AGRICULTURA
La huerta tradicional achaca a los vertidos sin control de cultivos del trasvase del Tajo la mala calidad del agua del río
Los Juzgados de Aguas y Sindicatos de Riego de las 20.000 hectáreas del riego tradicional de la Vega Baja piden al Gobierno y a la Generalitat que eviten un «nuevo Mar Menor» en la comarca
Los agricultores advierten de la elevada salinidad y carga de fertilizantes procedentes de los cultivos intensivos sin infraestructuras de drenaje y depuración dotados por el acueducto y que llegan al río
Todos los Juzgados de Aguas y Sindicatos de Riego de la huerta tradicional de la Vega Baja y la Plataforma Segura Transparente han señalado a los regadíos del trasvase del Tajo-Segura con cuenca vertiente en el Segura como responsables, a su juicio, de la contaminación de 20.000 hectáreas de la huerta tradicional del Bajo Segura con sus aguas de drenaje.
Jueces de Aguas, Síndicos y plataforma han acordado remitir un escrito a Teresa Ribera, ministra para la Transición Ecológica, y al presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, donde explican esta grave situación tras la reunión la semana pasada, como avanzó INFORMACIÓN, en la sede del Juzgado de Aguas de Orihuela. Aseguran que este proceso de aportación de caudales sin control en la comarca «se está convirtiendo en un nuevo Mar Menor».
Drenajes sin control
Solo la Vega Baja cuenta con 30.000 hectáreas de dotación de riego del trasvase. Todas situadas a continuación del regadío tradicional y que fueron creciendo desde principios de los ochenta en zonas como La Murada, Benferri, Albatera, en el interior comarcal y en el entorno del campo de Salinas, Orihuela Costa y amplias zonas de agricultura bajo plástico de invernaderos en Pilar de la Horadada, en el litoral.
Al contrario de lo que ocurre con la red de riego tradicional, esas explotaciones carecen de una red de azarbes de «aguas muertas» que permitan drenar los campos en superficie, de manera que muchos bancales arrojan los caudales de drenaje a antiguas cañadas, barrancos o ramblas -a veces con soleras hormigonadas- que terminan desembocando en la red de riego tradicional, con zonas de vertido localizadas en Archena (Murcia), Molina de Segura (Murcia), Orihuela, Albatera, Crevillent o Algorfa.
Recursos propios
Los huertanos, que emplean recursos propios de la cuenca del Segura para regar sus cultivos directamente de la que circula por el río por desembalses regulados y concesionados por la Confederación Hidrográfica del Segura, señalan que las explotaciones intensivas que tienen su cuenca vertiente en la Vega Baja derivan desde hace años las aguas que sobran del proceso de riego por filtración a ramblas, azarbes y canales que finalmente terminan vertiendo en el río Segura.
Unas aguas de mala calidad que presentan un elevado nivel de conductividad -salinidad-, además de una gran carga de fertilizantes, sin que la guardería fluvial de la Confederación Hidrográfica del Segura, muy escasa de medios personales -un solo funcionario se encarga de supervisar varios kilómetros del río-, actúe para vigilar y atajar estas aportaciones que carecen de autorización de vertido de la Confederación.
Mar Menor
Además de los drenajes sin control -los mismos que han contaminado el Mar Menor junto a los vertidos de depuradoras cuando llueve torrencialmente-, la salinidad de los caudales que circulan por el río y la salinización de los suelos está provocada por la falta de modernización de los procesos de depuración de las aguas de saneamiento de grandes ciudades, como es el caso de Murcia, que tienen su punto de vertido en el Segura.
El vertido -que antes de la década de los 2000 se realizaba sin tratar-, permite incrementar el caudal del río pero carece de tratamiento terciario necesario para hacer aptas las aguas de riego.
Segura Transparente
Para Segura Transparente es «necesario conocer lo que implica el crecimiento desorbitado de nuevas urbanizaciones y de nuevas tierras de regadío. Tenemos como ejemplo la grave situación del Mar Menor y no debemos permitir en nuestra comarca que ocurra algo similar».
Los Juzgados de Aguas consideran además que los regantes tradicionales se han convertido «en los paganos» del impacto de la extensión de los nuevos regadíos crecidos a la expectativa de la llegada del agua del trasvase a principios de los ochenta, que lejos de resolver el déficit hídrico de la comarca lo ha multiplicado con una oferta que nunca va a poder responder a la demanda. «No podemos consentir que se nos deje sin el agua que nos corresponde para el consumo urbano y para la agricultura tradicional de la huerta del Bajo Segura», señala uno de los puntos del encuentro. «Todos los vertidos al cauce del río», se insistió, «deben ser tratados» por depuradoras de sistema terciario avanzado. «No podemos ser el vertedero de pueblos y ciudades que no depuran adecuadamente», añaden.
Lo que pasa en Ojós
El sector de la huerta tradicional siempre ha señalado al trasvase del Tajo como principal causa de los problemas que arrastra desde el momento que llegó agua del acueducto, hace 40 años. Consideran que el Segura pierde la mayor parte de su caudal en Ojós (Murcia), embalse azud de bombeo donde se calcula y deriva el agua que le corresponde a los canales de riego del postrasvase y el que debe permanecer en el cauce como recursos propio del río, porque un tramo del cauce natural río se emplea aguas arriba para trasladar las aguas del trasvase que llegan desde el embalse del Tálave.
La Vega Baja vuelve la vista aguas arriba, a Murcia, desde donde llega, a través del sistema de riego un porcentaje muy elevado de contaminación por sólidos flotantes -envases de plástico-, a diario esos aportes hídricos que no son aptos para el riego y que cuando se producen lluvias torrenciales, como ocurrió en la DANA de 2019, se convierte además en el sumidero de toda la cuenca, para evitar las inundaciones de la ciudad de Murcia.
RETOMAR EL PLAN DE ACCIÓN TERRITORIAL
«Tenemos que defender de forma unitaria nuestra tierra». Es una de las premisas del encuentro de Segura Transparente con los Juzgados de Aguas. La plataforma lamentó la decisión de la Generalitat de dejar en un cajón la tramitación del Plan de Acción Territorial de la Vega Baja que paraliza las posibilidades de protección del paisaje y el reconocimiento del enorme valor agrícola y cultural de la huerta tradicional, que se preservaba en la versión preliminar de ese documento. También destacó el valor de los agricultores para mantener la soberanía alimentaria.
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