Agricultura y Pacto Verde Europeo, un equilibrio difícil

Domènec Ruiz Devesa reivindica en el Europarlamento incorporar los trasvases en la estrategia de resiliencia hídrica

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Domènec Ruiz Devesa

Domènec Ruiz Devesa

El 1 de febrero de 2023 una tractorada organizada por grupos de agricultores venidos de toda Europa (pero no de España, los últimos en llegar a la “movida”), paralizaron Bruselas, congregándose precisamente delante del Parlamento Europeo. Las demandas son variadas y hasta contradictorias, si se tiene en cuenta que para algunos campesinos franceses el problema es...¡la competencia “desleal” de la agricultura italiana y española! Con el consabido “folclore” chovinista que va aparejado (ataques a camiones, “nuestros tomates saben mejor”, y etcétera). Así unos protestan contra el cereal ucraniano (polacos), otros por la caída de los márgenes en favor de las grandes superficies (españoles), y mayormente, contra todo, los galos (incluyendo la obligación del barbecho, las limitaciones en el uso de pesticidas, y hasta el rellenado del diario digital necesario para...la percepción de las ayudas de la Política Agrícola Común).

Sin embargo, el origen de las protestas se remonta a Alemania, donde surgió a raíz de la retirada de un subsidio al combustible fósil de uso agrícola. Esta medida se tomó para cubrir un agujero presupuestario, causado por una sentencia del Tribunal Constitucional. Ésta última impidió utilizar el remanente del fondo extraordinario destinado a combatir la pandemia del coronavirus para otros propósitos. Entretanto, las fuerzas de ultraderecha de todo el continente se han subido al carro (tractor más bien) con entusiasmo, pues todo lo que sea desprestigiar a las instituciones europeas les viene bien, especialmente a pocos meses de las elecciones a la Eurocámara.

Pero conviene poner las cosas en su contexto. Tanto sentido tiene para un agricultor europeo apuntarse a la eurofobia como que el Papa se haga luterano. La Unión Europea es, entre las potencias desarrolladas, la que más subvenciona su agricultura, solamente superada por países como China, India, o Indonesia. La PAC es además una de las políticas más antiguas de la Unión, establecida en 1962, y constituye nada menos que el 32 por ciento de su presupuesto a largo plazo, siendo la partida individual más cuantiosa: 387.000 millones de euros. De los cuáles el 72 por ciento lo constituyen pagos directos a los agricultores.

Por tanto, está fuera de duda que el apoyo al campo europeo es una prioridad tradicional de España y de la UE, justificada tanto por raíces históricas y culturales, que podemos rastrear hasta los tiempos del Emperador Carlomagno, “padre” de la Europa unida y actor interventor en los precios para ayudar a los campesinos, como para evitar la despoblación y garantizar una cierta soberanía alimentaria.

Ahora bien, es evidente que debemos progresar hacia una agricultura cada vez más sostenible y ecológica, con el fin de evitar la deforestación, la pérdida de biodiversidad, el calentamiento del planeta, y teniendo en cuenta las restricciones hídricas que hemos de afrontar. Según el Informe de la Tierra de Naciones Unidas de 2022, los sistemas alimentarios a nivel mundial (incluyendo por tanto no solo la producción, sino también el procesamiento y el transporte) son responsables del 80 por ciento de la deforestación y del 30 por ciento de las emisiones de efecto invernadero.

Por lo que Europa debe hacer su parte en este terreno, porque además los efectos del cambio climático son ya perfectamente perceptibles para todos, y en particular en la propia agricultura. El año 2023 ha sido el más caluroso desde que hay registros. El mes de enero de 2024 también lo ha sido, rozándose en Alicante los treinta grados en pleno invierno, con consecuencias en la concentración de partículas contaminantes en la atmósfera, e incluso en el aumento de los incendios forestales fuera del período estival, y en la falta de lluvias. En nuestra provincia, no se recuerda un año hidrológico tan seco desde 1869. Como señala la crónica “El cambio climático alarga la temporada turística y arrasa el campo” (Diario INFORMACIÓN 31/12/2023), “la falta de lluvias está (...) esquilmando las reservas de agua de la provincia de Alicante y causando unas cosechas muy bajas (...) la cosecha de cereal está a punto de irse al traste por la falta de lluvias, mientras que en el caso de las hortalizas como la alcachofa se ha tenido que retrasar su inicio”.

En definitiva, bien está que los agricultores se movilicen y, en lo que respecta a la politización del sistema de gobernanza europeo, también lo es que lo hagan frente a las instituciones comunes y no solo como es habitual ante los gobiernos nacionales. Sus peticiones han de ser seriamente examinadas, y en algunas todos podemos coincidir, ya que por ejemplo hemos de asegurar que las importaciones agrícolas cumplan rigurosamente con los estándares europeos, y garantizar márgenes justos en la cadena alimentaria para los productores. Al mismo tiempo, no creo que debamos rebajar las exigencias medioambientales a la agricultura, porque eso será, para el futuro del propio campo, pan para hoy y hambre para mañana. Al contrario, siendo como somos la Huerta de Europa, debemos apostar por una agricultura de máxima calidad y sostenibilidad, armoniosamente integrada en el entorno natural, apoyando a los agricultores en esta transición, mientras seguimos luchando contra el calentamiento del planeta, la mayor amenaza civilizatoria a la que nos enfrentamos.