El año agrícola termina en la provincia de Alicante con la mitad de lluvia que el anterior

El mes de mayo salva un periodo escaso en precipitaciones en gran parte del territorio, que finaliza con más agua acumulada que la de hace dos ejercicios en todas las comarcas salvo l'Alacantí

Un agricultor del Camp d'Elx en sus terrenos de cultivo el pasado mayo, el mes más lluvioso del último año.

Un agricultor del Camp d'Elx en sus terrenos de cultivo el pasado mayo, el mes más lluvioso del último año. / Áxel Álvarez

El año agrícola 2022-2023 ha terminado en la provincia de Alicante con la mitad de lluvia que el anterior, aunque en términos generales no ha llegado a ser un periodo seco. El lapso de tiempo que va desde septiembre de 2022 hasta el pasado mes de agosto ha concluido con una precipitación acumulada que ronda los 750 litros por metro cuadrado en la Marina Alta y los 650 en El Comtat, y entre 350 y 400 en l'Alcoià, la Marina Baixa y el Alto Vinalopó, según indican los registros de las diferentes estaciones de la Associació Valenciana de Meteorologia (Avamet). Vienen a ser aproximadamente un 50% en relación a la lluvia del periodo 2021-2022.

Esta proporción se refleja también en el dato más elevado de toda la provincia, que, al igual que ocurriera en los doce meses anteriores, ha sido el de la Vall d'Ebo. Si entre septiembre de 2021 y agosto de 2022 cayeron en esta localidad del interior de la Marina Alta 1.928,1 litros por metro cuadrado, en esta ocasión se han quedado en 1.059. Con todo, se trata de una cifra que en sí es alta, y que muestra que, pese a la menor precipitación, el resultado final no ha sido negativo. Incluso ha sido así en el extremo sur, con unos 300 litros en la Vega Baja y el Baix Vinalopó.

El periodo 2021-2022 destacó por ser excepcionalmente lluvioso, como ya publicó este periódico y recuerda el profesor de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Alicante (UA) Enrique Moltó. La primavera fue muy atípica, con lluvias casi continuadas desde mediados del mes de marzo hasta finales de mayo, un episodio que se sumó a un otoño donde ya se habían producido precipitaciones significativas. Esto dio pie a acumulados históricos, por encima de los 1.500 litros por metro cuadrado en varias localidades de la Marina Alta, El Comtat y la Marina Baixa, y de 500 en la Vega Baja y el Baix Vinalopó.

Personas bajo la lluvia en el centro de Alicante en mayo de este año.

Personas bajo la lluvia en el centro de Alicante en mayo de este año. / JOSE NAVARRO

Por ello, resulta más adecuado remontarse dos años atrás. El periodo de septiembre de 2020 a agosto de 2021 sí arrojó datos similares al promedio. Y, en este sentido, el de septiembre de 2022 a agosto de 2023 ha sido más lluvioso que aquel en la mayor parte del territorio, incluso en zonas más secas. Entre las cifras que lo corroboran están los 347,2 litros por metro cuadrado caídos en el último año en Pilar de la Horadada, frente a los 323,6 de hace dos años. También ha llovido algo más que hace dos años en la pedanía ilicitana de Vallverda, 330 litros frente a 326,3.

Tan solo ha llovido menos que en el periodo 2020-2021 ha sido el litoral y prelitoral de l'Alacantí. Por ejemplo, en la estación meteorológica del barrio alicantino de Rabasa han caído 205,1 litros, frente a los 239,8 de hace dos años. Por su parte, en el barrio de El Vincle, en El Campello, se han quedado en 222,4 litros, cuando en el otro año agrícola mencionado se alcanzaron 264.

Perjuicio para algunos cultivos

La lluvia del año agrícola 2022-2023 ha tenido la gran particularidad de concentrarse casi por entero en el mes de mayo. Esto ha supuesto una "agua de mayo" literal para regenerar los acuíferos y hacer que aumente la reserva disponible, recuerda el profesor de la UA Enrique Moltó, pero paradójicamente ha sido un contratiempo para varios de los cultivos de secano más representativos de la mitad norte de la provincia de Alicante, como son la aceituna, la cereza y los cereales. Y no por la cantidad de lluvia que ha caído, sino por la forma.

Olivos dañados por las intensas lluvias en la anterior campaña en la comarca de El Comtat.

Olivos dañados por las intensas lluvias en la anterior campaña en la comarca de El Comtat. / JUANI RUZ

Las precipitaciones de mayo llegaron ya tarde para los cereales, señala Moltó, y en el caso de la aceituna "cuando los árboles estaban floreciendo el sufrimiento era porque no llovía, y una semana después, era porque llovía demasiado". La cuestión no fue que lloviera mucho, sino que lo hiciera durante muchos días, de manera que "los árboles estuvieron mucho tiempo húmedos, y eso cuando están en flor es un desastre". El resultado es que se prevé una cosecha muy mala de aceituna, como lo ha sido también la de la cereza, en este caso porque las lluvias llegaron con los frutos a medio crecer ya. En general, para estos cultivos "las mejores lluvias son las que van de noviembre a febrero".

Asimismo, paradójicamente "el año agrícola anterior también fue muy malo para el secano porque llovió demasiado", aunque a la vez supuso una magnífica recarga para los acuíferos, que hacía que esta primavera no hubiera realmente problemas de sequía en el interior. Las precipitaciones de mayo de 2023 tienen también esa misma cara positiva. Además, la lluvia sí ha beneficiado a las variedades de aceituna más tempranas, como la alfafarenca, cuya cosecha se prevé muy abundante.