Hércules CF 2-2 Terrassa FC

El Hércules se ahoga en su miedo y sus carencias

Míchel Herrero marcó los dos goles locales y el Terrassa igualó con dos penaltis en la segunda parte

Pedro Rojas

Pedro Rojas

Nunca le sopla el viento favor a quien navega sin rumbo. Así de crudo, así de miserable, así de ingrato. Ni siquiera cuando parece que sí. Es mera apariencia, simple artificio. No hay nada a lo que agarrarse para salir a flote y el sálvese quien pueda se oye cada más alto, más cerca, más nítido... Y quien mejor lo verbaliza es el propio entrenador, que todas las semanas encuentra un enemigo distinto dentro de su barca.

El camino hacia el fracaso lo traza la suma de despropósitos, el acumulado de errores superficiales y mayúsculos, los que cometen los jugadores y los que provoca el propio técnico con sus decisiones y sus discursos populistas, incendiarios y, desde el primer minuto, libres de autocrítica. El Hércules hace agua por muchas partes diferentes desde hace «siglos», pero quien tiene que hallar remedios tácticos dedica más tiempo a señalar culpables que a buscar el modo de extraer el lado bueno a un bloque que no es mejor que ninguno del grupo 3, pero tampoco el peor de todos... y a menudo lo parece.

Es la segunda vez, desde que llegó Lolo Escobar, que los alicantinos desperdician un 2-0 al descanso en el Rico Pérez. La diferencia entre ambos empates es que en enero, contra el Mallorca B, se pecó de soberbia, de exceso de confianza, de sentirse superior, y en esta ocasión ha sido al revés. El complejo de inferioridad, el miedo y la angustia con la que vive los partidos el entrenador trasciende y se propaga a velocidad de vértigo, convirtiendo un vestuario con tendencia a la depresión en el paraíso de la pena.

Míchel Herrero, con dos tantos en 45 minutos, alcanza a Alvarito como máximo realizador del conjunto blanquiazul

El fútbol es mucho más fácil de lo que hace creer el Hércules cada domingo. Pero no saber a qué jugar, ni con quiénes, después de 27 partidos lo complica todo mucho. Enormemente. Infinito. Ninguna idea permanece. Las decisiones son tan volátiles que no da tiempo a que cuajen. Por eso todos los rivales se muestran superiores en un campo que, en teoría, les perjudica por las dimensiones. Todos se sienten cómodos, hasta los que menos disfrutan con la pelota.

El Terrassa no fue una excepción. Con orden y ocupación metódica de espacios, justo de lo que carece el cuadro blanquiazul, fue capaz de llegar ocho veces de manera limpia a la portería de Carlos Abad, la más peligrosa, con un pase filtrado entre los dos centrales, desubicados y mal encarados, que terminó en penalti nada más arrancar el segundo tiempo.

Fue clave, la puerta abierta de par en par a lo desagradable que aconteció después. Antes de eso, Toscano, de nuevo titular, volvió a demostrar que es el único con oficio para armar los ataques. Nadie más lo hace, nadie con su rigor táctico. El mediocentro recibió el balón en la cancha rival, giró sobre sí con la línea de pase ya dibujada en la cabeza, habilitó a Retuerta, le despejó el carril, y el lateral del Dépor, sin oposición, cómodo, centró al área.

Allí apareció Míchel para abundar en dos mensajes: solo él posee el factor diferencial que exige el gol y que cuanto más lejos juegue de la portería, más desaprovechado está en todos los aspectos.

César Moreno regresa tras su lesión y hace la falta que permite al Jordi Cano igualar con el tiempo ya cumplido desde los once metros

Su forma de acomodar el pie para volear a la escuadra la peinada de Jean Paul fue lo mejor de un encuentro que se puso muy de cara cuando el colegiado, al filo del descanso, se inventó una pena máxima a favor de los blanquiazules por supuestas manos ¡once meses y un día después de la última vez! El golpeo con pierna derecha del valenciano, seco, recto, plano, al palo izquierdo del guardameta, debió dejar visto para sentencia un compromiso que acostaba al Hércules plácidamente sobre la promoción, empatado con el quinto clasificado.

No ocurrió. De hecho fue peor. Al final, en vez de a uno, se quedó a dos puntos del «play-off» porque el Terrassa no sintió en ningún instante la superioridad alicantina, esa que reflejaba el marcador. Los catalanes siguieron mirando de cerca a Abad tras el 2-1 anotado desde los 11 metros después de encontrar con enorme sencillez la espalda a los dos centrales a la vez.

FICHA TÉCNICA

► HÉRCULES: Carlos Abad, Raúl Ruiz, Roger Riera, Mario Gómez, Retuerta, Maxi Ribero, Míchel (Felipe, 82’), Toscano (Dani Marín, 89’), Artiles, Alvarito (César Moreno, 82’) y Jean Paul.

► TERRASSA: Marcos, John, Lucas Viña, Perera (Servettí, 84’), Lledó, Serrano (Carlos Martínez, 72’), Morales, Jordi Cano, David Jiménez, Spartalis (Karim, 85’) y Meshak.

► GOLES: 1-0, Min. 19: Míchel. 2-0, Min. 44: Míchel (penalti). 2-1, Min. 46: Jordi Cano (p). 2-2: Min. 93: Jordi Cano (p).

► ÁRBITRO: Alejandro Ojaos Valera (Cartagena) T. Amarillas: Mario Gómez, Retuerta, Raúl Ruiz, Jean Paul, Riera, Alvarito y César Moreno, del Hércules, y a Lledó, Lucas Viña y Meshak.

► ESTADIO: Rico Pérez. 4.750 espectadores.

La decisión del técnico tarrasense de sustituir al hombre derribado, Sergi Serrano, para dar entrada a Carlos Martínez benefició al Hércules, que dejó de padecer los envites del futbolista sustituido.

El dominio se equilibró y los locales dejaron de sufrir sin balón. En ese tiempo de tregua, de receso ofensivo del Terrassa, Alvarito, primero, y Jean Paul, después, no acertaron a cerrar el resultado. El extremo falló su disparo desde la frontal y el galo se equivocó en la ejecución del pase que dejaba mano a mano a Artiles con el guardameta por el carril central, sin marca y con tiempo de sobra para pensar.

La desconfianza indisimulada de Escobar en su equipo le llevó a posponer al máximo los cambios. Los realizó pasado el minuto 80, y fueron para amontonar defensores en una maniobra tan pobre como poco trabajada. Salieron Míchel, Toscano y Alvarito y entraron César, Chacartegui y David Marín.

El desconcierto fue total y el resultado, nefasto. Con el choque en el descuento, el central canterano perdió la bola y Jordi Cano transformó su regalo en una internada al área que el mediocentro, desorientado, convirtió en otra pena máxima metiendo la pierna a destiempo, la tercera de la tarde, la segunda en contra de los locales, un imán para la desgracia. Imaginarle un feliz a este curso suena a mal chiste, puede que a delirio de pésimo gusto, pero es mucho peor rendirse. No caigan en la tentación. Quedan 18 puntos.