Opinión | CINE CRÍTICA

Dolor físico y psicológico

Dolor físico y psicológico

Dolor físico y psicológico / ANTONIOSEMPERE

Que los Oscar son una hoguera de las vanidades sin mucha credibilidad lo demuestran películas como ésta, un título que debía haber estado presente de una manera o de otra en el decálogo de las diez elegidas para la gloria. Hablo del cine estrictamente estadounidense. Cuántos productos menores, por tejemanejes de la industria, se cuelan, mientras otros se quedan fuera. De ahí que con el paso del tiempo me interese mucho más el cine en su manifestación más pura, la proyección en sala, la magia de la inmersión en la pantalla y menos todo el aparato que rodea a las promociones y los premios. Traducido a hechos. En un Festival me mantengo bien alejado de la zona de industria (cada vez más presentes y agigantadas) y me concentro en el goce de descubrir las películas con la mirada virginal.

Viene toda esta previa a cuento porque El clan de hierro (The Iron Claw) es una película extraordinaria, que nos vuelve a narrar cómo es el paradigma del sueño americano a través de la historia real de una familia dedicada al mundo de la lucha libre profesional en la década de los 80, pero lo hace con tanta verdad y desde un punto de vista tan novedoso que la hace singular.

Sean Durkin es muy valiente y en lugar de contarnos por enésima vez la historia de redención a través del sacrificio, retrata una tragedia sin paliativos. El padre de cuatro vástagos, frustrado por no haber logrado el cinturón de campeón del mundo, pretende que sus hijos lo sean. Lo que veremos en pantalla será una suerte de devastación familiar en dos planos, el físico y el psicológico. Todo ello rodado con unos actores magníficos, una planificación sobresaliente y unas ideas muy claras. Es un drama sin retorno, en donde el personaje de Zac Efron, inmerso en la Texas profunda, e inmenso en todos los sentidos, afronta su mayor combate: escapar a su destino.