Ningufoneo

Un adolescente hablando por el móvil

Un adolescente hablando por el móvil / Eduardo Parra - Europa Press

Antonio Sempere

Antonio Sempere

El informativo de Sandra Golpe, capaz de dar más de treinta noticias en menos de media hora (pasando de los cayucos de Canarias a la ley de amnistía, las salidas de tono de Ayuso, Bruselas, Gaza, la nieve en el norte, los atracos de la jornada o lo último del caso Dani Alves con una naturalidad increíble) dedicó unos segundos a hablar de un nuevo término que con el tiempo se hará muy popular: el ningufoneo. Se trata de no atender las llamadas telefónicas que los padres realizan a los hijos, dado que estos se encuentran enzarzados en las redes sociales y no van a molestarse en cortar sus conversaciones para atender a sus progenitores. Hemos llegado al caso de que las charlas en las redes sociales son más reales y más interesantes que las que pueden tener lugar por la vía telefónica.

El tema, que viene de lejos, abre un melón importante. El lenguaje siempre va con retraso. Se inventan palabras para poner nombre a lo que está pasando. Sería muy interesante que esta televisión tan acelerada (¿para qué?, ¿para llegar a la siguiente pausa publicitaria?) parase un poco e hiciese hueco para reflexionar sobre estas cuestiones. A periodistas como Jordi Évole seguro que le tientan si se saben enfocar con gancho.

Porque no son solamente los adolescentes con los padres. Lo queramos o no, el ningufoneo ha venido para quedarse y comienza a afectar a usuarios de todas las edades. Recuerdo con añoranza las charlas telefónicas de Fernando García Tola con Marta Azcona en el programa Corazón (nada que ver con el Corazón 2.0 de Anne y Jordi), en la prehistoria televisiva, los miércoles de 1989 a las diez de la noche en La 1. Recapaciten y no ningufoneen.