El distrito Miguel Hernández de Alicante quiere dejar de ser "un barrio fantasma"

La fachada del edificio de la plaza Yolanda Escrich sigue en el "esqueleto", con las obras de rehabilitación paradas desde hace meses

Vista aérea de los edificios de barrio Miguel Hernández.

Vista aérea de los edificios de barrio Miguel Hernández. / PILAR CORTÉS

Alberto Losa

Alberto Losa

El barrio Miguel Hernández, antiguo José Antonio, está marcado por la rehabilitación de sus viviendas. El "esqueleto", como se conoce popularmente a la fachada del edificio ubicado en la plaza Yolanda Escrich, sigue parado y sin visos de poder reanudar su obra. Una actuación que está en manos de Ecisa, la misma empresa encargada de ejecutar la obra en el parque de San Blas, también parada, y que indigna a los vecinos, en especial a los afectados por el retraso en las obras y los problemas en las reubicaciones. Los vecinos alzan la voz: "No podemos ser un barrio fantasma".

Lisardo Gabarre, presidente de la asociación de vecinos Sol d'Alacant, califica directamente de "fracaso" el proyecto de rehabilitación. El objetivo de la actuación es el de regenerar todo el barrio a largo plazo porque la situación es similar en todas las viviendas. Las fachadas son de interés patrimonial, como señaló el secretario autonómico, Alejandro Aguilar, lo que impide su demolición y tampoco la modificación de elementos.

Los vecinos, sin embargo, mantienen que hubiera sido mejor solución la demolición: "Avisamos de que las tiraran y las hicieran nuevas porque es muy costoso, es un dinero que se va a malgastar en estas viviendas", lamenta Gabarre, quien añade que los vecinos no cuentan con el estudio de lo que se va a hacer y que la empresa Ecisa "da lástima".

El barrio Miguel Hernández cuenta con varios edificios pendientes de rehabilitación.

El barrio Miguel Hernández cuenta con varios edificios pendientes de rehabilitación. / PILAR CORTÉS

En el barrio hay quejas por el estado de las fachadas a causa de las humedades, también presentes en el interior. Varios vecinos mantienen, al igual que Gabarre, que habría sido mejor derribarlo todo y volverlo a construir. Hace meses, Aguilar ya apuntaba que la obra "comporta complejidad" y que la idea a la hora de actuar es la de evitar cualquier riesgo de derrumbe o cualquier situación que suponga el derribo de la fachada: "Queremos abordar la segunda fase con total seguridad en el marco de una obra de estas características, en un barrio cuyo carácter constructivo dista de cualquier cosa que se pueda considerar dentro de las normas de habitabilidad". Las nuevas viviendas mantendrán la fachada, pero el objetivo es que tengan ascensor, equipamiento, materiales adecuados y que estén realizadas de acuerdo a las condiciones de habitabilidad actuales.

Las reubicaciones, un problema

Los vecinos consideran que el proceso de reubicación en otros barrios de los residentes afectados ha sido "nefasto". Así lo califica Gabarre, el presidente de la asociación vecinal: "Los niños siguen teniendo que bajar al colegio del barrio. Les han prometido que van a volver a sus viviendas pero no tienen posibilidad de volver. Les dicen que van a retornar pero no hay un contrato firmado ni se les dice expresamente que una vez rehabilitada la vivienda puedan volver", lamenta Gabarre.

El presidente de la asociación Sol d'Alacant añade que en algunas de las zonas donde se ha reubicado a los residentes del barrio de Miguel Hernández están incómodos: "Los propietarios de los edificios de Garbinet en la zona norte están incómodos porque no son cívicos. Se están viendo perjudicados porque han entrado 600 nuevos vecinos que no cumplen las normas vecinales, imagínate el problema que tienen ahora. Ese es el problema de que adjudiquen viviendas a quienes no se la tienen que adjudicar", asegura Gabarre, quien mantiene que habría sido mejor construir de nuevo que rehabilitar: "Tenemos un patrimonio histórico de vivienda que lo quieren rehabilitar cuando es más caro que hacer nuevas. Creo que están jugando con el dinero del vulnerable".

Una mujer pasa junto a un edificio en mal estado del barrio Miguel Hernández.

Una mujer pasa junto a un edificio en mal estado del barrio Miguel Hernández. / PILAR CORTÉS

Los problemas de convivencia también son patentes en el barrio. El incivismo es patente en algunas de las calles, problema para el que el representante vecinal cree que una buena solución sería dar una carta con el coste de la limpieza a dichos residentes: "Damos una imagen penosa estando al lado de los juzgados y de otras viviendas pero no tengo recursos para llegar a más [desde la asociación]", lamenta Gabarre.

El problema se extiende también al colectivo gitano, al que pertenece el presidente de Sol d'Alacant. Gabarre indica que la Conselleria le donó un local a la Federación de Asociaciones Gitanas Autonómica (FAGA) con el objetivo de integrar a los niños de la zona, pero que no se usa: "En lugar de educar están maleducando a los niños. En Navidad han tenido las puertas cerradas. El lunes vuelve el colegio y entonces vuelven a abrir las puertas", apunta. El representante vecinal añade que, pese a que en el barrio llaman a todos gitanos, no todos lo son: "Que lleguen políticas supuestamente antirracistas y que a un niño payo o magrebí no le dejen acudir ahí me parece precisamente racista. A la gente no le está sentando muy bien, porque solo se llevan a niños gitanos al cine, por ejemplo, y no a todos. No se llevan a niños conflictivos para reeducarlos ni nada por el estilo". Este medio ha intentado contactar con FAGA para conocer su versión, pero no ha sido posible.

Gabarre espera que esta situación cambie para que haya "otra visión de trabajo en los barrios sociales": "Por aquí pasan miles de vehículos, está la Casa Mediterráneo, se va a construir el puerto deportivo... no podemos ser un barrio fantasma", subraya.

Tres vecinos del barrio conversan junto a dos edificios con la pintura descorchada.

Tres vecinos del barrio conversan junto a dos edificios con la pintura descorchada. / PILAR CORTÉS

Movilizaciones

El propio PSOE de Alicante criticó hace unos meses a la Conselleria de Vivienda, de la que se encarga Unidas Podemos, socios en el Botànic de los propios socialistas, por el retraso en las obras del barrio Miguel Hernández.

Los socialistas solicitaron entonces la formación de una comisión "compuesta por la Conselleria de Vivienda, la Concejalía de Acción Social y la asociación de vecinos Sol d'Alacant para ordenar los realojos de los vecinos de la forma que menos perjudique a los inquilinos", en especial, han señalado "ahora que se están retrasando las obras".

Los vecinos señalan que, a lo largo del próximo mes, están previstas varias reubicaciones. Unas reubicaciones que no desean que se realicen hasta que no se termine el edificio del "esqueleto": "Si este lunes Alejandro Aguilar no nos comunica algo bueno haremos una manifiestación", advierte Gabarre, quien añade que no tiene sentido que se los lleven a la zona norte de Alicante.