¿Se acercan elecciones? Levántame unas calles: las obras que intentan comprar votos
Las mejoras urbanas proliferan en las ciudades españolas cada cuatro años, justo en los meses o semanas previas a las citas con las urnas
Es común observar en las ciudades españolas un fenómeno que se repite con cierta regularidad, concretamente cada cuatro años: la proliferación de obras y mejoras urbanas cercanas a las fechas electorales. Esta práctica, que muchos consideran como una forma de "compra de votos", siempre genera indignación y críticas por parte de diversos sectores de la sociedad.
Algunos afirman que estas obras son necesarias y benefician a la ciudadanía, independientemente de las motivaciones políticas detrás de ellas. Desde esta perspectiva creen que la realización de mejoras urbanas, al margen de cuándo se hagan, contribuye a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y hacer que sus entornos sean más habitables y atractivos.
Sin embargo, la gran mayoría considera que esta práctica es, en realidad, una forma de corrupción y manipulación política. Según esta visión, las obras se realizan con el objetivo de ganar votos y mantenerse en el poder, y no tanto para mejorar realmente la vida de los ciudadanos.
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En este sentido, los detractores de las obras de última hora afean la falta de transparencia y la opacidad en la gestión de los recursos públicos, así como el hecho de que estos proyectos suelan realizarse deprisa y corriendo, pudiendo haberse iniciado o acabado mucho antes, además de concentrarse en zonas específicas, normalmente donde están los grandes núcleos poblacionales, dejando fuera a otros barrios o áreas menos confluidas o favorecidas.
Intento torticero de ganar votos o tapar otros problemas
Es cierto que la realización de obras y mejoras urbanas puede tener un impacto positivo en la calidad de vida de los ciudadanos, especialmente si se trata de proyectos que responden a necesidades reales de la población. Sin embargo, también lo es que concentrar las actuaciones urbanas en los meses o semanas previas a las elecciones se ve cada vez más claramente como un intento de ganar votos de manera deshonesta.
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En este punto, es fundamental garantizar la transparencia en la gestión de los recursos públicos y asegurar que las obras se realicen de manera equitativa y justa, sin favorecer a unos barrios o sectores en detrimento de otros.
También es frecuente que las calles levantadas y los andamios de última hora sean una estrategia de distracción o una cortina de humo para tapar crisis o conflictos que afectan a los partidos políticos. Los gobernantes a menudo recurren a las obras cercanas a las elecciones para desviar la atención de otros problemas más urgentes o graves, como la corrupción, el desempleo o la falta de acceso o malas condiciones de servicios públicos básicos como la sanidad o la educación.
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Es fundamental que la ciudadanía tenga un papel activo en el control y supervisión de las nuevas infraestructuras y remodelaciones urbanas que se realizan en sus barrios y ciudades. Por ello resulta clave fomentar la participación ciudadana y la transparencia en la gestión de los recursos públicos, de manera que todo el mundo pueda expresar sus opiniones y necesidades.
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