Alto y claro

La inserción laboral universitaria: una realidad o una ficción

Campus de la Universidad de Alicante, en una imagen de archivo

Campus de la Universidad de Alicante, en una imagen de archivo / Pilar Cortés

Carles Cortés

Carles Cortés

¿Asegura un puesto de trabajo una titulación universitaria? ¿Es un tópico o una falacia? ¿Tienen los egresados universitarios una situación de ventaja a la hora de iniciarse en el mercado laboral? Hace unas décadas estas preguntas tenían una respuesta claramente afirmativa, pero en los últimos tiempos se ha detectado, en un gran número de especialidades, un retraso considerable en la inserción de este colectivo en el mundo del trabajo. ¿A qué se debe este hecho? Por una parte, está la falta de experiencia laboral ya que los empleadores buscan candidatos que la tengan; en segundo lugar, dependiendo del campo de especialización, puede haber una alta competencia entre un exceso de graduados para un número limitado de puestos de trabajo. Más allá de las malas condiciones económicas o del mercado laboral, producto de una desaceleración en la economía o la existencia de una alta tasa de desempleo, la falta de habilidades específicas o de una mala planificación o enfoque en la búsqueda de empleo pueden ser letales para conseguir sus objetivos.

Tenemos un sistema universitario que busca la excelencia, sin ninguna duda, pero que tal vez concentra sus esfuerzos hacia la especialización de la materia. Así, unas habilidades de comunicación son esenciales en todos los trabajos. Los egresados universitarios deben ser capaces de comunicarse de manera efectiva tanto de forma oral como escrita. Al mismo tiempo, nuestros planes de estudio deberían incentivar el pensamiento crítico y la resolución de problemas que ofrezcan soluciones fundamentadas. Todo ello, con el desarrollo de unas habilidades interpersonales que les permita integrarse en un equipo humano con valores como la empatía, la capacidad de colaborar, la inteligencia emocional, la gestión del tiempo y la capacidad de adaptación. El ensayista francés, Joseph Joubert, afirmaba que “enseñar es aprender dos veces”; cierto es que, una vez obtenido el grado universitario correspondiente, el alumnado tiene los conocimientos específicos sobre la materia y debería tener las habilidades anteriormente citadas o formarse en estos valores. ¿Deberían las universidades ofrecérselas al mismo tiempo que adquiere el resto de las materias de su especialidad?

Existe profesorado consciente de ello; doy fe del fomento de estas capacidades de comunicación y de interrelación en algunas especialidades más vinculadas al campo de la sociología, la comunicación y las humanidades. Del mismo modo, en el resto de las especialidades, también se pueden encontrar docentes interesados en fomentar este tipo de prácticas a la hora de plantear sus clases y, de manera consecuente, su evaluación. Pero los datos sobre la empleabilidad a la baja de nuestros egresados y de nuestras egresadas no mienten. Habría que plantear modificaciones importantes en la metodología y el desarrollo de nuestras asignaturas.

Como pudimos leer en un artículo publicado la semana pasada en Información, los datos no pueden ser más evidentes. Según el análisis de U-Ranking –un proyecto desarrollado por el IVIE (Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas) y el BBVA– sobre 71 universidades del estado, 38 públicas y 23 privadas, que compara 3.600 grados oficiales, la Universidad de Alicante (UA) ocupa el puesto 61 del total en inserción laboral. Por su parte, la Universidad Miguel Hernández se encuentra en el 37 y la Universidad Cardenal Herrera CEU San Pablo, el 24. El informe tiene en cuenta tres variables que le proporciona la Seguridad Social, como son la tasa de afiliación de los egresados de hace diez años, su media de cotización que permite conocer su remuneración y la realidad entre lo estudiado y el trabajo ocupado. ¿Por qué estos malos datos en la empleabilidad de nuestros egresados que, en el caso de la UA, nos deja en las últimas posiciones? Cierto es que los grados de Ciencias de la Salud se encuentran entre los de mayor porcentaje de empleabilidad y, en el caso de nuestras universidades, la UA no dispone todavía de grado de Medicina.

Vayamos al fondo de la cuestión. Las administraciones públicas parecen obsesionadas con el diseño de nuevos programas de creación de empresas, cuando no todos nuestros egresados quieren ser emprendedores. En algunos casos asistimos a programas duplicados como el excelente Gennera y el Cienciathon; pasamos de tener un programa estrella de creación de empresa Yuzz a tener en la actualidad una amalgama de programas iguales: ua:emprende, Explorer (el nuevo Yuzz, patrocinado por el Banco de Santander), Llamp Tech Transfer (impulsado por la Conselleria de Economia), APTenisa (desarrollado por el Parque Científico de la UA) o Dodeactua. Tal vez esta profusión y duplicación de iniciativas parte del hecho que la existencia de tantos programas iguales en la misma universidad no acaba de concretar sinergias que fomenten de una manera decidida la empleabilidad de nuestra institución. Con el paso del tiempo, no hemos sido capaces de crear, como en otras universidades, una ruta emprendedora clara y bien definida, que sea capaz de ayudar a los miembros de la comunidad universitaria que lo requieran, de la formación y herramientas precisas que les ayuden en ese proceso tan complejo que es poner en marcha una startup o spinoff.

Esta falta de un proyecto general que mejore la situación de la UA en los ránkings que analizan la cuestión provoca incluso la duplicación de premios con objetivos similares como son los premios Impulso, organizados por ua:emprende, que hoy mismo se entregarán y los premios 5uCv, convocado por los vicerrectorados de Estudiantes y Empleabilidad y de Transferencia, Innovación y Divulgación Científica. En los dos casos se reconocen iniciativas empresariales innovadoras. Esta duplicidad de actividades, donde prácticamente se calcan contenidos y solo varían las entidades o unidades organizadoras, puede llegar a saturar un estudiantado que requiere la potenciación de habilidades transversales –llamadas con el término anglosajón soft skills como las ya existentes Tabarca Emprende, Fábrica de los Sueños, Pitch Coach, Lego o No Limits. Es momento también de revisar el diseño de la oferta de estudios por las universidades y de los mapas de titulaciones por las administraciones, como apuntan las conclusiones del informe de inserción laboral de U-Ranking. De esta manera ofreceremos una imagen real, lejos de la ficción, de las necesidades del mercado de trabajo. Un nuevo reto para nuestras instituciones.