semanas entre los cinco primeros después de 25 jornadas. Mete menos goles que todos sus rivales, le hacen más, no dispone de una referencia, el día que deja su portería a cero no es por consistencia sino por la pericia de Carlos Abad en situaciones límite.

Lo normal en esta coyuntura es que no acabe entre los cinco primeros. Si de verdad quiere hacerlo, será con los activos que ya han demostrado no ser tóxicos, ser valientes, orgullosos en el mejor sentido... Si no es con esos, no será. Y da igual quién haya tenido la responsabilidad última, el Hércules habrá muerto un poco más.

ÚLTIMO PARTIDO EN HORARIO MATINAL

Contra el Terrassa se jugará por la tarde 

►El encuentro frente al Formentera del domingo (11:30 horas) será el último que dispute el Hércules como local en horario matinal. La visita del Terrassa, prevista para el 2 de abril, tendrá lugar por la tarde. La elección de la hora definitiva aún no se ha producido, pero el deseo compartido por jugadores y técnicos es que no se juegue antes de las 18:00 para no coincidir con las horas de más calor y facilitar que la humedad del césped se pueda aprovechar durante más tiempo.