PENSAMIENTOS ANIMALISTAS

Morir en el intento

Morir en el intento

Morir en el intento / RAÚLMÉRIDA

Raúl Mérida

Raúl Mérida

Cuando un perro o un gato es abandonado, lo primero que intenta es volver a casa. Al principio, no asume el rechazo de su familia. Por eso, los primeros instantes se pone muy nervioso y estresado, pensando que, quizás, todo haya sido culpa suya, por haberse despistado.

En esos momentos, lo habitual es que corra desesperado de un lado a otro intentando descubrir donde pueden estar sus dueños. Son carreras cortas y miradas muy atentas hacia el horizonte, que acompaña con lloriqueos incesantes y un olfato que pone a trabajar inmediatamente.

Su vista también se fija. Escudriña cualquier pequeña pista que pueda llevarle al encuentro deseado. Igual que su oído, que se afina para escuchar atentamente cualquier ruido. En esos momentos, es un radar que capta todo lo que sucede.

Sin embargo, tras varios minutos sin resultado alguno, poco a poco comienza a comprender que su familia se ha marchado para siempre. Pese a ello, sigue empeñado en encontrarles. Por eso, agotado, se entrega al instinto más primario que posee y deja que su corazón sea el GPS que les devuelva a casa. Desgraciadamente, pocos lo conseguirán.

Es cierto que, cada cierto tiempo, surge alguna noticia sobre cómo un perro o un gato perdido, se reencontró con su familia tras recorrer, a veces, incluso, cientos de kilómetros de distancia. En realidad, son los menos y, si se fijan, siempre son perdidos, nunca abandonados. La diferencia entre unos y otros, es que los abandonados van comprendiendo por el camino que fueron sus dueños los que quisieron dejarlos y pierden toda la esperanza. Los otros, por el contrario, mantienen vivos los lazos que les unen a éstos y nunca abandonan su búsqueda.

En cualquier caso, a la mayoría de ellos no les espera el reencuentro deseado, sino, más bien, un atropello por el camino, quizás, el ahogamiento en algún pozo o balsa al que se acerquen desesperados a beber o, a veces, y en el mejor de los casos, ser recogidos por una protectora de animales.