Segunda RFEF

Míchel Herrero cierra a oscuras su segunda etapa en el Hércules

El centrocampista valenciano firma la rescisión renunciando a parte del monto que le quedaba de contrato para buscar un último destino antes de colgar las botas

Míchel Herrero se señala el escudo del Hércules después de marcar un gol de falta directa en el José Rico Pérez.

Míchel Herrero se señala el escudo del Hércules después de marcar un gol de falta directa en el José Rico Pérez. / Alex Domínguez

Pedro Rojas

Pedro Rojas

El viernes supo que ya no volvería a vestir de blanquiazul. Se marchó a casa con permiso de Rubén Torrecilla y lo hizo consciente de que no entrenaría más con el primer equipo, el paso definitivo antes de terminar de digerir un hecho incómodo: su segunda etapa en el Hércules se daba por cerrada de manera oficiosa. Tras dos días de tibia reflexión, Míchel Herrero, mientras sus compañeros se ejercitaban en Fontcalent, se reunió el lunes por la mañana con Enrique Ortiz, el hombre que fue a buscarle a su casa de Valencia hace dos veranos para rogarle que se embarcara en el enésimo intento para lograr un salto de categoría que se resiste desde hace más de una década.

De ese encuentro con el magnate alicantino ya salió como agente libre. Lo hizo con la esperanza de que el fútbol no profesional le ofrezca, antes de que expire enero, la posibilidad de dejar el balompié jugando, pisando hierba, sudando, compitiendo de verdad. La idea del centrocampista valenciano es encontrar acomodo en uno de los equipos de la Comunitat que conforman la Segunda Federación, pero tampoco se cierra ninguna puerta sabedor de que, a sus 35 años, y tras una temporada casi en blanco, no le lloverán las ofertas.

Su salida amable, sin estridencias, sin revuelo mediático, sin apenas resistencia, era una prioridad para el propietario de la SAD blanquiazul. Su adiós libera una ficha que la secretaría técnica no ocupará inmediatamente. Quedará pendiente de una posible oportunidad de mercado irrechazable... como la de Miguel Marí. Puede, incluso, quedar sin dueño y que, como ya ocurrió en verano, se deje una "licencia P" vacante.

Míchel llegó al equipo con 23 años, en la temporada 2011/2012. Fue una petición de Juan Carlos Mandiá —inquilino de aquel banquillo recién caído de la máxima categoría—, para intentar regresar a Primera División por la vía rápida. En ese proyecto fue una de las piezas fundacionales del ataque y respondió a la expectativa con creces marcando 14 goles, su tope como profesional. Después, tras más de diez temporadas en clubes de LaLiga y un fugaz exilio continental, regresó al Hércules para abanderar la primera aventura de Paco Peña al frente de la dirección deportiva de un equipo profesional.

Míchel Herrero no comparte la decisión del árbitro durante uno de sus partidos con el Hércules en su segunda etapa.

Míchel Herrero no comparte la decisión del árbitro durante uno de sus partidos con el Hércules en su segunda etapa. / LOF

No fue el regreso deseado. Estuvo lejos de serlo. Su incidencia en el juego no alcanzó la cota que se presuponía cuando un sector de la afición pobló el estadio a finales de agosto para darle la bienvenida. Su rendimiento por debajo de lo imaginado fue uno de los factores que acabaron condenando al Hércules a pelear por evitar meterse en la pelea por la permanencia en las tres últimas jornadas.

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78 PARTIDOS

Oficiales con la camiseta del Hércules en dos etapas

► Ha sido titular en 68 ocasiones. El 2 de noviembre disputó su último partido, en Copa.

20 GOLES

Ha metido como blanquiazul, 14 en la primera temporada

► Fue el tope de su carrera, después no lo superó. El año pasado anotó 6 tantos.

Este curso, bajo la tutela de Rubén Torrecilla, su concurso ha sido residual hasta el punto de desaparecer por sistema de las convocatorias. Durante la confección del equipo, tras la estampida de Lolo Escobar, ya se puso sobre la mesa la conveniencia de que se le extinguiera el contrato. Finalmente, la palabra dada por el dueño al jugador un año antes se acabó imponiendo. Pero fue solo eso, un guiño, un gesto de cariño, porque el preparador extremeño tenía muy claro que del valenciano no extraería el rendimiento que requería su forma de entender el juego, basado en la presión y la intensidad.

Despedida de perfil bajo

Su último encuentro defendiendo el escudo blanquiazul fue el 2 de noviembre, coincidiendo con la eliminatoria de Copa del Rey frente al Burgos. Formó como titular, pero salió del choque antes de tiempo, a un cuarto de hora del desenlace, cabizbajo, con el marcador ya 1-2 en contra. Estrechó las manos de Marcos Mendes en el cambio. Ese día, sin él saberlo, se despidió del Rico Pérez con un tímido aplauso de la grada, pero en la cita con más público de toda la temporada: más de 8.000 espectadores.

Míchel progresa con la pelota mientras inicia un contragolpe durante un partido del Hércules lejos del Rico Pérez.

Míchel progresa con la pelota mientras inicia un contragolpe durante un partido del Hércules lejos del Rico Pérez. / LOF

El jugador ha puesto de su parte para alcanzar un acuerdo que no le cierre la puerta de una entidad a la que le une una buena relación, sobre todo con la propiedad, que ve en él un posible colaborador en el futuro si la institución crece en su profesionalización. Míchel ha perdonado una parte del monto que aún le faltaba por percibir, dado que su contrato expiraba el 30 de junio. En cualquier caso, el pacto ha sido "del agrado de las dos partes", han asegurado.

El centrocampista buscará, como agente libre, un nuevo destino cerca de su casa para protagonizar un último baile antes de colgar las botas definitivamente... si existe esa posibilidad. Su único aval, el peso de su pasado y los seis goles que fue capaz de anotar en su regreso al Hércules el curso anterior.

El club, respetando escrupulosamente el protocolo de salidas, redactó un comunicado menos parco de lo habitual con el que trató de agradecer a Míchel "su esfuerzo y entrega durante sus dos etapas defendiendo la camiseta blanquiazul" y también desearle "la mayor de las suertes en sus nuevos proyectos profesionales y personales". Con un rotundo "esta siempre será su casa" se pone fin a un vínculo que empezó muy bien y ha concluido con el jugador saliendo del vestuario por la puerta de atrás y sin haber logrado, en ninguno de sus dos ciclos como blanquiqazul, el objetivo para el que fue reclamado... así de difícil es ascender.