El Hércules de Torrecilla está en punto muerto

La recesión ha dejado de ser un augurio y se ha convertido en una realidad terrible. El Hércules ha entrado en punto muerto, uno del que no es capaz de salir con independencia del rival que tenga delante, la peor señal posible que puede emitir cualquier equipo. Después de diez jornadas, ya no se puede hablar de bache, es una tendencia lastimosa que pone el objetivo del ascenso en una cuarentena severa.

El salto directo se da por perdido y el indirecto, el que se logra tras salir airoso de dos eliminatorias de «play-off», se antoja complicado porque la incapacidad para doblegar contrincantes es una evidencia obscena.

El equipo de Rubén Torrecilla es el único de todos los que no ocupan ahora plaza de descenso que no ha conseguido ganar ninguno de sus últimos cinco partidos. Solo dos clubes, Manresa y La Nucía, están igual que los alicantinos en esta estadística. Ambos viven desahuciados, los catalanes son penúltimos y los de la Marina Baixa, colistas, a 17 puntos de la salvación matemática.

Rubén Torrecilla firmó su contrato con el Hércules hasta junio de 2025 y tiene una cláusula de renovación automática en caso de ascenso a Segunda División

Son compañeros de viaje con los que es mejor no compartir ningún valor, pero los blanquiazules están mucho más cerca en la segunda vuelta de los números que firman los proyectos de la parte más baja de la clasificación, que de sus rivales directos en la pelea por dejar atrás el fútbol de esparto. Si solo se tomaran como referencia los puntos cosechados en la segunda parte de la competición, el Hércules estaría hundido en la tabla, sería 15º, con solo tres equipos por debajo de él e inmerso en la bajada automática a la quinta categoría nacional.

La reacción predicada desde el banquillo no existe y la relación con el gol de los blanquiazules es muy mala. En las últimas cinco semanas, tres tantos a favor, y dos los consiguió el mismo día, el de la funesta derrota en el Rico Pérez frente a la Penya Independent, el tropiezo inexplicable del que no ha sido capaz de levantarse el campeón de invierno.

Cuatro empates consecutivos desde entonces, los tres últimos sin haber sido capaz de ver puerta y con una producción ofensiva deficitaria.

La espesura y la falta de ideas son un problema que el preparador no está siendo capaz de resolver. Y resulta alarmante porque la consecución del objetivo y la paz social ya están en entredicho. El Hércules que fue capaz de asaltar el liderato elevó al 70% su porcentaje de triunfos en la primera vuelta. Ahora apenas suma el 30% de los puntos... y bajando.

Diez en 10 semanas, un balance que de haberse rubricado en el arranque de la Liga lo habría dinamitado todo.

Después de ganar en el Camp d’Esports, donde el Lleida no había perdido ningún partido hasta el ecuador del campeonato, el conjunto blanquiazul le sacaba 5 puntos al Badalona Futur, que se quedó en la cuarta plaza después de las primeras 17 fechas.

Ahora, el proyecto gestionado por Toni Freixa sin el apoyo municipal, exiliado en Vic, en un campo de césped artificial, aventaja en nueve puntos al armado por Paco Peña con el respaldo de su entrenador. 14 puntos más han sumado los badaloneses que los alicantinos desde la jornada 18. Son muchos, demasiados, una barbaridad.

Conjurados... otra vez

Después del despropósito en el Olímpico Camilo Cano, con la hinchada presente en el estadio encendida, con los jugadores increpados al final del choque y Rubén Torrecilla señalado como principal responsable por sus propios seguidores durante el derbi, la plantilla regresó el lunes al trabajo tras el descanso dominical.

Lo hizo en Fontcalent, con el propietario como testigo. El dueño de la SAD blanquiazul se dirigió a sus futbolistas para reclamarles unión, para tratar de levantarles el ánimo, hacerles ver que son, a grandes rasgos, los mismos con los que los aficionados se identificaban en la primera vuelta.

Su intervención en tono moderado, optimista, intentaba conseguir algo que, visto lo visto hasta ahora, no han logrado hacer ni las charlas motivacionales del entrenador, ni los vídeos de inspiración montados por el cuerpo técnico ni los apartes individuales que ha ido realizando el director deportivo. Conjurarse está bien, pero es todavía mejor jugar para ganar partidos.