Análisis

Alicante, por y para el turismo

La visita de la consellera Nuria Montes al Ayuntamiento evidencia el volantazo del gobierno de Barcala en sus prioridades para la ciudad

Barcala asomado por una ventana de una de las casetas icónicas instaladas en la playa de San Juan

Barcala asomado por una ventana de una de las casetas icónicas instaladas en la playa de San Juan / Jose Navarro

C. Pascual

C. Pascual

Hubo un tiempo, y no muy lejano, en el que el Ayuntamiento de Alicante, gobernado por el popular Luis Barcala, intentaba —con más o menos éxito— centrar su mensaje político en la innovación, en potenciar nuevos sectores económicos alternativos al tradicional de los servicios para que la ciudad no solo fuera un generador de dinero bajo el paraguas del concepto «sol y playa». Entonces, Alicante Futura, esa ambiciosa a la par que discutible en su ejecución estrategia municipal para convertir la ciudad en capital de la innovación del arco mediterráneo, era la principal apuesta de Barcala. Todo se intentaba que girase en torno a ese concepto algo líquido. En ese tiempo aún cercano, la Generalitat estaba dirigida por el Botànic de Ximo Puig, que había impulsado en Alicante, con mayor premura y determinación, la implantación de Distrito Digital, para promover empresas en tecnología, innovación e inteligencia artificial.

Puig, sin embargo, ya no gobierna la Generalitat. Los valencianos situaron al PSPV, junto al resto de la izquierda que sobrevivió al naufragio, en la oposición tras las elecciones autonómicas del 28M. Y en Alicante, donde las urnas mantuvieron a Barcala al frente del ejecutivo, ya no se habla de innovación, como tampoco sucede a nivel autonómico. De hecho, el asesor especializado en el proyecto se marchó recientemente del Ayuntamiento, al igual que el gerente de la Agencia Local de Desarrollo, el ente público que coordina la actuación. Ahora, en Alicante todo es turismo. O como dijo textualmente Barcala en un acto, «Alicante en su totalidad es turismo».

Y así se evidencia cada vez que hay ocasión. Esta semana fue con motivo de la visita institucional de la consellera de Innovación, Industria, Comercio y Turismo, Nuria Montes, secretaria general de la patronal Hosbec hasta su llegada a la primera línea de la política. De ese encuentro se «vendió» que el Ayuntamiento y la Generalitat impulsarán suelo para la construcción de más hoteles en la ciudad a través de modificaciones puntuales del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), que ha sufrido ya medio centenar de ajustes desde su aprobación en 1987. El último cambio en tramitación busca, no sin polémica, permitir que los alojamientos turísticos de determinadas calles de la ciudad puedan aprovechar también los sótanos. 

Tras la citada reunión se anunció a su vez la «colaboración» para «acabar con la economía sumergida en el sector de los alojamientos turísticos». No se sabe que se hablase de la proliferación descontrolada de apartamentos turísticos por toda la ciudad, lo que supone —como alertan los expertos desde hace ya años— un factor determinante en el aumento del precio de los alquileres, además de otras derivadas peligrosas que no hacen más que acabar con la vida tradicional en los barrios. En municipios dirigidos por el PP, como en Badalona, con el nada sospechoso García Albiol al frente del gobierno, se ha llegado a suspender licencias para «garantizar la actividad turística, la convivencia vecinal y el acceso a la vivienda».

Nada se dijo en esa reunión, que trascendiera, de intentar controlar una mancha de aceite, la de los alquileres turísticos, que ya ha trascendido los «muros» del centro de Alicante. Ya se ve este tipo de ofertas, a costa de reducir el espacio para el alquiler de larga estancia o las viviendas en propiedad, en barrios como Benalúa,San Antón, Carolinas o incluso en la Zona Norte. Nada de todo eso es suficiente. Alicante, dicen sus actuales gobernantes, necesita más camas disponibles. Y más, añaden, ante el esperado aumento de visitantes por el «turismo MICE (de congresos) y de cruceros, pese a que este tipo de rama es señalada por expertos como una oferta poco sostenible. 

Con todo, esa apuesta indiscutible por el turismo tiene sus puntos débiles. Alicante es todo turismo: hoteles, apartamentos turísticos... Pero no todo el turismo es para Alicante. O eso dio a entender la portavoz adjunta del gobierno y concejala de Turismo, Ana Poquet, cuando esta semana le preguntaron por el turismo de caravanas, un sector que mueve en España más de 560 millones. Confirmó las evidencias: no es «prioritario» para el ejecutivo municipal. A los hechos, la verdad, se remite el Ayuntamiento, que decidió cerrar a finales de 2021 la «camper área», instalada cuatro años atrás por el tripartito en Playa de San Juan, para ofrecer así al Circo del Sol terrenos municipales en segunda línea de costa en sus visitas puntuales a la capital alicantina. 

Apenas dos días después, Barcala intentó matizar las palabras de su edil, aunque las acciones son irrebatibles. El alcalde quiso abrir la puerta a un nuevo espacio municipal, aunque a su vez subrayó la falta de suelo. «De ahí la urgencia del nuevo Plan General», aseguró Barcala, quien antes de las elecciones de 2019 consideró poco ambicioso conformarse con aprobar el Plan Estructural —la primera fase de las dos previstas— antes de la siguiente cita con las urnas. Casi un año después de esos nuevos comicios, los de 2023, todo sigue igual: con el PGOU de 1987 vigente e impulsándose continuas modificaciones parciales.

La otra alternativa a espacios habilitados con servicios es la actual proliferación de caravanas invadiendo desde el litoral de Urbanova o el conocido como Tiro de Pichón, frente a la cantera, a cualquier descampado, como en Polígono de San Blas. 

Y es que, pese a que Alicante, bajo el influjo de Málaga, quiso girar su economía hacia la innovación, todo ha vuelto al punto inicial: la apuesta por el turismo. Más es mejor, deben pensar. Aunque, por ahora, todo se limita a frases para titulares, sin acciones novedosas ni rompedoras. Tampoco se conocen ofertas específicas para que esos turistas tengan mucho más que sol y playa, lo que promovería otro tipo de visitante. Por el momento, todo parece limitarse a cambiar la apuesta de la innovación por ampliar la clásica oferta hotelera y dejar vía expedita a los apartamentos.